Condiciones Laborales de los Mineros en Bizkaia: Un Análisis del Artículo de ‘La Lucha de Clases’ (1896)
Contexto Histórico y Social de los Mineros en Bizkaia a Finales del Siglo XIX
Artículo de “La Lucha de Clases” (23 de mayo de 1896)
Este texto, un artículo del periódico La Lucha de Clases fechado el 23 de mayo de 1896 en Bilbao, critica la situación de los obreros mineros de Bizkaia a finales del siglo XIX. Se centra, especialmente, en las condiciones de las cantinas y los barracones, así como en el incumplimiento de lo pactado tras la huelga minera de 1890. Se trata de una fuente histórica primaria, de carácter político por su forma y social por su contenido. Su autor es desconocido, aunque probablemente sean los representantes de los obreros y mineros de Bizkaia o el propio Tomás Meabe, fundador del semanario La Lucha de Clases. El artículo es de carácter público, dirigido a la clase obrera, y su alcance se limita a Bizkaia.
El texto se sitúa a comienzos del movimiento obrero socialista en Bizkaia, dentro de la etapa conocida como la Restauración (1875-1917), coincidiendo con la regencia de María Cristina y el gobierno conservador. Se vivía una grave crisis económica y social, que propició el auge de nuevas ideologías como los nacionalismos, el socialismo y el movimiento obrero.
Conceptos Clave
- Gallarta: Villa minera de Bizkaia, uno de los centros de explotación de mineral de hierro más importantes de la región.
- Cuarteles: Viviendas mineras de pésima calidad, propiedad de las empresas mineras.
- Negreros sin conciencia: Comparación de los propietarios de las minas con los traficantes de esclavos de los siglos XVIII y XIX.
Denuncia de las Condiciones de Vida de los Mineros
El tema central del texto es la denuncia de las condiciones de vida de los mineros bizkaínos a finales del siglo XIX. Las principales ideas hacen referencia a la importancia de la lucha obrera, los avances logrados tras la huelga de 1890, el mantenimiento de los cuarteles y cantinas, y el valor (y amenaza) de la huelga.
El documento se divide en varios párrafos que hacen referencia al mitin celebrado en el frontón de Gallarta el 1 de mayo del mismo año. Se pueden extraer dos ideas principales:
- Los cinco primeros párrafos explican que los motivos que originaron la huelga minera de 1890 apenas han cambiado, y los mineros siguen en pésimas condiciones.
- El último párrafo advierte que los mineros volverán a la huelga si continúa su explotación por parte de los patronos.
El texto comienza criticando duramente la situación de las viviendas (cuarteles) y tiendas (cantinas) de la zona, abogando por su desaparición. Se indica que ambas eran obligatorias y estaban en manos de los “reyezuelos” de la región, que eran los propietarios de las minas, quienes las dejaban en manos de los capataces.
La Huelga de 1890 y sus Consecuencias
Para reforzar el argumento, se hace referencia a la primera huelga general ocurrida en Bizkaia en 1890, en la que los mineros “se levantaron en masa reclamando la limitación de la jornada de trabajo y la desaparición de los barracones y tiendas obligatorias”. Se reconoce que, tras la misma, la jornada laboral se redujo a diez horas, pero con respecto a las viviendas y tiendas, la situación permanecía igual “con cortísima diferencia”.
Descripción de las Condiciones en Barracones y Cantinas
El siguiente párrafo describe de manera breve pero precisa las condiciones de estos establecimientos. Como describe con más detalle el escritor Blasco Ibáñez en su novela El Intruso, era “condición indispensable para ser admitido al trabajo” albergarse en dichos barracones (casuchas comunes y antihigiénicas) y comprar los géneros alimenticios (y de otro tipo) en determinadas tiendas. De estos alimentos se dice que solían ser casi siempre “malos y a precios escandalosos”.
Razones de la Condena a la Situación
Esta situación es condenable por varias razones que se exponen en el párrafo siguiente:
- Constituía un gravísimo atentado a la libertad, dado que eran obligatorias.
- Era un insulto a las leyes de sanidad e higiene, dada su insalubridad.
- Era una explotación antihumanitaria en manos de “negreros”.
Por ello, ningún gobierno culto podía tolerar por más tiempo esta situación.
Llamamiento a la Acción y Amenaza de Huelga
Finaliza el texto con un llamamiento al propio gobierno y autoridades para acabar con esta situación que solo favorece la insaciabilidad de los explotadores sin conciencia. De no ser así, los obreros mineros “apelarán al legítimo derecho a la huelga”.
El Movimiento Obrero Vasco a Finales del Siglo XIX
El movimiento obrero vasco tuvo un desarrollo incipiente antes de la Segunda Guerra Carlista, con la presencia de representantes vizcaínos en la primera reunión de la Federación Regional Española de la AIT en 1870, y la edición de algunas publicaciones como La Justicia en San Sebastián o La Trompeta en Vitoria. Sin embargo, no cobró verdadera fuerza hasta finales del siglo XIX, en el marco de la Revolución Industrial, con la puesta en explotación de las minas y la creación de nuevas fábricas en el País Vasco.
Condiciones de Vida de Mineros y Obreros Industriales
Los mineros vascos sufrían las peores condiciones de vida y eran en su mayoría peones. Debido a la abundancia de mano de obra, los patronos tenían donde elegir, por lo que su capacidad para exigir mejoras estaba muy limitada. Por el contrario, los obreros industriales podían ejercer mayor presión sobre la empresa porque, al ser más estables, su capacidad asociativa era mayor. En cualquier caso, unos y otros vivían en condiciones precarias, con pésimas condiciones de higiene, de vivienda y de alimentación. El rápido crecimiento de los pueblos y barrios deterioró mucho los niveles de vida y resultaban habituales las situaciones de hacinamiento.
El Socialismo en el País Vasco
En este contexto, la ideología que tuvo mayor penetración tanto entre los mineros vascos como entre los obreros de las industrias fue el socialismo. La implantación del Partido Socialista Obrero Español en el territorio fue cada vez mayor, de modo que en la década de 1890 publicaba su propia prensa en Bilbao, Eibar y San Sebastián, y había incrementado significativamente el número de afiliados. El País Vasco llegaría a convertirse, junto con Madrid y Asturias, en uno de los pilares del socialismo español.
El socialismo se propagó por la margen izquierda del Nervión y los barrios obreros de Bilbao gracias, sobre todo, a Facundo Perezagua, quien en 1879 había colaborado con Pablo Iglesias en la fundación del Partido Socialista Obrero Español. Perezagua destacó por su labor en la organización y defensa de los mineros en Vizcaya, impulsando la creación de la Agrupación Socialista de Bilbao (1887). Un año más tarde nacían las agrupaciones socialistas de Ortuella, Sestao y La Arboleda.
La Huelga como Herramienta de Lucha
La huelga era la acción colectiva a la que se recurría de forma más frecuente. La huelga de mayo de 1890 tuvo gran trascendencia en la formación del movimiento obrero vasco. Iniciada por los mineros vizcaínos, que reivindicaban viviendas más dignas, se extendió a los obreros fabriles por solidaridad. La huelga se precipitó por el despido de cinco trabajadores y las reivindicaciones se centraron en su readmisión, en limitar la jornada de trabajo a 10 horas y en la supresión del trabajo a destajo, de los barracones y de la compra obligatoria en las cantinas (controladas por los patronos). La huelga acabó con el estado de guerra y la intervención del general Loma, quien puso fin al conflicto satisfaciendo las demandas de los trabajadores.
Sin embargo, las huelgas no cesaron. Al contrario, se abrió un período caracterizado por la radicalidad socialista y las malas relaciones entre patronos y trabajadores. En este sentido, el País Vasco, junto con Asturias, se convirtió en la vanguardia del movimiento obrero español, que integraba distintos colectivos procedentes de otras zonas del Estado.
Conclusión
Las manifestaciones de los mineros son un ejemplo más de la lucha de clases motivada por la industrialización. En este caso, de los obreros contra los patrones, dueños no solo de las minas, sino también de tiendas y viviendas obligatorias para los mineros.
Durante el periodo de la Restauración, hubo diversas huelgas con resultados dispares. La primera más importante, por su alcance y logros, es la que se desarrolla en 1890. Le seguirán, entre las más conocidas, la de 1903, 1906 y 1910, en las que intervinieron los generales Loma y Zappino (proclive a las aspiraciones mineras). La favorable resolución de muchas huelgas hizo ganar prestigio a los socialistas, puesto que habían canalizado los descontentos. Muchos de los cabecillas de las revueltas eran personajes de todos conocidos por su filiación política: Facundo Perezagua, “Seisdedos”, etc. Con su actuación marcaron el camino que debía seguir el naciente Movimiento Obrero.