España en el Siglo XIX: Cortes de Cádiz, Fernando VII y Emancipación Americana
Las Cortes de Cádiz de 1810: Origen del Constitucionalismo Español
La elaboración de la primera constitución española se produjo en medio del conflicto bélico y será obra de las Cortes de Cádiz. Esta Regencia convocó las Cortes de Cádiz de 1810, que constituyen la primera experiencia de régimen parlamentario en España.
Se hicieron elecciones indirectas a partir de las parroquias por sufragio universal masculino de mayores de 25. Se eligieron 223 diputados en las provincias españolas y americanas. El primer paso que dieron estas Cortes reunidas ya fue una novedad y un gran paso revolucionario: no fueron Cortes estamentales, sino un parlamento unitario y moderno. Era producto de una oleada de democratismo que se vivía en España en 1810, influencia del espíritu francés revolucionario, a pesar de que se estuviese luchando contra sus ideólogos.
Las reuniones se iniciaron el 24 de Septiembre de 1810. Pronto aparecieron cuatro tendencias ideológicas entre los diputados: liberales, serviles, americanos e ilustrados moderados.
Aparte de los principios generales constitucionalistas, los diputados reunidos en Cádiz acometen de inmediato reformas legislativas concretas y prácticas que no podían esperar por la situación de guerra. Fueron trabajos sensacionales que adoptaron en su labor legislativa, que se efectuó mientras se estaba elaborando la Constitución. Una de las primeras leyes fue el decreto que estableció la igualdad jurídica de los españoles. Se redactó a los once días de iniciarse las sesiones. Un mes más tarde se promulga el decreto de libertad de prensa.
La Constitución de Cádiz de 1812: “La Pepa”
La Constitución de Cádiz, conocida popularmente como “La Pepa” porque fue aprobada el 19 de marzo de 1812, era un texto constitucional amplio que pretendía abordar parte de los aspectos de la vida política. Establecía algunos principios muy avanzados, como el sistema de representación unicameral, el carácter electivo de los ayuntamientos, la separación de poderes, los impuestos únicos, la milicia nacional o la generalización de las escuelas elementales. Modernizaba la administración (aprobación de los primeros presupuestos), organizaba un sistema judicial unificado y se proponía establecer códigos penal y criminal comunes.
Características principales de la Constitución de 1812:
- Se proclama la soberanía nacional y la igualdad jurídica de los españoles.
- Se proclama a España como una monarquía parlamentaria, moderada y hereditaria.
- Aparece una clara división de poderes:
- El poder legislativo recaía en las Cortes, que elaboran y aprueban las leyes y los presupuestos. Para que una ley entrase en vigor era necesaria la sanción real. El rey podía negarse a firmar una ley tres veces.
- El poder ejecutivo lo tendrá el rey, quien nombraba a los ministros que tendrían responsabilidad ante las Cortes.
- El poder judicial estaba en manos de tribunales civiles y criminales compuestos por jueces profesionales.
- Las Cortes serán elegidas por todos los españoles mediante un sistema indirecto y sufragio universal masculino.
- La Constitución reconoce una serie de derechos y libertades del ciudadano.
- La fuerza de la Iglesia Católica se demuestra con la declaración como oficial de la religión católica y el reconocimiento de su control sobre las publicaciones de temas religiosos.
Más adelante, una vez aprobado el texto constitucional, a partir de 1812, y en cierto sentido como complemento y defensa de puntos esenciales del mismo, las Cortes tomaron una serie de importantes decisiones legislativas como la abolición de la contribución a las órdenes religiosas conocida como voto Santiago.
El Reinado de Fernando VII (1813-1833): Absolutismo y Liberalismo
El Retorno al Absolutismo en el Contexto de la Europa de la Restauración (1814-1820)
Tras la derrota de Napoleón en 1814, las potencias que lo habían vencido (Rusia, Prusia, Austria, Gran Bretaña y Suecia) junto con la Francia derrotada se reunieron en el Congreso de Viena. Allí trataron de volver atrás como si nada hubiera cambiado, restaurar los principios del Antiguo Régimen y devolver a cada soberano los territorios que “legítimamente” les correspondían. En este contexto, los soberanos de Rusia, Austria y Prusia crearon una alianza militar, conocida como Santa Alianza, a la que se unió la Francia de Luis XVIII con sus Cien Mil Hijos de San Luis, para intervenir contra los brotes revolucionarios liberales en cualquier país de Europa.
Este sistema no pudo parar los profundos cambios económicos y políticos que vivía Europa, y las nuevas revoluciones liberales acabaron con él, aunque antes intervino contra los liberales españoles. En este contexto llega Fernando VII a España, manteniendo al principio una actitud de expectativa hasta conocer los apoyos con que contaba, pero dando muestras de cuál era su intención. Su llegada a Valencia coincidió con la publicación del llamado Manifiesto de los persas, en el que más de un tercio de los diputados criticaba los cambios y pedía la implantación de la monarquía absoluta. Esto, junto con el apoyo del ejército y una parte del clero, decidieron al rey por publicar un decreto (4 de mayo de 1814) derogando la Constitución de 1812.
Comenzó la represión política, uno de los caracteres del periodo, contra afrancesados y liberales que fueron detenidos, desterrados o exiliados; funcionarios depurados y cierre de todos los periódicos. El ejército y la Iglesia fueron los pilares de esta labor.
El intento de volver al Antiguo Régimen se plasmó en la reaparición de Consejos, Audiencias y gremios, la no convocatoria de las Cortes, la pretensión de restaurar la sociedad estamental y la jurisdicción señorial, la devolución de sus propiedades a la Iglesia. Volver atrás era ya muy difícil, porque España era el país de Europa, después de Francia, que más cambios políticos había vivido en la etapa de la guerra. El gobierno de Fernando VII fue muy inestable. La Hacienda Real estaba casi en quiebra y las reformas técnicas fueron rechazadas por los estamentos privilegiados.
La política exterior fue otro desastre. La Guerra de España había contribuido enormemente a la derrota final del ejército napoleónico, pero España fue tratada como una potencia de segundo orden en el Congreso de Viena. Tampoco se consiguieron de Francia indemnizaciones de guerra. Pero ese papel de segundo orden no era sino la constatación de una realidad: no había ni ejército ni dinero para actuar como gran potencia.
La última característica destacable del periodo es la abundancia de conspiraciones y pronunciamientos liberales, a menudo apoyados por sociedades secretas como la masonería.
En enero de 1820, la conspiración triunfó. Tras un enorme esfuerzo presupuestario, se había conseguido reunir un ejército en Cádiz para ser embarcado hacia América y combatir allí a los liberales independentistas. Uno de sus jefes, el comandante Riego, proclamó la Constitución de 1812 en Cabezas de San Juan. La sublevación se extendió a otras guarniciones y finalmente, en marzo, Fernando VII aceptó firmar la Constitución.
El Trienio Liberal (1820-1823)
Una Junta de Gobierno provisional restableció inmediatamente la legislación derivada de la Constitución de 1812, pero la colaboración con el rey fue del todo imposible: pronto empezó a buscar apoyos en los militares más reaccionarios, a conspirar y a pedir ayuda a la Santa Alianza, porque estaba secuestrado por su gobierno.
El clima político cambió mucho: se restableció la libertad de prensa y de reunión política. Pero los liberales estaban divididos en dos grandes grupos:
- Moderados, que habían hecho la Constitución, partidarios de reformas paulatinas y de intentar colaborar con el rey. Gobernaron los dos primeros años.
- Exaltados, como Riego y otros oficiales jóvenes, más radicales en la petición de cambios drásticos.
Las reformas políticas y sociales fueron profundas, pero el gobierno se vio sometido a una triple presión: la oposición del rey, las guerrillas absolutistas y las exigencias de los exaltados, que se hicieron con el poder en 1822. Ante un gobierno cada vez más revolucionario y las reiteradas peticiones de auxilio, en secreto, por parte del rey, la Santa Alianza se decidió a intervenir en 1823, a través de Francia con los Cien mil hijos de San Luis. El gobierno se refugió en Cádiz, llevándose al rey a la fuerza, pero las tropas francesas eran superiores y acabó rindiéndose. El descontento por la mala cosecha de trigo del año anterior hizo que el pueblo esta vez no apoyara a los liberales. Fernando VII, de nuevo rey absoluto, volvió a prometer reformas.
La Década Ominosa (1823-1833)
Esta década se caracterizó en lo político por un nuevo intento de volver al absolutismo, con la consiguiente represión, depuración de funcionarios y militares y creación de un cuerpo de milicias realistas cuyos voluntarios llegaron a ser el doble que los soldados del ejército regular. Ya no se contó con la Inquisición, sino con un cuerpo nuevo más capaz de “convencer” a los subversivos: la policía.
Siguió habiendo conspiraciones. También hubo conspiraciones realistas, movidas por los milicianos y el clero reaccionario. La más grave fue el movimiento de los agraviados o “malcontents” en Cataluña en 1827.
Si en lo político nada cambió, en lo económico, aunque sólo fuera por la quiebra de la hacienda, Fernando VII se vio obligado a introducir algunas reformas, obras de técnicos como López Ballesteros.
La Hacienda Pública estaba en quiebra. La economía de este periodo era de subsistencia.
La independencia americana (1810-1824) fue un nuevo desastre nacional.
El problema final del reinado fue la cuestión sucesoria. En 1829, el rey enviudó por tercera vez, sin hijos, y a poco se volvió a casar, María Cristina de Borbón. En abril de 1830, mandó publicar la Pragmática Sanción, una ley que permitía reinar a las mujeres y que, aprobada por Carlos IV, había permanecido en secreto. En octubre de 1830 nació la princesa Isabel. El rey enfermó en 1832; su hermano don Carlos le obligaron a derogar esa ley pero María Cristina tomó las riendas del gobierno y, rodeada de técnicos reformistas, fue apartando a los políticos y militares más reaccionarios y aprobó por fin una ley de amnistía a favor de los liberales. Además, el rey declaró nulo el decreto que derogaba la Pragmática Sanción, lo que permitiría reinar a su hija y llevaría a España a la guerra civil.
La Emancipación de la América Española
Los desastres de la guerra de Independencia acentuaron la impotencia española y el desequilibrio entre la metrópoli y las colonias. Pero las causas de la independencia obedecen a múltiples factores:
- El ejemplo de Estados Unidos frente a Gran Bretaña 40 años antes, convirtiéndose en la primera república americana independiente y en una incipiente potencia continental.
- Las ideas ilustradas y liberales llegadas de Francia, a través de libros y periódicos de contrabando, que se difundieron entre la culta burguesía comercial de los puertos.
- La pérdida de los lazos militares y comerciales con la metrópoli, después de la derrota de Trafalgar (1805).
- El vacío de poder creado por la invasión francesa: los reyes estaban prisioneros de Napoleón y en América se formaron también Juntas de Defensa (1810), que fueron el origen de los movimientos independentistas posteriores.
- La incapacidad de la metrópoli para abastecer comercial e industrialmente tan vasto imperio. Las colonias no podían comerciar libremente con otros países, las aduanas encarecían los productos importados y la burguesía comercial estaba interesada en librarse de esas trabas.
- El pueblo campesino, indígena o mestizo, participó poco en las luchas independentistas, que fueron más bien un conflicto entre peninsulares y criollos. Los primeros controlaban la administración virreinal y eran de ideas más conservadoras; los criollos, comerciantes o hacendados, eran liberales.
1810-1814. Creación de las Juntas de Defensa. Las Cortes de Cádiz declaran la igualdad de los españoles de ambos hemisferios y decretan en parte la libertad comercial. En México, los curas Hidalgo y Morelos dirigieron una sublevación indígena que fue aplastada. Los núcleos de resistencia españoles fueron Cuba y Perú.
Los ejércitos realistas en América y sobre todo con la llegada, después de la guerra de la Independencia, del general Morillo acabaron con los focos independentistas salvo el de Argentina y Paraguay.
1817-1824. Los virreyes pedían refuerzos a la desesperada, pero el gobierno era incapaz de mandar más tropas y las que reunió en Cádiz fueron las que se sublevaron en 1820. Los liberales en el poder no hicieron nada contra los liberales americanos. El general San Martín independizó Argentina (1816) y Chile (1817). Desde el norte, Bolívar, creó la Gran Colombia (1819). México se independizó en 1821, optando por una solución más conservadora. Perú fue el último, criollos y peninsulares temían aquí la sublevación de la abundante población indígena, por lo que apoyaron al virrey Abascal. Pero San Martín desde el sur y Bolívar desde el norte forzaron su independencia, definitiva tras la batalla de Ayacucho, en 1824, ganada por el general Sucre. España conservó las Antillas y Filipinas. Inmediatamente, Gran Bretaña y Estados Unidos reconocieron a las nuevas repúblicas, para evitar una intervención de la Santa Alianza y defender sus intereses comerciales.