Sociedad y Rituales Funerarios en la Cultura Ibérica: Un Vistazo a sus Prácticas y Creencias
La Muerte y el Ritual Funerario en la Cultura Ibérica
Arqueología de la Muerte en los Estudios de la Cultura Ibérica
El estudio de la muerte en la cultura ibérica ofrece una ventana única para comprender las estructuras sociales y su evolución. La información disponible proviene de dos fuentes principales:
- Fuentes clásicas: Estas fuentes se centran principalmente en rituales de entierro específicos de figuras políticas clave, más del ámbito celtibérico y lusitano que del ibérico, como el funeral de Viriato.
- Intervenciones en necrópolis ibéricas: Hasta 1980, las excavaciones se enfocaban en la recuperación de ajuares, sin prestar suficiente atención a los rituales y al tratamiento del cadáver. A partir de la década de 1970, la influencia de la New Archaeology impulsó un cambio de enfoque. Las necrópolis comenzaron a interpretarse como reflejos de los sistemas sociales, donde la diferenciación social en vida se trasladaba al espacio funerario.
El Paisaje de las Necrópolis Ibéricas
Almagro Gorbea definió el concepto de “paisaje de las necrópolis”, inspirado en las necrópolis etruscas. Este concepto se refiere a la organización interna de las necrópolis, donde la ubicación de las tumbas refleja las reglas sociales y las relaciones de dependencia existentes en vida. Elementos clave en este paisaje son:
- Ustrina: Lugares de cremación.
- Silicernia: Lugares donde se rompían ritualmente los vasos utilizados en la libación.
- Bustum: Estructuras para ofrendas.
Tratamiento del Cadáver: Entierros Secundarios por Cremación
La cultura ibérica practicaba mayoritariamente el entierro secundario, es decir, una manipulación del cadáver antes de su disposición final. La cremación era el método predominante, a diferencia del entierro primario (inhumación) que no implica tratamiento post-mortem.
Excepciones a la Cremación
- Casos de inhumación por muerte violenta o individuos excluidos de la comunidad.
- Entierros de perinatales bajo el pavimento de las viviendas, generalmente en posición fetal. En algunos casos, se han encontrado entierros secundarios de perinatales, con evidencia de descarnación post-mortem y separación del cráneo.
A finales del Bronce Final (siglos IX-VIII a.C.), la incineración/cremación reemplazó gradualmente a la inhumación en el noreste y sur peninsular, un cambio asociado a las creencias sobre el cuerpo y el alma. La incineración sugiere una mayor importancia del alma, que se creía ascendía a la bóveda celeste.
El Concepto de la Muerte en la Cultura Ibérica
El ritual funerario era un elemento crucial en la ideología de la comunidad ibérica. La escasez de tumbas en las necrópolis sugiere que solo una élite accedía a este tipo de entierro. La “bella muerte” en combate, como se describe en la Ilíada, era considerada la más prestigiosa y no requería un tratamiento post-mortem, ya que el difunto se consideraba sacralizado.
Acceso al Ritual Funerario
Se cree que los individuos no pertenecientes a la élite también tenían acceso a algún tipo de tratamiento post-mortem, como la exposición del cadáver en la necrópolis hasta su desconexión anatómica, seguida de la dispersión o cremación de los restos. La cremación sin inhumación y el uso de pudrideros eran prácticas comunes. A partir de finales del siglo V a.C., y especialmente en los siglos IV y III a.C., se observa una “democratización” del ritual de enterramiento, coincidiendo con el paso de un sistema aristocrático a uno de nobleza gentilicia.
El Concepto de Cremación en la Cultura Ibérica
En el mundo ibérico, se habla de cremación y no de incineración, ya que no se trata de una combustión completa. Las necrópolis ibéricas son generalmente de clase, pertenecientes a la élite. No se observa diferenciación en el ritual por sexo, pero sí por edad. Solo se entierran individuos mayores de 7 años (Infantil II), lo que sugiere que los niños menores no eran considerados miembros de pleno derecho de la comunidad.
Purificación del Cadáver
La cremación se utilizaba para purificar el cadáver, especialmente en casos de muerte en el ámbito doméstico. El humo se consideraba un elemento de acceso a la bóveda celeste. Las cenizas de los no pertenecientes a la élite se esparcían por un área sacra o por las tierras de la comunidad, con un significado regenerador.
El Ritual de Enterramiento en la Cultura Ibérica
El ritual funerario ibérico (de la élite enterrada) compartía elementos con otras culturas mediterráneas:
- Prothesis: Exposición ritual del cadáver.
- Ekphora: Procesión funeraria. En el mundo ibérico se utilizaban carros de transporte, no de guerra, para el traslado del cadáver a la necrópolis.
- Kremai: Cremación del cadáver. La construcción de la pira funeraria era un acto ritual en el que participaban personas vinculadas al difunto. Se utilizaba madera local, como encina o pino, y se añadían sustancias olorosas.
- Lavatio: Lavado de los restos óseos del difunto con agua, tras la cremación.
- Mortaja: Los restos óseos se envolvían en una tela de calidad a modo de sudario.
- Urna: La mortaja se introducía en una urna funeraria, junto con parte del ajuar. Las armas del difunto no se quemaban, pero se inutilizaban ritualmente.
- Rituales con la tumba abierta:
- Libación: Se bebía un líquido en honor del difunto y se rompía el recipiente utilizado.
- Banquete funerario: Se realizaba un banquete en honor del difunto, con la participación simbólica de este, depositando alimentos en la tumba. Los restos óseos de animales alrededor de las tumbas evidencian esta práctica.
- Sellado y marcado de la tumba.
Otros Elementos Rituales
- Bustum: Estructura de arcilla con un orificio para la ubicación de ofrendas, como animales (aves, jabalíes, ovicaprinos, peces) o vegetales (piñas, avellanas, dátiles, nueces, aceitunas, almendras, cereales). El huevo y la granada tenían un significado especial, relacionados con la creación y el inframundo, respectivamente.
- Simposium: Ingesta de alimentos en común como forma de cohesión social.
Entierros Infantiles, Ofrendas Fundacionales y Rituales en el Poblado Ibérico
Enterramientos Infantiles en la Cultura Ibérica
Los entierros infantiles se realizaban dentro del poblado, en el interior de las viviendas. Se trata principalmente de entierros primarios de individuos que no completaron el ciclo de gestación (fetos) o que fallecieron poco después del parto (perinatales o neonatos). Se han documentado casos de entierros secundarios de perinatales, con evidencia de descarnación post-mortem y separación del cráneo.
Características de los Entierros Infantiles
- Trato especial del cráneo.
- Posición fetal en las inhumaciones primarias.
- Selección de los individuos inhumados bajo pavimento, posiblemente relacionada con el estatus, la primogenitura o la exclusión social.
- Retraso en el reconocimiento del neonato como miembro del grupo social.
- Ritual cambiante: entierros simples, dobles o múltiples.
- Existencia de recintos necrolátricos, con concentraciones de entierros infantiles.
Contexto e Interpretaciones
La alta mortalidad infantil, debida a la higiene y alimentación deficientes, era un factor crucial en la sociedad ibérica. Se han propuesto diversas interpretaciones para el ritual de inhumación infantil bajo pavimento:
- Sacrificio de primogénitos, influencia púnica y ofrendas fundacionales.
- Ritual de muerte y resurrección, con el perinatal como semilla de la futura fertilidad del grupo.
- Ritual de control demográfico.
- Ritual de purificación o refundación de las viviendas.
- Sacrificios periódicos relacionados con la fertilidad.
Ofrendas Fundacionales en la Cultura Ibérica
Se han encontrado restos de animales bajo el pavimento como ofrendas fundacionales, una práctica propiciatoria de la riqueza familiar o comunitaria. Estas ofrendas, de origen agrario, representan el ritual de muerte y resurrección. Se encuentran en puertas, bajo pavimentos o cimientos, con una selección de los restos óseos depositados (cabeza y extremidades). La presencia de ofrendas en zonas de paso o acceso al oppidum, así como el tipo de animal sacrificado, reflejan la estructura social y el control de los ritos por parte de la élite.
Las Cabezas Cortadas en la Cultura Ibérica
Se han encontrado restos de individuos adultos, principalmente cráneos, en el interior de poblados, sin haber pasado por el ritual de cremación. Estos restos, expuestos a la vista del pueblo, tenían una finalidad emblemática, de prestigio o de repercusión política vinculada a hechos bélicos.
Introducción a las Cabezas Cortadas
La exposición de cráneos, y en algunos casos de otras partes del cuerpo, como en el Puig de la Nau de Benicarló, tenía como objetivo:
- Contar el número de enemigos vencidos.
- Infundir terror y humillación a los vencidos.
- Demostrar el valor del individuo que consiguió la cabeza.
- Obtener fuerza y protección al preservar el cráneo de un individuo prestigioso.
- Reforzar el prestigio y la cohesión social.
- Utilizar el cráneo lavado como vaso libatorio en rituales.
Descripción del Ritual y Fuentes
Diodoro Sículo y Estrabón, basándose en Posidonio, describen la práctica celta de colgar las cabezas cortadas de las riendas de los caballos. Esta práctica también se refleja en fíbulas de caballito celtibéricas y en bastones de mando. En el sur de Francia se han encontrado representaciones similares. La exposición de cabezas cortadas denota la influencia del ritual céltico en la Península Ibérica.
Yacimientos con Cabezas Cortadas
- Puig de Santa Coloma de Gramanet.
- L’Illa d’en Reixac.
- Puig de Sant Andreu d’Ullastret: con alrededor de 60 restos, es el yacimiento con más ejemplos. Los cráneos se adosaban al exterior de los edificios y, finalmente, se retiraban al interior de silos. También se han encontrado restos mandibulares bajo pavimento.
Tratamiento del Cráneo
Los análisis indican que, tras la decapitación, se eliminaban las vértebras, se ampliaba el foramen magnum para encajar el cráneo en una pica, se retiraba la carne y la piel, y se exponía el cráneo a la intemperie. Además de cazadores de cráneos, también existían cazadores de cabelleras.
El Concepto de Necrópolis en la Cultura Ibérica
La cultura ibérica se caracteriza por su diversidad, y el mundo funerario no es una excepción. Las sociedades ibéricas creían en un más allá, pero no está claro si esta creencia se extendía a toda la población. Las necrópolis reflejan un orden político y de linajes, y transmiten un mensaje de inmutabilidad del orden sociopolítico.
Características Básicas de las Necrópolis Ibéricas
- Existencia de espacios específicos para los entierros, aunque no todas las comunidades ibéricas tenían necrópolis.
- Ubicación fuera del poblado, aunque cercanas a este, o incluso necrópolis no asociadas a ningún asentamiento.
- Organización interna con un orden, aunque no siempre el mismo, que refleja las relaciones clientelares, familiares y de linaje.
- Predominio de entierros de las élites.
Estudios de Necrópolis: Condicionantes
- Las necrópolis ibéricas no son útiles para realizar cálculos demográficos, debido a la práctica de la cremación y a la larga duración de su uso.
- La incineración dificulta los estudios de antropología física.
Características del Entierro en la Cultura Ibérica
- Los difuntos incinerados se depositaban en urnas funerarias, que podían ser de cerámica ibérica, vasos importados, etc.
- La presencia y composición del ajuar (armas, joyas, vasos) variaba según la zona y el momento.
- No se hallan todos los huesos en el interior de la urna funeraria, y no hay un canon en la selección de los restos.
Tipología de las Tumbas en la Cultura Ibérica
- No existe una tipología única de estructuras funerarias ibéricas.
- Los estudios tipológicos deben ser regionales y se basan en diversos criterios (territoriales, sociales, económicos e ideológicos).
- Ejemplo de tipología en Pozo Moro: sepulturas turriformes monumentales, tumularias principescas, tumularias y de cámara.
- Existencia de supraestructuras que señalan la tumba, desde túmulos grandes hasta sepulturas sin señalización.
- En algunos territorios, se construían grandes cámaras funerarias con esculturas o elementos monumentales encima.
Un Orden ante la Diversidad
Se puede establecer una división regional, con Sagunto como frontera aproximada, en base a la evolución local de momentos anteriores (Primera Edad del Hierro, Orientalizante, Bronce Final). La cremación no es un invento ibero: en el noreste ya existía desde finales del II milenio a.C., y en el sur llegó más tarde, probablemente desde el norte.
Necrópolis del Noreste Peninsular
Momento Preibérico
En el noreste, encontramos incineración y necrópolis de entierro en urnas o en fosas (luculi). En la costa y prelitoral central de Cataluña, se han identificado necrópolis de “campos de urnas” propiamente dichos, con urnas en agujeros y cubrimiento sencillo. En el interior, predominan los entierros tumulares, diferentes en el Bajo Aragón (túmulos propiamente dichos) y en el Segre (túmulos planos de piedra rodada).
Mundo Ibérico
En el noreste, existen pocas necrópolis ibéricas (unas 10), y la falta de tumbas es un problema para la investigación. Algunos yacimientos con tumbas del ibérico antiguo son L’Oriola, Mas de Mussol y Mianes, ninguna asociada a un núcleo de hábitat. En el ibérico pleno, se observa una asociación entre las necrópolis y las grandes ciudades ibéricas, como la necrópolis de Puig de Serra con Puig de Sant Andreu d’Ullastret, o las del valle de Cabrera de Mar (Turó dels dos Pins, Can Ros, Can Rodón) en el Maresme, asociadas a la capital layetana en Burriac. En el ibérico final (ibero-romano), prácticamente no hay necrópolis.
Necrópolis del Sur Peninsular
Raíces (siglos VIII-VII a.C.): Bronce Final Tartésico y Mundo Orientalizante
En el sur, las raíces del mundo funerario ibérico se basan en la inhumación, con sepulcros colectivos cubiertos por túmulos. A mediados del siglo VII a.C., se introduce el ritual de incineración. Un ejemplo de este cambio es el túmulo A de Setefilla (Lora del Río, Sevilla), que pasó de ser un sepulcro colectivo a uno individual con una arquitectura notable.
Siglo VII a.C.
A mediados del siglo VII a.C., se extienden por Andalucía túmulos de una cámara (aunque también hay entierros de dos personas), denominados “tumbas principescas”, con un ajuar funerario muy rico. Estas tumbas, propias de la segunda mitad del siglo VII a.C. y del siglo VI a.C., no están aisladas, sino cerca de otras tumbas, formando necrópolis. Ejemplos: necrópolis de Tutugi (Galera, Granada).
Principios del Siglo IV a.C.
A principios del siglo IV a.C., aparecen las grandes necrópolis ibéricas del sur, con muchos entierros y diversos formatos arquitectónicos. Ejemplo: necrópolis de Baza (Granada), donde se encontró la Dama de Baza. Se observa una mayor cantidad de entierros, con la práctica desaparición de los túmulos y la aparición de nuevas supraestructuras, como pilares-estela y sepulcros turriformes (como el de Pozo Moro, Albacete).
Interpretación de las Necrópolis del Sur
En estas necrópolis, se puede establecer una gradación en la complejidad de las tumbas, desde fosas simples hasta tumbas de cámara. Se ha propuesto una organización interna en función de la relación clientelar, con una tumba principal (como la de la Dama de Baza) y otras tumbas de menor rango a su alrededor. Sin embargo, esta teoría ha sido criticada. También se han encontrado evidencias de banquetes funerarios, con una gran destrucción de riqueza, que simboliza el fin de la vida y la transmisión de una imagen de poder a los vivos.
La Lengua y la Escritura en la Cultura Ibérica
La escritura ibérica, en su origen, estaba ligada al mundo fenopúnico. Existían tres sistemas de escritura, con predominio del ibérico nororiental o levantino. No se detectan variantes dialectales, lo que ha llevado a la hipótesis de que la lengua escrita no corresponde a la lengua hablada por todas las comunidades ibéricas, sino que podría ser una lengua franca.
Los Signarios Ibéricos
- Ibérico nororiental o levantino: El más extendido.
- Ibérico sudoriental o meridional: Menor en localización, con signos parecidos al levantino pero valores fonéticos diferentes. Presenta semejanzas con el signario sudoccidental (tartésico o sudlusitano).
- Alfabeto greco-ibérico: Basado en signos griegos, con menos evidencias y muy costero.
Problemática sobre la Escritura Ibérica
La ausencia de variantes dialectales en los textos ibéricos, que datan desde el siglo V a.C., es un enigma para los filólogos. Se ha propuesto que la lengua escrita podría ser una lengua franca utilizada para la comunicación entre comunidades a lo largo de la costa mediterránea peninsular. Sin embargo, esta hipótesis plantea problemas, como la presencia de topónimos ibéricos en zonas muy locales.
Elementos Identificados en la Escritura Ibérica
A pesar de no haber sido descifrada, se han identificado:
- Topónimos: Nombres de lugares.
- Etnónimos: Denominaciones de etnias o pueblos.
- Antropónimos: Nombres de personas, generalmente configurados por dos formantes.
Soportes de la Escritura Ibérica
La mayoría de los textos ibéricos se encuentran en plomos, muchos de ellos en forma de cartas enrolladas. También se ha encontrado escritura en cerámica, generalmente en la parte inferior del vaso, con signos incisos y muy cortos, interpretados como marcas de posesión.
Signario Nororiental
Se cree que este signario ibérico se inspiró en el alfabeto fenopúnico, aunque las dos lenguas y escrituras son diferentes. Los signos se reinterpretan, y solo en una pequeña zona se observa una influencia griega.
El Cambio en la Escritura Ibérica
La diferencia entre textos duales y no duales se sitúa a principios del siglo II a.C., coincidiendo con la Segunda Guerra Púnica y la ocupación romana. Sin embargo, la escritura ibérica se mantuvo durante un tiempo, como evidencia la estela de Guissona, lo que demuestra que la cultura ibérica no desapareció con la llegada de los romanos.
Intentos de Traducción de la Escritura Ibérica
La lengua ibérica no es indoeuropea y no es comparable literalmente con ninguna lengua actual. Aunque se ha intentado comparar con el vasco (vascoiberismo), el ibérico no es vasco, aunque sí están emparentados. La comparación con el vasco puede ser útil para algunas cuestiones, pero no sirve para traducir el ibérico.