El Siglo XVIII en España: Literatura, Sociedad y Pensamiento Ilustrado

El espíritu enciclopedista tuvo una gran repercusión en la cultura española de este siglo y la creación literaria derivó hacia la investigación y la docencia. Así, el ensayo se convirtió en el género predominante. La finalidad pedagógica y el carácter moralizante de la literatura fueron cambiando en este siglo. En un principio se trataba de enseñar sin atacar a la sociedad, y después se hará una crítica de la sociedad y sus costumbres.

Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)

Fue uno de los más relevantes del ensayismo español. Sus publicaciones fueron polémicas, pero de enorme prestigio. Su obra más importante se recoge en 8 volúmenes del Teatro crítico universal, formada por ensayos sobre medicina, literatura, etc. Intentaba descubrir los adelantos del resto de Europa y destruir las supersticiones. Su estilo es sencillo y natural, con una intención docente. Su prosa es precisa y espontánea.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)

Fue un observador de la realidad española e intentó resolver los problemas de la época. Sus ideas se apoyan en la ideología ilustrada. Su producción se centra en los problemas de España:

  • El progresismo material del país (Informe en el expediente de la Ley Agraria, donde explica los inconvenientes para desarrollar la agricultura).
  • La instrucción pública (Plan general de Instrucción Pública, que considera la cultura la base del progreso).
  • La historia cultural (Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos, donde repasa la historia de las diversiones públicas).
  • La política (Memoria de defensa de la Junta Central, donde muestra sus ideas ilustradas y liberales).

En sus obras prima la intención didáctica, aunque su prosa sobria y elegante posee cualidades literarias.

José Cadalso Vázquez (1741-1782)

En su primera obra, Los eruditos a la violeta, ataca con humor la erudición recargada y artificial. La más importante son las Cartas marruecas, publicada póstumamente, donde expresa los defectos de la sociedad española. Utiliza un ciudadano marroquí, Gazel, que describe sus impresiones sobre España en sus cartas a su país. Así pretendía dejar en evidencia los vicios de la nación con los que justificar el fracaso de España: la ruina provocada por guerras, el atraso científico, las supersticiones y las costumbres. A pesar de su escepticismo pesimista, Cadalso confía en el ser humano y en el progreso, que se consigue observando a los avanzados.

Poesía en el Siglo XVIII

La poesía de la primera mitad de siglo es una continuación de la lírica barroca del XVII. En la segunda mitad se produce el triunfo del neoclasicismo. Es una poesía equilibrada y de formas correctas que evita el exceso de fantasía y confesión sentimental.

Fábulas de Samaniego e Iriarte

La fábula es la confluencia entre literatura, didactismo y crítica. Sus cultivadores más destacados son:

  • Samaniego: profundo conocedor del pensamiento ilustrado y admirador de los autores clásicos del género que escribe las Fábulas morales, con el fin de ridiculizar los defectos humanos: ambición, hipocresía y orgullo. La ironía, el humor y el tono prosaico son las características de estas fábulas; entre ellas destacan: La Lechera, La cigarra y la hormiga y El cuervo y el zorro.
  • Iriarte: sus Fábulas literarias recogen en sus moralejas las preocupaciones estéticas de la época, convirtiéndose en preceptivas del Neoclasicismo. Tratan sobre la utilidad de las reglas, la importancia de unir lo útil con lo estético y necesidad de escribir en un estilo claro y sencillo.

Meléndez Valdés y la Poesía Anacreóntica

Quizás sea el poeta lírico más importante del siglo. Representa la síntesis de las dos corrientes poéticas: la poesía anacreóntica y la filosófica y social.

La poesía anacreóntica está constituida por composiciones amorosas en ambientes bucólicos, en los que se exalta a la mujer y los placeres de la vida. La forma es de ritmo ligero y gracioso, tono afable. La naturaleza es el elemento fundamental. Destaca la sensorialidad: el color de las estaciones, el ruido de fuentes y viento. Sobresalen poemas como De los labios de Dorila, La paloma de Filis o El lunarcito.

Jovellanos, con una obra en la que les exhortaba a abandonar temas amorosos, llevó a Meléndez a desarrollar una poesía filosófica y moral, con composiciones que expresan las ideas filantrópicas de la Ilustración. Los temas serán la agricultura, la educación, el trabajo y la mendicidad. La poesía adquiere un tono más sentimental. La forma de los versos ahora será entrecortada y ampulosa. Ejemplos son epístolas como La Beneficencia, La Columna, o los romances como La Tarde, La Lluvia o El invierno es el tiempo de la meditación.

Teatro en el Siglo XVIII

En la primera mitad, el teatro sigue con los rasgos barrocos del lenguaje y buscando el efectismo escenográfico. Pero el Neoclasicismo y las preceptivas de la segunda mitad cambiarán las tendencias teatrales que pondrán sus ojos en el teatro clásico francés. En ellas predomina la intención didáctica: tenía que servir para educar a los espectadores. Algunas normas son:

  • Respetar la regla de las tres unidades (única acción, escenario único y tiempo cronológico coherente).
  • Ofrecer un argumento verosímil con acontecimientos inventados.
  • Mantener la contención imaginativa, eliminando lo de mal gusto.
  • Atenerse a un género y no mezclar tragedia y comedia.
  • Adoptar una finalidad educativa y moralizante.

La tragedia tuvo como mejores autores a Nicolás Fernández de Moratín, con obras de influencia francesa como Guzmán el Bueno, y a Vicente García de la Huerta, autor de Raquel, de carácter neoclásico pero con resonancias barrocas.

Comedia Neoclásica de Moratín

Su producción teatral se compone exclusivamente de comedias, pues para él era el género que mejor expresaba las costumbres nacionales, los vicios y errores comunes. Las obras de Moratín tienen una clara intención didáctica y moral. Los temas de sus comedias son dos: la libertad de elección en el matrimonio y la igualdad de los cónyuges. Este es el tema que desarrolla en obras como El viejo y la niña y El sí de las niñas. En ellas se ajusta a las normas del Neoclasicismo e incluyen las ideas del pensamiento ilustrado. En El sí de las niñas se presenta el desenlace feliz de un compromiso desigual: don Diego, tío de Carlos, decide romper su compromiso con doña Paquita, mucho más joven que él, y cede su mano a su sobrino cuando descubre que ambos estaban enamorados. Otra obra importante fue La comedia nueva y El Café, donde satiriza el teatro contemporáneo.