Transformación Económica de España en el Siglo XIX: Agricultura e Industrialización
La Economía Española en el Siglo XIX: Agricultura e Industrialización
La economía española del siglo XIX dependía fundamentalmente de la agricultura y del sector primario. El proceso desamortizador fue la primera pieza de la transformación agraria de este siglo. **Desamortizar** era nacionalizar los bienes de la Iglesia o de los municipios para luego ser vendidos en pública subasta; los ingresos de estas ventas iban al senado de la Hacienda Pública. Se pueden distinguir tres grandes etapas en la legislación desamortizadora.
Etapas de la Desamortización
- Primera etapa: Se produjo en el cambio de siglo, iniciada por Godoy en 1789 y afectó a bienes de la Iglesia, con un resultado positivo para la Hacienda real.
- Segunda etapa: El ministro de Hacienda Mendizábal en 1836 afectó principalmente los bienes del clero regular y, desde 1841, también los del clero secular, con el objetivo de sanear la Hacienda Pública y cubrir la deuda heredada.
- Tercera etapa: Tuvo lugar en 1855 con el ministro de Hacienda Madoz, que afectó tanto a los bienes de la Iglesia como de municipios y comunales.
Consecuencias de la Desamortización
Las consecuencias de este gran proceso de nacionalización fueron las siguientes:
- Se incrementó el número de grandes terratenientes, nuevos propietarios que invirtieron su dinero en tierras y casas.
- La desamortización apenas afectó a la estructura de la propiedad de la tierra.
- Los compradores fueron gente adinerada procedente de la vieja aristocracia y burgueses enriquecidos por los negocios.
- Se permitió poner en cultivo gran cantidad de tierras abandonadas.
- Los grandes perdedores fueron los campesinos, puesto que no pasarían a ser propietarios, la Iglesia y los municipios.
Todo esto ayuda a explicar el apoyo que la causa carlista recibió del mundo rural y campesino, puesto que la desamortización era vista como un instrumento de los liberales.
Esta masiva operación de venta de tierras afectó a la producción agrícola, ya que se calcula que cambiaron de dueño más de 10 millones de hectáreas. Otros factores ayudaron al desarrollo tímido de la agricultura, como la supresión del diezmo eclesiástico y la Mesta, la lenta mejora de las comunicaciones y el aumento de población. En general, la producción creció de forma modesta hasta el último cuarto de siglo, momento en el que aumentó la productividad de los cultivos. La agricultura constituyó un sector clave, pero menos dinámico que en otros países europeos. Es verdad que aumentó la superficie cultivada, pero los niveles de consumo y de productividad fueron bajos. La producción agraria no creció más por la escasa capacidad de demanda y la reducida población urbana. Por este motivo, España se volvió exportadora de trigo y harina. La producción nacional, pues, no bastaba para satisfacer la demanda de una población en rápido crecimiento. Por último, tampoco la agricultura fue motor de arrastre de la demanda de productos industriales para su aplicación en el campo y no aportó capitales de forma notable. Ante esta situación, la reforma agraria liberal en España se centrará, sobre todo, en la modificación de la estructura jurídica de la propiedad y en la retirada de los obstáculos señoriales (Mesta y derechos jurisdiccionales), dejando al libre juego económico la solución de los demás problemas presentes. En esencia, por tanto, esta reforma agraria consistirá en lo que denominamos **desamortización**.
La Revolución Industrial en España
En cuanto a la incorporación de España al proceso de la revolución industrial, lo más destacado es que fue tardío, lento y muy localizado. Se desarrollaron las industrias textiles en Cataluña (Barcelona). El camino hacia la industrialización fue iniciado por el algodón, ya que se transportaba mejor, era más barato, se podía extraer mejor y, por lo tanto, la lana quedaba como manufactura. El desarrollo industrial catalán se basó en la introducción de máquinas como las mulas y máquinas de vapor. El resto de los sectores textiles se encontraban en Castilla y León como la industria lanera o en Valencia, Murcia y Granada con la industria de la seda. Por último, en Galicia se centraba la industria del lino que acabó por extinguirse. La metalúrgica en Vizcaya (Bilbao), Asturias (Oviedo y Gijón) estuvieron muy supeditadas a las materias primas necesarias para su desarrollo como el hierro y el carbón, que eran utilizadas para realizar obras públicas como los puentes o las vías del ferrocarril. El desarrollo industrial se centró en las zonas costeras por su fácil accesibilidad por mar y cercanía a los europeos, más avanzados económicamente. El resto de España se mantuvo prácticamente sin industrializar.
Causas del Fracaso de la Revolución Industrial en España
- Inestabilidad política: guerra de Independencia, pérdida de los territorios americanos y guerras carlistas.
- Escasez de materias primas, un carbón escaso de baja calidad y difícil explotación, así como de algodón, que tenía que ser importado en su totalidad.
- Deficiente red de comunicaciones.
- Atraso tecnológico, falta de capitales nacionales y dependencia del exterior tanto en capitales como en técnica y energías.
- Débil mercado interior, baja capacidad adquisitiva, estancamiento agrícola y escasa competitividad en el mercado internacional debido al proteccionismo.
El Ámbito Agrícola
En el ámbito agrícola, se introdujeron muy pocas innovaciones técnicas que no fueron las suficientes debido a la ausencia de una clase media agraria-propietaria. Los cultivos más destacados fueron el trigo en las dos mesetas; la vid, que tuvo su momento de auge cuando entraron en decadencia los viñedos franceses a causa de la filoxera; y el olivo, especialmente en Andalucía, se extenderá a Aragón y Cataluña. Se produjo una especialización regional: maíz y patata en el norte, cultivos arbustivos en la franja mediterránea y cereales en las dos Mesetas.