Transformación de España: Desarrollo Económico y Tensiones Sociales Durante el Franquismo Tardío (1956-1975)
El Franquismo Tardío (1956-1975): Desarrollo Económico y Tensiones Sociales
Los años 1956-1959 supusieron un punto de inflexión entre el primer y el segundo Franquismo.
El Plan de Estabilización de 1959 llevó a España a una forzada austeridad y se inauguró una fase de ideología desarrollista.
Como afirma el catedrático de Historia Contemporánea José Luis de la Granja, en los años sesenta, se aprecia un cambio en la imagen y el discurso oficial: los veinticinco años de paz y la prosperidad económica relegan tópicos del primer franquismo.
Pero en un contexto de mayor bienestar social, creció la movilización popular en demanda de libertades, mientras que el régimen no ofrecía otra respuesta que el endurecimiento de su política represiva.
Entre 1962 y 1975, tres Planes de Desarrollo de duración cuatrienal transformaron la España rural y agraria del primer franquismo en la décima potencia industrial del mundo.
El bienestar creciente se reflejaba en el desarrollo de la industria del automóvil y del sector de los electrodomésticos.
Tres pilares fundamentales sostuvieron este crecimiento:
- Divisas procedentes del turismo
- Ahorros enviados por los emigrantes
- Inversión de capital extranjero
Los desequilibrios territoriales se agudizaron, ya que el éxodo rural despobló grandes áreas del interior peninsular al mismo tiempo que crecían los núcleos industriales. Cuatro millones de personas abandonaron sus pueblos de origen para dirigirse a Europa, a las regiones prósperas de España o a las capitales de provincia.
El turismo, la emigración y el establecimiento de empresas multinacionales pusieron en contacto a los españoles con nuevos modos de comportamiento político y social.
En 1963 se aprueba la Ley de Bases de la Seguridad Social. Con ella, un número creciente de españoles accedería a pensiones de jubilación y se extendió la cobertura sanitaria.
A pesar de la férrea censura y la manipulación de los medios, el Gobierno no pudo impedir cierta apertura intelectual, aunque se hallaban alejados de las preocupaciones de una gran mayoría de la sociedad, inmersa en la “cultura de evasión”.
Los años sesenta supusieron la legitimación definitiva del régimen franquista en el exterior.
Un tema esencial para los gobiernos de los tecnócratas era la relación de España con la Comunidad Económica Europea (CEE). El Franquismo, desde 1959, pidió a la CEE el establecimiento de conversaciones para entrar en el grupo, algo que no le sería concedido nunca, a causa de las características políticas del régimen.
Al compás del desarrollo económico y cultural crecieron los deseos de cambio, manifestados en un despliegue más amplio de la oposición.
La principal fuerza de oposición en el interior era el Partido Comunista, dirigido desde el exilio por Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo.
Barcelona, Madrid, País Vasco y Asturias fueron las zonas más conflictivas de España y el régimen perdía poco a poco el control de la Universidad.
La influencia de Mayo de 1968 intensificará las protestas universitarias hasta la muerte de Franco.
En Cataluña, la oposición democrática constituyó en 1971 la Asamblea de Cataluña, con gran presencia en todos los movimientos de carácter cívico, cultural o político.
Desde finales de los años sesenta, la organización independentista vasca ETA recurrió al terrorismo. En 1970, el Proceso de Burgos obligó a Franco a indultar a los condenados ante las multitudinarias movilizaciones populares durante las semanas del juicio.
El desgaste de las relaciones Iglesia-Estado desembocó en una desavenencia continua. En 1971, la Santa Sede colocó en la Diócesis de Madrid al Cardenal Tarancón, para dirigir la reorientación política de la Iglesia española.
La protesta contra el régimen en los años sesenta incluía las jerarquías de la Iglesia, los intelectuales, la universidad, el mundo del trabajo, las clases medias y un sector de la burguesía que empezaba a creer que con Franco resultaba completamente imposible la modernización del Estado.
En un intento de modernización, se promulgó una nueva ley fundamental, la Ley Orgánica del Estado, un simulacro de actualización de su entramado legislativo, que separaba los cargos de jefe del Estado y presidente del Gobierno.
En julio de 1969, Franco hizo que las Cortes nombrasen al príncipe Juan Carlos su sucesor en la Jefatura del Estado.
El régimen se debatía entre el aperturismo y el inmovilismo.
En junio de 1973, Franco renunció a sus funciones de jefe del Gobierno y las traspasó a Carrero Blanco, quien fue asesinado por ETA el mismo día en que se abría la sesión en el TOP contra diez miembros de Comisiones Obreras.
El enfrentamiento Iglesia-Estado fue muy importante ante la Homilia de Añoveros, obispo de Bilbao.
En Portugal, una revolución militar incruenta acababa con el régimen portugués.
Ochenta militares españoles del ejército español crearon la Unión Militar Democrática con el objetivo de la ruptura democrática.
Ginebra