La Segunda República Española: Reformas, Conflictos y Guerra Civil (1931-1936)
Introducción: El nacimiento y fin de la Segunda República
La Segunda República Española surgió tras la crisis de la monarquía de Alfonso XIII, debilitada por su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera. La evolución política de la República estuvo marcada por la crisis económica de 1929 y la creciente polarización política entre fascismo y comunismo. El nuevo régimen se presentó como una oportunidad para democratizar y modernizar España a través de un ambicioso programa de reformas económicas y sociales. Sin embargo, la dinámica política, caracterizada por la confrontación y la desconfianza, desembocó en una Guerra Civil que acabó con el sistema democrático.
Desarrollo: Proclamación y Primeros Pasos
La caída de la Monarquía y el 14 de abril
El respaldo de Alfonso XIII a la dictadura imposibilitó el retorno al sistema constitucional de 1876. La oposición, unida en el Pacto de San Sebastián, transformó unas elecciones municipales en un plebiscito sobre la monarquía. La victoria republicana llevó a la salida del rey y a la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931.
Gobierno Provisional y la Constitución de 1931
Se formó un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora, compuesto por los firmantes del Pacto de San Sebastián, que convocó elecciones generales. Este gobierno enfrentó rápidamente dos desafíos: el problema regionalista (proclamación del “Estat Catalá”) y el religioso (anticlericalismo obrero). Las elecciones dieron la mayoría a la coalición de republicanos de izquierdas y socialistas. Su principal tarea fue la elaboración de la Constitución de 1931, que definía a España como una “república democrática de trabajadores de toda clase”. Sus principales características fueron:
- Sufragio universal.
- Derecho de propiedad privada.
- Reconocimiento de las autonomías.
- Libertad religiosa y de prensa.
- Enseñanza primaria obligatoria y gratuita.
- Cortes unicamerales (sin Senado).
- Tribunal de Garantías Constitucionales.
- Matrimonio civil y divorcio.
El Bienio Reformista (1931-1933): Un Periodo de Cambios
Durante este periodo, se implementaron importantes reformas:
- Separación Iglesia-Estado: Se aprobó la Ley del Divorcio y la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas.
- Reforma militar (Manuel Azaña): Buscaba modernizar y “republicanizar” el ejército. Se reestructuró su organización, reduciendo efectivos y retirando a quienes no juraron fidelidad a la República. Se suprimió la Academia Militar de Zaragoza y se vinculó la oficialidad a estudios universitarios.
- Legislación laboral (Largo Caballero): Se aprobaron leyes como la jornada de ocho horas en el campo, la prolongación de los contratos de arriendo y la creación de jurados mixtos para resolver conflictos laborales. Esto generó descontento entre los empresarios.
- Reforma Agraria: Se promulgó la Ley de Bases para la Reforma Agraria, que permitía la expropiación de latifundios para distribuirlos entre jornaleros, indemnizando a los propietarios. Sin embargo, los trámites y el coste de las indemnizaciones provocaron el descontento de los jornaleros y una creciente conflictividad en el campo. Encontró una fuerte oposición de los partidos de derecha y los terratenientes.
- Estatuto de Autonomía de Cataluña: Aprobado pese a la oposición de las derechas y del ejército.
La aplicación de estas reformas se vio afectada por el impacto de la crisis de 1929 en España. Al descontento de los afectados por las reformas se sumó el de amplios sectores de la izquierda. Esto se tradujo en un aumento de la conflictividad social, huelgas, ocupación de latifundios y violencia callejera. Uno de los sucesos más graves fue la insurrección anarquista en Casas Viejas, cuya represión provocó la caída del gobierno de Azaña y la convocatoria de elecciones.
El Bienio Radical-Cedista (1933-1936): Un Giro a la Derecha
La CEDA de Gil Robles ganó las elecciones, seguida por el Partido Republicano de Lerroux, quien se convirtió en jefe de Gobierno. La derrota de la izquierda se atribuyó a varios factores: la participación femenina, la abstención anarquista y el descontento popular.
En 1934, el gobierno del Partido Radical modificó algunas de las reformas de Azaña: paralizó la reforma laboral y la agraria, rechazó el estatuto de autonomía vasco y aumentó la influencia de la Iglesia y el Ejército.
La situación revolucionaria estalló en octubre de 1934. La izquierda, radicalizada y temiendo la instauración del fascismo, declaró una huelga general en toda España, con especial incidencia en Asturias, País Vasco y Cataluña, donde Companys proclamó el Estado Catalán. El gobierno declaró el estado de guerra. Los sucesos más graves ocurrieron en Asturias, donde obreros y mineros asaltaron cuarteles, ocuparon fábricas y proclamaron el comunismo. Franco dirigió la represión, que fue extremadamente dura. Se suprimió el estatuto de autonomía catalán.
Radicalización y fin del gobierno
El gobierno aprovechó la situación para aplicar la censura y limitar las actividades de partidos de izquierda y sindicatos. La conflictividad social provocó la radicalización de derechas e izquierdas. Lerroux perdió apoyos y dimitió debido a escándalos de corrupción como el “estraperlo”, convocándose nuevas elecciones.
El Frente Popular y el Estallido de la Guerra Civil (1936)
En las elecciones de febrero de 1936, la derecha se presentó dividida, mientras que la izquierda se unió en el Frente Popular, que obtuvo una ajustada victoria (34,3% de los votos frente al 32,2% de la derecha). El nuevo gobierno, presidido por Azaña, retomó el programa de reformas. Sin embargo, el deterioro del orden público, con manifestaciones violentas, enfrentamientos callejeros, ocupaciones de fincas y quema de iglesias, obstaculizó la acción gubernamental. Alcalá Zamora dimitió y Azaña pasó a ser presidente de la República, cediendo su cargo a Casares Quiroga. La tensión social aumentó hasta que los asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo precipitaron la situación. El 17 de julio de 1936 estalló un pronunciamiento militar en Melilla, dando inicio a la Guerra Civil.
Conclusión: Una Oportunidad Perdida
La Segunda República representó una oportunidad para establecer en España un marco de convivencia democrática, modernizar las estructuras del Estado y emprender reformas sociales que abordaran el atraso económico y la injusticia social. Sin embargo, la falta de cultura democrática, la inestabilidad política, la conflictividad social, la radicalización obrera y la intransigencia de las clases dominantes y de la Iglesia condujeron al país a una Guerra Civil que se prolongaría durante tres años.