El Segundo Bienio Republicano (1933-1936)

Las Elecciones de 1933 y el Gobierno de Derechas

Las elecciones generales se celebraron el 18 de noviembre de 1933, siendo las primeras en España en las que votaron las mujeres. La izquierda se presentó desunida, con candidaturas separadas de republicanos y socialistas, enfrentados por los conflictos sociales de la etapa anterior. Por el contrario, la derecha se presentó unida y organizada. El resultado fue la victoria de los partidos de centro-derecha, inaugurando el Bienio Negro. Dos fuerzas políticas obtuvieron los mejores resultados: el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA de Gil Robles. El presidente de la República, Alcalá Zamora, confió la formación de gobierno al Partido Radical.

La Paralización de las Reformas

El nuevo gobierno, presidido por Alejandro Lerroux, inició su mandato paralizando una buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo se frenó la reforma agraria: se fijó la devolución de tierras a la nobleza, se anuló la cesión de tierras mal cultivadas a los campesinos de Extremadura y se concedió total libertad de contratación. Los propietarios mostraron su voluntad de desquitarse de las reformas anteriores y los campesinos respondieron con huelgas. La cuestión agrícola enfrentó también al gobierno central con la Generalitat de Cataluña a raíz de la promulgación de la Ley de Contratos de Cultivo. Esta ley permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas (rabassaires) acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban pagando a los propietarios unos precios tasados. Los propietarios catalanes, organizados alrededor de la conservadora Lliga Catalana, buscaron el apoyo de la mayoría. Estos enviaron la ley al Tribunal de Garantías Constitucionales, que determinó su inconstitucionalidad y anuló sus efectos. El gobierno de la Generalitat no aceptó la anulación y aprobó una nueva ley prácticamente idéntica. Por otro lado, el gobierno central también se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar la discusión del proyecto de estatuto vasco impulsado por el PNV. El gobierno también intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero e iniciando negociaciones para firmar un concordato con la Santa Sede. En cuanto al ejército, no se anuló la reforma, pero se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo y para los colaboradores con la dictadura de Primo de Rivera. En materia de educación, se respetaron los cambios del gobierno anterior, aunque se redujo el presupuesto. El viraje conservador y la obstrucción de las reformas impulsadas en el bienio de izquierdas tuvieron una radicalización del PSOE y de la UGT. Su ala más izquierdista propuso dejar de colaborar con las fuerzas burguesas y propició la revolución social; el sector más moderado defendía la necesidad de colaborar con los republicanos de izquierda para estabilizar la República. El sector más radical del PSOE y los anarquistas declararon una guerra abierta contra el nuevo gobierno, que se materializó en la proliferación de huelgas y conflictos. Ante esta situación, la CEDA endureció su posición y reclamó una acción más contundente en materia de orden público, exigiendo participar directamente en el gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. Lerroux accedió a estas peticiones y otorgó tres carteras ministeriales a la CEDA.

La Revolución de Octubre de 1934

La izquierda interpretó la entrada de la CEDA en el gobierno como una deriva hacia el fascismo. Al día siguiente se produjeron huelgas y manifestaciones para defender las reformas sociales. El movimiento fracasó a nivel nacional por la falta de coordinación y la contundente respuesta del gobierno, que decretó el estado de guerra. Los sucesos más graves se produjeron en Asturias y Cataluña. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social. Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos de la cuenca, tomaron gran parte de los cuarteles de la Guardia Civil y sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios que asumieron el abastecimiento de alimentos, el funcionamiento de los transportes y el suministro de agua y electricidad. Los mineros conquistaron Oviedo y se enfrentaron con las fuerzas del orden. El gobierno envió desde África a la Legión para reprimir el levantamiento. La represión fue durísima: más de 1000 mineros muertos, 2000 heridos y unos 5000 detenidos, lo cual desencadenaría una campaña de solidaridad internacional con las víctimas. En Cataluña, la revuelta tuvo un carácter más político que en Asturias. Contó con Lluís Companys, quien pretendía evitar la entrada de la CEDA en el gobierno. Por ello proclamó la República catalana al mismo tiempo que una alianza de partidos y sindicatos de izquierda organizaba una huelga general. Se declaró el estado de guerra y el ejército, al mando del general Batet, ocupó el palacio de la Generalitat. Hubo muchos detenidos, entre ellos todos los miembros del gobierno catalán y Azaña, que fue también encarcelado. En Madrid fueron detenidos varios líderes de la izquierda, entre ellos Largo Caballero.

La Crisis del Segundo Bienio

La CEDA aumentó su influencia en el gobierno y se mostró partidaria de aplicar las condenas con rigor y de proceder a una reorientación más dura de la política del gobierno. Se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña, se anuló definitivamente la Ley de Contratos de Cultivo y los campesinos fueron obligados a pagar la totalidad de las rentas. Se devolvieron las propiedades a los jesuitas y se nombró a Gil Robles ministro de la Guerra y a Francisco Franco jefe del Estado Mayor. La CEDA presentó un anteproyecto para modificar la Constitución. Tanto los radicales como Alcalá Zamora se mostraron favorables a esta reforma. Una fuerte crisis de gobierno estalló más adelante. El Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción, como el caso del estraperlo (una ruleta trucada) y los casos de malversación de fondos por parte de varios políticos radicales. Estos escándalos agravaron las diferencias en el interior de la coalición gubernamental. Los radicales de Lerroux, que al final dimitió, estaban completamente deslegitimados para gobernar y se hacía imprescindible un relevo en el poder. Gil Robles intentó que le nombraran presidente del gobierno, pero Alcalá Zamora se negó y decidió convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.

El Triunfo del Frente Popular

Las Elecciones de Febrero de 1936

Los partidos de izquierda se agruparon en el Frente Popular, una coalición electoral basada en un programa común que defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados por la revolución de octubre de 1934, la reintegración en cargos y puestos de trabajo para los represaliados por razones políticas y la aplicación de la legislación reformista suspendida por la coalición radical-cedista. Los partidos de derecha formaron distintas coaliciones, constituidas por la CEDA, los monárquicos y los tradicionalistas (Bloque Nacional). El Frente Popular obtuvo el 48 % de los votos y se convirtió en la fuerza ganadora. La derecha tuvo buenos resultados y aumentó su fuerza, por ejemplo, en las dos Castillas, mientras que la izquierda obtuvo la mayoría en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona. De acuerdo con lo firmado en el programa del Frente Popular, el nuevo gobierno quedó formado exclusivamente por republicanos, mientras que los socialistas y el resto de partidos de la coalición se comprometieron a prestarle apoyo parlamentario. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República y Casares Quiroga jefe de gobierno.

El Frente Popular en el Gobierno

El nuevo gobierno puso en marcha una coalición electoral. Se decretó una amnistía, fueron excarcelados y se obligó a las empresas a readmitir a los obreros despedidos. El gobierno de la Generalitat volvió de nuevo al poder y se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y en el País Vasco y Galicia se iniciaron las negociaciones para la aprobación de sus respectivos estatutos. El nuevo gobierno reanudó el proceso reformista y presentó un proyecto para la devolución de los bienes comunales a los municipios. Esperanzados con las nuevas perspectivas de cambio, los partidos de izquierda y los sindicatos se lanzaron a una movilización popular. Los anarquistas defendían la necesidad de acciones revolucionarias y se orientaba hacia soluciones radicales cercanas a las del PCE. En las ciudades se convocaron huelgas para pedir la mejora de las condiciones laborales; en el campo, los jornaleros se adelantaban a la legislación y ocupaban las tierras. La nueva situación fue recibida por las derechas con absoluto rechazo: muchos propietarios de tierras se opusieron a las medidas de gobierno; algunos empresarios industriales cerraron fábricas y la Iglesia volvió a lanzar campañas contra la República. Falange Española asumió un fuerte protagonismo y fomentó un clima de enfrentamiento civil y crispación política. Utilizando grupos falangistas, formaron patrullas armadas que iniciaron acciones violentas contra los líderes izquierdistas.

Hacia el Golpe de Estado

La creación de un clima de violencia era una estrategia que favorecía a los sectores decididos a organizar un golpe de Estado militar contra la República. La misma noche de las elecciones de febrero, el general Franco intentó declarar el estado de guerra. Destacó la conspiración militar que tuvo escasa fuerza hasta que estuvo al mando Emilio Mola. Este tenía un plan y consistía en organizar un pronunciamiento militar simultáneo en todas las guarniciones posibles. Para frenar los rumores golpistas, el gobierno trasladó de destino a los generales más directamente implicados en los complots, pero no se atrevió a destituirlos. La conspiración militar contaba con el apoyo de las fuerzas políticas de la derecha. También se establecieron contactos con la Italia fascista y la Alemania nazi. Pero las discrepancias entre los conspiradores en cuanto al tipo de régimen a instaurar tras el golpe de Estado hacían aplazar la fecha del levantamiento. El día 14 de julio se produjo en Madrid el asesinato de José Calvo Sotelo, que colaboraba con las milicias de izquierda. Su muerte aceleró los planes golpistas y la sublevación se inició el día 17 de julio, dando origen a una guerra civil.