España en el Siglo XVII: Crisis, Conflictos y Pérdida de Hegemonía
El Comercio Americano y la Legislación Indiana
A través del comercio americano llegaron productos como el maíz, la patata, el cacao, el azúcar y el tabaco, entre otros. La labor desarrollada por España en América ha suscitado muchas críticas. No cabe duda de que se buscaba ante todo oro y riquezas, y que se usó para ello mano de obra indígena. A través de las encomiendas se repartían los indios entre los españoles, y aunque se buscaba su protección, esto no impidió su explotación. De ahí la crítica de Bartolomé de las Casas y finalmente la aprobación por la Corona de sucesivas leyes que ponían el acento en el respeto a los aborígenes, considerados súbditos de la monarquía y teóricamente libres.
Todo ello llevó a una temprana polémica moral sobre los justos derechos de conquista, donde se planteaba oficialmente una discusión sobre la legalidad de la conquista y los derechos de los indígenas. El jurista Francisco de Vitoria plantearía los principios del derecho de gentes, lo que actualmente denominamos derecho internacional, que se plasmaron en las Leyes Nuevas de Indias (1542).
Los Austrias del Siglo XVII: El Gobierno de Validos y la Crisis de 1640
La principal innovación en el funcionamiento del sistema político de la monarquía española en el siglo XVII fueron los validos, personajes miembros de la aristocracia en los que el rey depositaba su total confianza. El monarca se desentendía de las labores de gobierno y el valido tomaba las principales decisiones. Gobernaron al margen del sistema de los Consejos y en su lugar crearon Juntas como órganos de asesoramiento, compuestas por sus propios partidarios.
El nuevo sistema significó un aumento de la corrupción. Los validos aprovecharon su poder para conseguir cargos, pensiones y mercedes para sus familiares y partidarios, lo que provocó críticas generalizadas por parte de los letrados que formaban los Consejos y los miembros de la aristocracia que no gozaban del favor del valido.
Validos más importantes
- Validos de Felipe III: Duque de Lerma.
- Validos de Felipe IV: Conde-Duque de Olivares.
- Validos de Carlos II: Conde de Oropesa.
En la monarquía hispánica del siglo XVII se manifestaron conflictos entre una tendencia centralizadora, que trataba de homogeneizar los territorios de la Corona de Castilla, y una tendencia descentralizadora, que buscaba el mantenimiento de los fueros e instituciones particulares de cada territorio.
El fracaso de Olivares para que las instituciones catalanas aceptaran la “Unión de Armas” no le impidió mandar tropas al Principado al estallar la guerra con Francia. La presencia de tropas castellanas precipitó el estallido de revueltas entre el campesinado catalán. Finalmente, el día del Corpus Christi, grupos de campesinos atacaron Barcelona, asesinando al virrey y a las autoridades. La Generalitat se puso al frente de la rebelión y, ante el avance de tropas castellanas, los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. El dominio de Francia acabó con la reconquista del Principado y la caída de Barcelona en 1652. La Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos (1668).
En diciembre de 1640 se inició la rebelión en Portugal. La falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocaron que las clases dirigentes dejaran de ver ventajas en su unión. La rebelión, organizada en torno a la dinastía de los Braganza, se extendió rápidamente y fue apoyada por Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España. Finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabaría reconociendo la independencia de Portugal en 1668.
La Guerra de los Treinta Años y la Pérdida de la Hegemonía Española en Europa
Las guerras fueron una constante del que ha sido denominado Siglo de Hierro. La cruel Guerra de los Treinta Años y la Guerra Franco-Española significaron cuarenta años de guerras que se saldaron con una serie de pérdidas que minaron decisivamente la hegemonía española en Europa.
El reinado de Felipe III fue un reinado pacífico. Agotada España y sus enemigos tras las continuas guerras del siglo anterior, se paralizaron los conflictos con Francia, Inglaterra y los rebeldes holandeses, con los que se firmó la Tregua de los Doce Años.
Con Felipe IV y su valido, el Conde-Duque de Olivares, España volvió a implicarse en los grandes conflictos europeos. La monarquía española participó en la Guerra de los Treinta Años, apoyando a los Habsburgo de Viena y a los príncipes católicos alemanes. El fin de la Tregua de los Doce Años añadió un nuevo frente al conflicto, mientras que Francia aprovechaba las circunstancias e iniciaba la lucha en Italia.
El conflicto comenzó con victorias de los Habsburgo, como la toma de Breda a los holandeses y la Montaña Blanca en el conflicto germánico. Pronto cambió el signo del conflicto y las derrotas se repitieron, como en Rocroi ante Francia, mientras que holandeses e ingleses atacaban las posesiones americanas. La impotencia de los Habsburgo llevó finalmente al Tratado de Westfalia en 1648, por el que se ponía fin a la Guerra de los Treinta Años y en el que España reconoció la independencia de Holanda.
La Paz de Westfalia no marcó el fin de las hostilidades, y la guerra continuó hasta 1659 contra Francia. Finalmente, en la Paz de los Pirineos, Felipe IV aceptó importantes cesiones territoriales: Rosellón, Cerdaña y Artois, en beneficio de la Francia de Luís XIV.
La débil monarquía de Carlos II fue incapaz de frenar el expansionismo francés, cediendo diversos territorios europeos. Su muerte sin descendencia provocó la Guerra de Sucesión al trono español, en la que al conflicto interno se superpondrá un conflicto europeo general. La Paz de Utrecht en 1713 significó el fin del imperio español en Europa.
Factores Principales de la Crisis Demográfica y Económica del Siglo XVII y sus Consecuencias
En la primera mitad del siglo aparecen serios problemas demográficos. Cruentas epidemias, entre las que destacan las de peste, se repitieron periódicamente coincidiendo con épocas de carestía y hambre. Otros factores contribuyeron a la crisis demográfica: la expulsión de los moriscos, las frecuentes guerras exteriores y el incremento de los miembros del clero, que redundó en un descenso de la tasa de natalidad. La crisis golpeó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos.
En la segunda mitad del siglo, la crisis continuó y se agudizó. A la decadencia de la agricultura, agravada por la expulsión de los moriscos, se le unió la de la ganadería lanar, que encontró graves dificultades para la exportación, y la de la industria, incapaz de competir con las producciones extranjeras.