Santo Tomás de Aquino: Razón, Fe y Ley Natural en la Escolástica
Contexto Histórico del Pensamiento de Santo Tomás de Aquino
Para entender el pensamiento filosófico de Santo Tomás de Aquino, es fundamental considerar los textos accesibles en su época y un hecho clave: mientras que una gran cantidad de literatura antigua, especialmente la obra de Aristóteles, era estudiada y comentada por pensadores árabes y judíos, en el mundo latino occidental era prácticamente desconocida. Fueron precisamente los árabes quienes reintrodujeron la filosofía aristotélica en Europa.
Debido a la presencia de musulmanes y judíos en el sur de Europa, en particular en España, y a ciertos intereses compartidos con los cristianos, comenzó un proceso de traducción de estos textos en diversas ciudades, destacando Toledo, donde se creó la famosa Escuela de Traductores. A partir de estas traducciones, el interés por Aristóteles creció, y ya antes del año 1200 comenzaron a verterse textos directamente del griego al latín. Para mediados del siglo XIII, en torno a 1250, lo esencial de la obra aristotélica ya se encontraba disponible en latín.
La llegada masiva de estos escritos coincidió con la consolidación de la Universidad de París en 1215, lo que resulta clave para entender el contexto filosófico de Santo Tomás de Aquino. En esta universidad se debatió intensamente la nueva filosofía aristotélica. Hasta ese momento, el pensamiento cristiano había estado influenciado principalmente por el platonismo, con figuras como San Agustín y San Anselmo utilizando ideas de Platón para explicar la fe cristiana. Sin embargo, Aristóteles proponía una visión racional del mundo y del ser humano independiente de la doctrina cristiana, lo que generó un gran debate.
La Universidad de París se convirtió en el epicentro de la confrontación entre las corrientes filosóficas del siglo XIII. En un primer momento, los estatutos fundacionales de la universidad prohibieron la enseñanza de la obra de Aristóteles, excepto sus escritos sobre lógica (el Organon), por considerarlos peligrosos para la fe cristiana, siguiendo la decisión de un concilio provincial en 1210. A lo largo de las décadas siguientes, el obispo de París reiteró estas prohibiciones en 1240, 1270 y 1277, favoreciendo en su lugar la visión agustiniana. No obstante, el aristotelismo moderado, representado por figuras como Alberto Magno y, sobre todo, Santo Tomás de Aquino, terminó imponiéndose y convirtiéndose en la doctrina filosófica oficial de la Iglesia.
El pensamiento predominante de la época se conoce como escolástica, ya que surgió en las escuelas monacales y luego en las universidades. Se trató de un movimiento filosófico que buscaba justificar de manera racional los dogmas y creencias del cristianismo, integrando la fe con la razón.
La Relación Razón-Fe en Santo Tomás de Aquino
Antes de Santo Tomás, pensadores como San Agustín ya habían reflexionado sobre la relación entre razón y fe. Para él, ambas eran compatibles: la razón ayudaba al hombre a encontrar la fe, pero por sí sola era insuficiente para alcanzar el conocimiento completo. Creía que “creo para entender”, ya que donde la razón no llegaba, Dios iluminaba el camino. Nunca estableció una separación estricta entre ambas, pues su objetivo era buscar la verdad cristiana.
Averroes, en cambio, defendía la teoría de la doble verdad, según la cual razón y fe se contradecían y eran independientes. Esto suponía un desafío directo a la visión agustiniana, al otorgar autonomía total a la razón.
Durante la Edad Media, este debate fue central en la filosofía. Santo Tomás de Aquino propuso su propia solución:
- Límites entre razón y fe: Existen verdades exclusivas de la razón, otras solo accesibles por la fe (como los misterios religiosos) y algunas que pertenecen a ambos ámbitos, llamadas preámbulos de la fe. Ejemplos de estas últimas son la existencia de Dios y la creación del mundo, ya que pueden demostrarse filosóficamente. Santo Tomás creía que era útil que algunas verdades racionales también fueran impuestas por la fe para que todos pudieran conocerlas.
- Colaboración entre razón y fe: La razón ayudaba a la fe organizando la teología de manera lógica y proporcionando argumentos contra posturas filosóficas contrarias al cristianismo. Sin embargo, la fe debía ser el criterio supremo: si la razón llegaba a conclusiones opuestas a la fe, se consideraban erróneas y debían corregirse. Así, aunque Santo Tomás concedía autonomía a la razón, esta siempre debía ajustarse a la doctrina cristiana.
La Demostración de la Existencia de Dios
En la Suma Teológica, Santo Tomás analiza tres cuestiones sobre la existencia de Dios:
- Si es evidente por sí misma: Algunos pensadores sostenían que la existencia de Dios es evidente y no necesita demostración. Santo Tomás rechaza esta idea, argumentando que la existencia de Dios es evidente en sí misma, pero no lo es para todos.
- Si es demostrable: Aunque Dios no es evidente para nosotros, su existencia puede ser demostrada. Santo Tomás distingue entre esencia y existencia y rechaza el argumento ontológico de San Anselmo.
- Cómo es demostrable: Santo Tomás propone cinco vías para demostrar la existencia de Dios:
- Primera vía (movimiento): Todo lo que se mueve es movido por otro. No puede haber una cadena infinita de motores, por lo que debe existir un Primer Motor Inmóvil: Dios.
- Segunda vía (causa eficiente): Todo tiene una causa, pero no puede haber una serie infinita de causas, por lo que debe existir una Causa Primera: Dios.
- Tercera vía (contingencia): Los seres del mundo podrían no existir. Para que algo exista, debe haber un ser necesario que origine todo: Dios.
- Cuarta vía (grados de perfección): Existen diferentes grados de perfección en los seres. Debe haber un ser supremo y perfecto, que es Dios.
- Quinta vía (orden del mundo): Todo en el universo sigue un orden y tiende a un fin. Esto sugiere la existencia de una inteligencia suprema que dirige todo: Dios.
A través de estas vías, Santo Tomás concluye que podemos saber que Dios existe, pero no conocer completamente su esencia.
Ética Tomista: Ley Natural y Felicidad
Santo Tomás de Aquino toma como base la ética aristotélica y la adapta al pensamiento cristiano, desarrollando una ética material y teleológica. Para él, el ser humano tiene un fin último: la felicidad, que consiste en la visión beatífica (la contemplación de Dios en el más allá). Mientras que Aristóteles veía la felicidad en la vida contemplativa filosófica, Santo Tomás la enfoca en lo religioso.
Para alcanzar este fin supremo, el hombre debe seguir la ley natural, que es la participación de la ley eterna de Dios en la criatura racional. Según Santo Tomás, Dios ha impreso un orden en la creación mediante dos leyes:
- Ley eterna: el orden divino que rige todo el universo.
- Ley natural: la parte de la ley eterna que afecta al ser humano y que puede ser conocida por la razón.
La ley natural es el fundamento de la moral, pues de ella derivan los principios y normas del comportamiento humano, reflejados en los Diez Mandamientos.
Contenido de la Ley Natural
- Primer principio: “Hay que hacer el bien y evitar el mal”. Es universal, evidente e inmutable.
- Normas derivadas del primer principio:
- Conservación de la vida: Como ser vivo, el hombre debe preservar su existencia.
- Procreación y educación de los hijos: Como ser animal, tiene la tendencia natural a la reproducción.
- Búsqueda de la verdad y vida en sociedad: Como ser racional, busca el conocimiento y la justicia.
Propiedades de la Ley Natural
La ley natural es evidente, porque puede ser comprendida por la razón; universal, ya que aplica a todos los seres humanos, y inmutable, pues no cambia con el tiempo ni las circunstancias.
Política en Santo Tomás: Ley Natural y Ley Positiva
Santo Tomás, al igual que Aristóteles, considera que el ser humano es social por naturaleza y que la sociedad es esencial para su desarrollo y perfección. La razón solo puede desplegarse plenamente en comunidad, pues el hombre necesita de la convivencia para alcanzar su finalidad.
Distingue entre ley natural y ley positiva. La ley natural establece principios universales de justicia, pero son demasiado generales, por lo que deben concretarse mediante la ley positiva, es decir, las normas escritas que rigen cada sociedad. Estas leyes deben ser una prolongación de la ley natural; si no, serán injustas y podrán ser desobedecidas. La búsqueda de la justicia es lo que une el derecho y la moral.
La ley positiva es necesaria porque la vida en sociedad exige un sistema legal que regule la convivencia y resuelva conflictos. No es simplemente una imposición del poder, sino una condición para la armonía social. Además, debe concretar los principios naturales en normas claras y justas para la convivencia. Sin embargo, nunca debe contradecir la ley natural, pues una legislación que viole derechos fundamentales sería ilegítima.
En política, Santo Tomás considera que los mejores gobiernos son la monarquía, la aristocracia y la democracia, siempre que respeten la ley natural en la creación de sus normas. Respecto a la relación entre Iglesia y Estado, la concibe de manera similar a la relación entre fe y razón: el Estado es independiente, pero debe estar subordinado a la Iglesia, ya que su propósito último es guiar a los hombres hacia Dios.