España en la Restauración: Claves del Sistema Canovista, Crisis del 98 y Regeneracionismo
El Sistema Político Canovista y la Restauración Borbónica
El sistema político canovista fue el modelo de gobierno instaurado en España con la Restauración Borbónica (1874-1931), consolidado por Antonio Cánovas del Castillo tras la proclamación de Alfonso XII como rey en 1874. Su objetivo era garantizar la estabilidad política tras el convulso Sexenio Democrático (1868-1874), caracterizado por golpes de Estado y conflictos internos. Se basaba en tres pilares:
- Monarquía fuerte: Con amplios poderes para el rey.
- Bipartidismo controlado: Asegurando la alternancia entre el Partido Conservador de Cánovas y el Partido Liberal de Sagasta, evitando la intervención del Ejército en la política.
- Manipulación electoral: Rechazando el sufragio universal y garantizando la continuidad del sistema mediante el fraude.
La Constitución de 1876 era un texto flexible que permitía alternar entre sufragio censitario y universal según el partido en el poder. Además, establecía la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, aseguraba amplios poderes para la Corona y consolidaba la unidad católica, fortaleciendo el papel de la Iglesia en la sociedad.
Uno de los mecanismos clave del sistema fue el turno pacífico, que garantizaba la alternancia entre conservadores y liberales mediante métodos fraudulentos como:
- Caciquismo: Con el control de los caciques locales sobre el voto de la población.
- Encasillado: Donde los gobernadores civiles aseguraban el reparto de escaños antes de las elecciones.
- Fraude electoral: Que incluía manipulación de censos, compra de votos y falsificación de actas.
Aunque el sistema garantizó estabilidad durante décadas, no era una democracia real, ya que las elecciones estaban controladas. La crisis de 1898, con la pérdida de las últimas colonias y la aparición de nuevos movimientos políticos (republicanos, socialistas y nacionalistas), debilitó la Restauración y la llevó a su progresivo colapso.
El Manifiesto de Primo de Rivera y la Dictadura
Escrito en 1923 por Miguel Primo de Rivera, justificando el golpe de Estado del 13 de septiembre. Presentaba su intervención militar como la única solución ante la crisis política, social y económica que atravesaba España. El documento tenía un tono persuasivo y propagandístico, dirigido al pueblo y al Ejército, con el objetivo de obtener apoyo.
Se enmarca en la crisis del sistema de la Restauración, marcada por:
- Corrupción política: Desgaste del sistema canovista y fracaso del turno pacífico.
- Conflictividad social (1917-1919): Con huelgas, auge del anarquismo y comunismo.
- Guerra de Marruecos y Desastre de Annual (1921): Con miles de muertos y gran impacto en la opinión pública.
Primo de Rivera tuvo el respaldo de:
- Rey Alfonso XIII: Que vio en la dictadura una forma de estabilizar España.
- Ejército: Que compartía su desconfianza hacia los políticos civiles.
- Iglesia y burguesía catalana: Que buscaban orden y estabilidad económica.
- Élites económicas y clases medias: Que temían la revolución obrera.
- PSOE y UGT: Que al principio apoyaron al régimen por sus medidas laborales.
Su dictadura tuvo dos fases:
- Directorio Militar (1923-1925): Suspendió la Constitución de 1876, persiguió la corrupción y el caciquismo, creó la Unión Patriótica como partido único, reprimió el regionalismo y tuvo éxito en Marruecos con el Desembarco de Alhucemas (1925).
- Directorio Civil (1925-1930): Intentó institucionalizar su régimen con la Asamblea Nacional Consultiva (1927) y aplicó un fuerte intervencionismo económico, invirtiendo en infraestructuras y nacionalizando sectores estratégicos.
La Guerra del 98 y sus Consecuencias
Conflicto entre España y EE.UU. en 1898 que provocó la pérdida de las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La derrota tuvo graves consecuencias:
- Desprestigio del sistema de la Restauración: Que quedó desacreditado por su incapacidad para mantener el imperio.
- Crisis moral y pesimismo en la sociedad española: Que generó una profunda autocrítica.
- Surgimiento del regeneracionismo: Un movimiento que proponía reformas para modernizar España.
- Aparición de la Generación del 98: Un grupo de escritores y pensadores que reflejaron la decadencia del país en sus obras.
La guerra marcó el final del imperio colonial español y aceleró la descomposición del régimen canovista.
El Fenómeno del Indiano
Nombre dado a los emigrantes españoles, especialmente canarios, que emigraron a América en busca de fortuna y regresaron a su tierra natal con riqueza. A su vuelta, se convertían en figuras influyentes, invirtiendo en negocios y en la modernización de sus comunidades. Durante la época del caciquismo (finales del XIX y principios del XX), algunos indianos adquirieron poder político y económico.
La emigración a América fue masiva en esta época, motivada por la pobreza en España. Los destinos más comunes eran Cuba, Venezuela y Uruguay. Al regresar, muchos construían grandes casas y financiaban infraestructuras, ganándose tanto admiración como envidia en la sociedad.
El Regeneracionismo como Respuesta a la Crisis
Movimiento intelectual y político surgido tras la crisis del 98 que denunciaba la decadencia de España y proponía reformas para modernizarla. Inspirado en el arbitrismo del siglo XVII y la Ilustración del XVIII, tuvo como principal exponente a Joaquín Costa, quien influyó en la Generación del 98.
En política, líderes como Maura y Canalejas intentaron aplicar reformas regeneracionistas para mejorar la administración y la economía.
En el ámbito militar, Primo de Rivera y Franco adoptaron ideas regeneracionistas desde un enfoque autoritario.
En el siglo XX, tanto el PSOE como el PP han usado discursos regeneracionistas para proponer cambios políticos.
La “Era de las Canary Islands” y el Desarrollo Económico
Este término hace referencia a un periodo de gran desarrollo económico en Canarias a comienzos del siglo XX, impulsado en gran medida por la inversión británica en la región. Durante esta época, las islas se convirtieron en un enclave estratégico para el comercio internacional, especialmente debido a su posición privilegiada en las rutas marítimas del Atlántico.
Uno de los factores clave de este crecimiento fue la construcción y modernización de infraestructuras portuarias, destacando la expansión del Puerto de la Luz en Las Palmas de Gran Canaria y el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Estos puertos no solo facilitaron el comercio y el tránsito de mercancías, sino que también fueron fundamentales para el abastecimiento de carbón a los barcos de vapor que cruzaban el Atlántico, lo que convirtió a Canarias en un punto de escala esencial para la navegación internacional.
Otro elemento fundamental de este auge fue la introducción del monocultivo del plátano, promovido por empresarios británicos y controlado por compañías comerciales como Fyffes, que se encargaban de la exportación del producto principalmente hacia el mercado británico. Este cultivo reemplazó en importancia a otras producciones agrícolas tradicionales de las islas, consolidándose como uno de los principales motores económicos del archipiélago.
Gracias a estas inversiones y mejoras, Canarias se integró en los circuitos comerciales internacionales, beneficiándose de una mayor actividad económica y el desarrollo de infraestructuras. Sin embargo, este crecimiento también tuvo efectos colaterales, como una mayor dependencia del capital extranjero y desigualdades en el desarrollo económico de las distintas islas. Además, la fuerte presencia británica en la economía canaria generó cierta preocupación entre sectores nacionalistas, que veían en esta influencia una posible amenaza a la soberanía española sobre el archipiélago.
La Ley de Cabildos (1912) y la Organización Territorial de Canarias
En el contexto de los debates sobre la administración territorial de España y las tensiones internas dentro del archipiélago canario, se promulgó en 1912 la Ley de Cabildos, un hito fundamental en la organización política de las islas. Esta ley estableció la creación de los cabildos insulares, instituciones encargadas de la gestión administrativa de cada isla, con competencias en diversas áreas como infraestructuras, sanidad, educación y economía.
La implantación de estos órganos de gobierno respondió a la necesidad de descentralizar la administración y dar mayor autonomía de gestión a cada isla. Sin embargo, también tuvo como objetivo intentar solucionar el prolongado conflicto entre Tenerife y Gran Canaria en torno a la capitalidad del archipiélago. Hasta entonces, la capital administrativa de Canarias se encontraba en Santa Cruz de Tenerife, lo que generaba malestar en sectores de Gran Canaria, que demandaban una mayor equidad en la distribución del poder.
A pesar de la creación de los cabildos, la ley no logró eliminar completamente las tensiones entre ambas islas:
- En Gran Canaria, las aspiraciones de una división provincial continuaron, ya que consideraban insuficiente el reconocimiento de los cabildos y seguían reclamando una administración propia separada de Tenerife.
- En Tenerife, en cambio, algunos sectores defendían una autonomía regional más amplia para el conjunto del archipiélago, en lugar de la descentralización insular establecida por la ley.
A largo plazo, la Ley de Cabildos de 1912 marcó un precedente en el autogobierno canario, al sentar las bases del sistema político insular vigente en la actualidad. Los cabildos se convirtieron en instituciones clave en la gestión del territorio y en el desarrollo económico y social de cada isla, consolidando una estructura administrativa diferenciada dentro del Estado español. Con el tiempo, esta organización territorial evolucionó, influyendo en la posterior concesión del régimen autonómico a Canarias en el siglo XX.