Conocimiento científico y metafísica en la filosofía de Kant
Epistemología kantiana: La revolución copernicana del conocimiento
Kant explora las condiciones del conocimiento científico, diferenciando juicios analíticos y sintéticos, y destacando la necesidad de juicios sintéticos a priori. Introduce el “giro copernicano”, proponiendo que la realidad se ajusta a las estructuras cognitivas del sujeto. Divide el conocimiento en materia y forma, y aborda tres facultades humanas: sensibilidad, entendimiento y razón. Su obra se organiza en “Estética trascendental”, “Analítica trascendental” y “Dialéctica trascendental”, explorando la naturaleza del conocimiento científico.
2.1. Estética trascendental
En este capítulo, Kant examina la sensibilidad como fuente de conocimiento, identificando elementos a priori en ella, es decir, elementos anteriores a la experiencia que le dan forma. Estos elementos a priori son el espacio y el tiempo, considerados “formas a priori de la sensibilidad”. Que el espacio y el tiempo sean “formas” significa que no son impresiones sensibles, es decir, no son propiedades de los “objetos”, de las “cosas-en-sí”, sino el modo, la manera, la forma en que el sujeto humano percibe y organiza los datos aportados por la sensibilidad. Por eso, Kant dice que son “a priori“, condiciones que hacen posible la experiencia en su forma humana.
Del espacio y el tiempo también afirma Kant que son “intuiciones puras”, queriendo indicar con ello que no son conceptos que puedan aplicarse a una multiplicidad de singulares, sino que espacio y tiempo son únicos: solo hay un espacio y un tiempo absolutos. Al afirmar que son “puros” quiere decir que espacio y tiempo están vacíos de contenido; son simplemente las formas dentro de las cuales introducimos y ordenamos las impresiones sensibles.
Kant aborda la cuestión de la posibilidad de las matemáticas como ciencia, explicando que, al ocuparse de espacio y tiempo, las matemáticas formulan juicios sintéticos a priori independientes de datos sensibles particulares. Debido a que espacio y tiempo son condiciones previas de toda experiencia sensible, los juicios acerca del espacio y el tiempo que formula la matemática serán independientes de los datos sensibles particulares; luego, los juicios de las matemáticas son independientes de toda experiencia particular (es decir, son a priori). Como, por lo demás, todos los objetos de nuestra experiencia se dan en el espacio y en el tiempo, los juicios de las matemáticas se cumplirán necesariamente para todos los objetos de nuestra experiencia (es decir, son estrictamente universales y necesarios).
2.2. Analítica trascendental
En este capítulo, Kant se centra en el estudio del entendimiento como facultad que nos permite pensar y comprender los datos proporcionados por la sensibilidad. La “crítica del entendimiento” implica analizar los elementos a priori del entendimiento y sus límites de aplicación, mostrando cómo estos elementos son la condición de posibilidad de juicios sintéticos a priori en la física.
Kant sostiene que, una vez que los fenómenos son presentados a nuestra sensibilidad, el entendimiento los ordena utilizando conceptos a priori llamados categorías. Estos conceptos incluyen nociones como sustancia, causa y necesidad, y son esenciales para comprender los datos sensoriales.
Contrario a la creencia de que las categorías podrían derivar de la experiencia, Kant refuta esto argumentando que la sensibilidad solo proporciona impresiones y que la unificación de estas a través de juicios, empleando conceptos a priori o categorías, es necesaria para el entendimiento.
Kant establece límites para el uso de estas categorías. Estos límites dictan que las categorías solo son válidas en el contexto de la experiencia sensible, aplicadas a los fenómenos. Al igual que el espacio y el tiempo, que eran formas vacías que debían llenarse con impresiones sensibles, las categorías solo pueden aplicarse a los datos provenientes del conocimiento sensible, restringiéndose a los fenómenos.
La segunda cuestión de la que se ocupa Kant en la analítica trascendental es la de cómo es posible la física como ciencia, es decir, cómo podemos formular juicios sintéticos a priori en la física.
La respuesta que da es que los principios fundamentales en los que se basa la física son juicios sintéticos a priori porque se basan en esos conceptos a priori que son las categorías. Por ejemplo, el principio de causalidad está basado en la categoría de causa; ahora bien, la categoría de causa es un concepto puro, a priori, y que hemos de aplicar a todos los fenómenos conocidos para entenderlos, luego es, por tanto, estrictamente universal y necesario.
Kant introduce la distinción entre “fenómeno” y “noúmeno”, donde el fenómeno es el objeto conocido y el noúmeno es la “cosa-en-sí”. El fenómeno se construye mediante la adición de espacio y tiempo a los datos sensibles, y aplicándose luego las categorías.
Esto no significa que no existan tales “cosas-en-sí” o “noúmenos”; existen por cuanto el “fenómeno” conocido hace referencia a ellas, pero su existencia tiene para nosotros un sentido “negativo” por cuanto no podemos conocerlo; solo tenemos conocimiento del “fenómeno”, nunca del “noúmeno”. A esto se refiere Kant con el “idealismo trascendental”.
2.3. Dialéctica trascendental
En la dialéctica trascendental, Kant aborda la razón como la facultad que busca síntesis cada vez mayores, creando las síntesis supremas del “mundo”, el “alma” y “Dios”. Pues bien, la metafísica pretende conocer estas tres síntesis supremas, que en realidad serían “noúmenos”, puesto que de ellas no tenemos ninguna intuición sensible, ningún dato aportado por la sensibilidad al que podamos situar en el espacio y el tiempo y comprender mediante la aplicación de las categorías.
Por lo tanto, de Dios, alma y mundo no puede haber nunca conocimiento científico alguno; su única utilidad es expresar el ideal de la razón de encontrar leyes y principios cada vez más generales.
La dialéctica trascendental, de manera “negativa”, elimina la posibilidad de la metafísica como ciencia al señalar los límites del conocimiento científico. Sin embargo, de manera “positiva”, estas ideas de la razón actúan como ideales que impulsan a ampliar la investigación, desde un uso práctico de la razón, más allá del ámbito científico. Aunque no se pueden conocer científicamente, las ideas de la razón tienen utilidad en la orientación moral y práctica de nuestro comportamiento, marcando límites, pero también inspirando la expansión del conocimiento en otros aspectos de la experiencia humana.