La Constitución de 1931: Fundamento de la Segunda República

Se trata de una fuente primaria: un texto jurídico fundamental como es la Constitución Política de la República Española de 1931. Esta norma suprema de un Estado declara la soberanía nacional, establece la división de poderes y consagra los derechos y libertades de los ciudadanos. Fue elaborada por unas Cortes representativas, denominadas Cortes Constituyentes.

Su ámbito de aplicación abarcaba todos los territorios bajo soberanía española durante la Segunda República (1931-1936), incluyendo el Protectorado español de Marruecos, el Sáhara español y la Guinea Española.

Principales Características y Conceptos

El texto constitucional incluye conceptos principales como:

  • La forma del Estado: República democrática de trabajadores de toda clase.
  • La aconfesionalidad del Estado (separación Iglesia-Estado).
  • La posibilidad de autonomía regional.
  • La igualdad ante la ley.
  • Derechos civiles avanzados para la época, como el divorcio.

Otras características destacadas son la laicidad del Estado, un Parlamento unicameral (Cortes) y la declaración explícita de la soberanía popular. La Constitución fue aprobada el 9 de diciembre de 1931.

Las Reformas del Bienio Reformista (1931-1933)

Desde la formación del Gobierno provisional y, especialmente tras la aprobación de la Constitución, los nuevos líderes políticos, con Manuel Azaña como presidente del Gobierno, iniciaron un extenso programa de reformas con el objetivo de modernizar la economía y la sociedad españolas.

Reforma Religiosa

Se realizaron cambios en la política religiosa que afectaron los intereses de la Iglesia Católica (disolución de órdenes religiosas como los jesuitas, prohibición de dedicarse a la enseñanza, ley de congregaciones), lo que generó profundas tensiones entre parte del clero y la jerarquía eclesiástica y la República.

Reforma Educativa

En educación, la República enfrentó el grave problema del alto nivel de analfabetismo y la falta de escolarización infantil. Se centraron en mejorar la enseñanza primaria, construir miles de nuevas aulas y dignificar la labor docente, tratando de implementar la libertad religiosa y la laicidad en las escuelas.

Reforma Militar

La reforma del Ejército fue prioritaria, buscando asegurar su lealtad a la República y mejorar su eficacia, reduciendo su tradicional intervencionismo político. Manuel Azaña, como ministro de la Guerra y luego presidente, propuso retirar con el salario completo a los oficiales que no juraran lealtad a la República, colocar a militares de confianza en cargos clave, reducir el excesivo número de oficiales y someter al estamento militar al control civil. Se creó la Guardia de Asalto, una fuerza policial leal al nuevo régimen, para mantener el orden público. Sin embargo, la reforma fue muy criticada por amplios sectores militares y políticos conservadores, convirtiendo a Azaña en un objetivo para ellos.

Política Autonómica

La Constitución permitió iniciar procesos de autonomía a las regiones que lo solicitaran. Cataluña logró su Estatuto de Autonomía en 1932. El País Vasco, sin embargo, no obtuvo el suyo hasta octubre de 1936, ya iniciada la Guerra Civil. Esta política generó preocupaciones y rechazo entre el ejército y los sectores más centralistas y conservadores.

Cuestión Social y Reforma Agraria

El problema social se intensificó tras la crisis económica mundial de 1929, con un alto desempleo, especialmente en el campo andaluz y extremeño. La legislación laboral se amplió (Ley de Contratos de Trabajo, Ley de Jurados Mixtos), encontrando la oposición de la patronal y también de los sectores más radicales del movimiento obrero, como los anarquistas (CNT-FAI). Asimismo, la Reforma Agraria fue un proyecto fundamental para abordar la desigual distribución de la tierra, pero enfrentó numerosos problemas técnicos, burocráticos y la férrea oposición de los grandes terratenientes, resultando lenta e insuficiente y dejando a muchos campesinos decepcionados.

Análisis de Fuente Gráfica: Fotografía de Manuel Azaña

Se trata de una fuente primaria iconográfica. Es una fotografía de Manuel Azaña durante su etapa como ministro de la Guerra en el Gobierno provisional (1931), pronunciando un discurso en la Academia Militar de Toledo.

El contexto histórico es la Segunda República Española (1931-1936), en sus inicios, con Niceto Alcalá Zamora como presidente del Gobierno provisional. La fotografía es considerada fiable, procedente de la agencia EFE (fundada en 1939, aunque heredera de agencias anteriores). En el lado izquierdo se distingue la figura del general Gonzalo Queipo de Llano, quien posteriormente sería uno de los líderes del golpe militar en Sevilla en 1936.

La fotografía posee un indudable valor histórico, ya que ofrece información visual sobre aspectos políticos (presencia de Azaña como poder civil en un entorno militar), sociales y simbólicos del pasado. Su tratamiento periodístico puede interpretarse como un contraste entre la presencia militar y la figura solitaria del representante civil, añadiendo quizás un toque premonitorio sobre las futuras tensiones entre el poder político republicano y el Ejército.

Antecedentes: La Crisis de la Restauración y el Reinado de Alfonso XIII

El Reinado de Alfonso XIII (1902-1931)

Alfonso XIII ascendió al trono en 1902, tras la regencia de su madre María Cristina. Su reinado estuvo marcado por la persistencia de problemas estructurales como la corrupción política (caciquismo), el auge del movimiento obrero (socialista y anarquista), el terrorismo anarquista, la radicalización de los nacionalismos periféricos (catalán y vasco) y las consecuencias de la crisis de 1898. A pesar de que se realizaron intentos de reforma, no se logró cerrar la brecha entre la ‘España oficial’ del sistema político y la ‘España real’. Este período reflejó la profunda crisis del sistema de la Restauración canovista (1874-1923).

Regeneracionismo y Revisionismo

Después del ‘Desastre’ de 1898 y la pérdida de los últimos restos del imperio colonial, surgió con fuerza el Regeneracionismo, una corriente intelectual y política que criticaba duramente el sistema de la Restauración y proponía soluciones para la modernización del país. Joaquín Costa fue uno de sus máximos exponentes, proponiendo reformas educativas y económicas. Políticos conservadores (como Antonio Maura) y liberales (como José Canalejas) intentaron incorporar parte de este ideario a su acción política, en lo que se conoció como Revisionismo.

El siglo XX comenzó con intentos de ‘revolución desde arriba’ para reformar un sistema político cada vez más desconectado de la realidad social. Maura implementó reformas significativas (Ley Electoral, creación del Instituto Nacional de Previsión), pero perdió la confianza del Rey tras la dura represión de la Semana Trágica de Barcelona (1909). Canalejas (1910-1912) buscó democratizar el sistema, promovió la secularización del Estado (Ley del Candado) y aprobó leyes laborales, pero su asesinato en 1912 truncó su proyecto.

La Crisis de 1917

La Crisis de 1917 ocurrió en el contexto de la Primera Guerra Mundial, durante la cual España se mantuvo neutral. Esta neutralidad generó grandes beneficios económicos para la burguesía industrial y financiera, pero las clases populares sufrieron la escasez y un fuerte aumento de los precios (inflación). En 1917, el coste de vida había aumentado considerablemente en comparación con 1914, pero los salarios obreros no crecieron al mismo ritmo.

Esta tensa situación socioeconómica condujo a una triple crisis simultánea:

  1. Malestar militar: Los oficiales del Ejército, descontentos por sus bajos salarios y el sistema de ascensos (favoritismo hacia los ‘africanistas’), formaron Juntas Militares de Defensa para presionar al gobierno. Aunque inicialmente reprimidas, consiguieron sus reivindicaciones salariales, mostrando la debilidad del poder civil.
  2. Protesta política: Aproximadamente 70 diputados y senadores de grupos políticos marginados del turno dinástico (republicanos, reformistas, catalanistas de la Lliga) se reunieron en la llamada Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, exigiendo una reforma constitucional y la autonomía para Cataluña. El movimiento fracasó por divisiones internas y la falta de apoyo decidido.
  3. Problema obrero (Huelga General): La CNT y la UGT convocaron una huelga general indefinida en agosto de 1917, motivada por el deterioro de las condiciones laborales y el aumento de precios. La huelga fracasó al no lograr una movilización masiva y coordinada, especialmente en el sector agrario, y el gobierno respondió con una dura represión militar, que dejó un saldo de numerosos muertos y detenidos.

La Dictadura de Primo de Rivera y la Caída de la Monarquía

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), instaurada con el apoyo de Alfonso XIII, se mantuvo hasta 1930. Fue impulsada inicialmente por una fase de prosperidad económica (‘los felices años veinte’). Sin embargo, su política intervencionista y de grandes obras públicas generó una importante deuda pública. La crisis económica de 1929, tras el crack de la Bolsa de Nueva York, golpeó la economía española, detuvo las inversiones y las obras públicas, y aumentó el descontento social y la oposición política (republicanos, socialistas, intelectuales, nacionalistas) y militar.

Cuando Alfonso XIII percibió el creciente aislamiento y el peligro que la dictadura representaba para la propia monarquía, retiró su apoyo a Primo de Rivera, quien dimitió en enero de 1930. El rey intentó restaurar el sistema constitucional parlamentario anterior (la ‘Dictablanda’ del general Berenguer), pero los gobiernos que siguieron no lograron reanimar un sistema completamente desacreditado.

Los partidos de la oposición (republicanos de diversa índole, socialistas, catalanistas de izquierda) firmaron el Pacto de San Sebastián en agosto de 1930, uniendo fuerzas para derribar la monarquía e instaurar una república. La caída definitiva de la monarquía llegó con las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Aunque los partidos monárquicos obtuvieron más concejales en total (gracias al voto rural controlado por los caciques), la victoria de las candidaturas republicano-socialistas en las grandes ciudades y capitales de provincia fue interpretada como un plebiscito contra la monarquía. Ante la falta de apoyos y el clamor popular, Alfonso XIII abandonó España y se proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931.

La crisis económica global de los años 30 impactó en España, aunque de forma algo menos severa que en otros países debido a su economía relativamente cerrada. No obstante, generó una contracción del comercio exterior, el colapso de las inversiones extranjeras y un significativo aumento del desempleo, agravando la pobreza y el descontento social que marcarían los difíciles años republicanos.