Contexto Sociopolítico y Cultural (1950-1960)

En Argentina, a partir de la segunda mitad de los años 50, la sociedad comenzó a modernizarse a la par de una renovación intelectual gestada años atrás y del surgimiento de nuevas tendencias. Estas estaban representadas por el protagonismo social de la juventud y el progreso de la mujer, enmarcado en el contexto de la Guerra Fría.

El avance de la industria automotriz convirtió, a fines de los 50, a Córdoba en un gran polo de atracción para migrantes, transformando el campo económico y social de dicha capital, cuya población económicamente activa estaba mayoritariamente compuesta por obreros y comerciantes del rubro, y por empleados públicos y privados. A partir de esto, fábricas, facultades, bares y foros intelectuales sumaron sus fuerzas a esta politización y se constituyeron en los protagonistas de los levantamientos populares que darían fin al gobierno del General Onganía.

Córdoba, Tucumán y Rosario constituyeron los ejes de la militancia obrero-estudiantil, y ciudades como La Plata, Mar del Plata y Paraná los secundaron. Las universidades, con opciones de nuevas carreras y otros factores, facilitaron el asentamiento estable de jóvenes y familias, dinamizando sus zonas de influencia.

La Llegada del Rock y las Nuevas Tendencias (1960-1970)

En esta década, el rock llegó a la Argentina como reflejo de una explosión musical que se expandía por el mundo. Pero ese furor ágil, rebelde y descontraído llegaría solo como una nueva música de moda.

Con las nuevas tendencias contraculturales del hippismo y el flower power, sumados al auge del turismo aventura y del mochilerismo, muchos jóvenes viajaban en busca de “amor y paz” y de experiencias comunitarias, impactando en la situación femenina, la visión sobre el matrimonio, la moral sexual y la relación entre los sexos, abandonando paulatinamente lo socialmente establecido.

Durante estos viajes, que provocaron el boom del turismo nacional, en las rutas, campings, fogones y durante los días compartidos entre nativos y jóvenes urbanos, este sector social intercambió ideas, proyectos comunes, formas de ver y sentir la realidad político-social argentina y las inquietudes regionales e ideológicas, siendo el turismo juvenil un agente importante de politización.

Acompañando el devenir social, nuevas actividades y figuras populares se imponían en la cotidianidad de los argentinos gracias a la televisión, que continuaba masificándose, mostrando shows musicales, programas ómnibus, teleteatros y programas de humor que reflejaban con astucia la inestabilidad política, además de espectáculos que expresaban la creatividad de una época socialmente convulsionada.

El music-hall teatral, nutrido por la creciente ideologización y del mensaje pacifista, invadió la escena y fue perseguido por la censura oficial debido a lo polémico de sus contenidos.

El Nacimiento del Rock Nacional

La música fue una protagonista vital de este agitado período, y el momento en el que el rock argentino comenzó a formarse como género musical puede situarse a mediados de los años 60, cuando varios grupos underground empezaron a componer canciones en español sobre los temas que preocupaban a los jóvenes de ese momento. Se trataba de una época en que el solo hecho de ser joven resultaba sospechoso y preocupante.

Las pautas eran distintas y opuestas a lo establecido. Las premisas de los rockeros argentinos se apoyaban en nuevos conceptos éticos y estéticos y, como reflejo de la beatlemanía, los pelos largos comenzaron a aparecer y la imagen externa sufrió cambios notables, a la par de que en bares, plazas, pensiones y otros puntos de encuentro, el rock en castellano comenzaba a ser realidad. Allí estaban Javier Martínez, Miguel Abuelo, Tanguito, Pajarito Zaguri y otros que, sin ser músicos, también compartían la flamante filosofía.

Las primeras épocas fueron realmente duras: carentes de medios, perseguidos por la policía, ignorados por los productores, incomprendidos por la prensa y el resto de los jóvenes, su radio de acción se vio circunscripto a unos escasos puntos de reunión y, a medida que se fue acentuando el clima de lucha social, al comienzo de los años 70, algunos compositores comenzaron a incorporar en sus repertorios canciones con connotaciones políticas de carácter testimonial, a las que se llamó “canciones de protesta”, que no tardaron en ser víctimas de la represión.

No sólo se prohibieron los grandes recitales, sino también las actuaciones por televisión y por radio, y la industria del disco fue cuidadosamente censurada. De esta manera, los músicos tuvieron que actuar muy cautelosamente en los desplazamientos metafóricos de sus letras, intentando dar identidad a la juventud argentina y brindando un mensaje de paz en tiempos de violencia.

Los Primeros Éxitos y la Consolidación (1965-1975)

En 1965 llegaron a Buenos Aires Los Gatos Salvajes, un grupo rosarino que, si bien ingresó en un circuito menos bohemio y más comercial, se sumó a la consigna casi utópica de cantar rock en castellano.

En 1967, Litto Nebbia y Los Gatos editaron su primer disco para el sello Mandioca. “La Balsa” y “Ayer nomás” dieron al rock argentino su primer éxito masivo, y el movimiento cobraba fuerza. Comenzaron los festivales, los productores prestaron mayor atención al fenómeno, apareció la revista “Pinap” y nuevos músicos se atrevieron a mostrar lo suyo, aunque la represión se hizo más fuerte y los jóvenes porteños terminaban sus fiestas en comisarías de diferentes barrios.

En 1969, la experiencia musical conoce el cambio con el primer disco de Almendra, imprimiendo un giro en la industria y la creación junto a Manal, incorporando temáticas y arreglos provenientes del jazz. La revista “Pinap” organizó recitales donde reunió a Manal, Almendra, Moris y Miguel Abuelo, entre otros. “Muchacha ojos de papel”, “Ana no duerme” y “Avellaneda Blues” fueron temas que marcaron la nueva tendencia musical, con temáticas que reflejaban las preocupaciones del hombre y el joven en su cotidianidad, además de dejar, en algunos casos, descripciones de paisajes urbanos como lo hiciera el tango de los años 30 y 40.

Este “nuevo ambiente” rompía con los moldes pautados por el mercado discográfico y se hacía una música contracultural, así mismo que el jazz continuaría su fusión con el rock, el folklore y el tango. En febrero de 1970 apareció la revista “Pelo” con los objetivos de apoyar a los progresivos y diferenciarlos de los complacientes, pero eso no bastaba para apuntar a un movimiento que cada vez contaba con mayor cantidad de artistas y recitales. Los festivales B.A. Rock -organizados por “Pelo”- congregaban multitudes, pero los medios de comunicación tergiversaban los acontecimientos y las posibilidades de trascendencia masiva no eran muchas.

El B.A. Rock significó una fiesta multitudinaria cuya protagonista era la música y donde se marcó el traspaso generacional.

Aparecen grupos y solistas que enriquecieron el panorama a partir del rock “acústico”, como por ejemplo Gabriela, la primera dama de esta rama de la música, por lo que el movimiento del rock estaba en pleno auge.

La Dictadura y el Retroceso (1976-1980)

Los años 70 se fueron poniendo cada vez más difíciles en la vida política argentina, y la mayoría de los músicos no eran ajenos a ello. El rock argentino, desde sus comienzos, se forjó rodeado de una fuerte actitud y se convirtió en un modo de vida tanto para músicos como para público y seguidores. Eso hizo que se considerase sospechoso desde el poder político de la época y que fuese duramente castigado por la censura imperante.

Los músicos y artistas del rock se profesionalizan y aumentan su mercado de trabajo hacia 1972 con la aparición del grupo Sui Generis, un dúo acústico integrado por Charly García y Nito Mestre. Ellos consiguieron ampliar el público que consumía rock por aquellos días y supieron acercar a los escenarios rockeros a los adolescentes y estudiantes.

Los movimientos sociales y el proceso político enmarcado en la violencia fueron seguidos, reflejados y protagonizados por el rock vernáculo. El periodo se cierra con la separación de Sui Generis en 1975.

Así como el vino típico de las guitarreadas y reuniones criollas quedó asociado al folklore como un vicio inseparable, la violencia y la droga significaron algo similar para el rock: las persecuciones de fines de los 60 se incrementaron al compás del ritmo violento que vivió el país. La juventud, rockera o no, fue un objetivo a perseguir por sus comportamientos e ideología, aunque esto no solo fue patrimonio del rock como cultura contestataria.

En 1976 llega el golpe de Estado de Jorge Videla, que dejaría un país arruinado y más de 30.000 desaparecidos. No era buen momento para hacer canciones; muchos artistas deciden partir a otros lugares más seguros y muchos otros deciden pasar más o menos desapercibidos. El rock argentino retrocedía y cedía lugar. Con esa desesperanza se llega a los años 80, donde se daría el gran cambio.