El Arte Latinoamericano: Un Viaje Hacia la Identidad

El arte latinoamericano emerge en un vasto continente marcado por realidades diversas. Definirlo con precisión resulta complejo. Surge de la necesidad de una expresión propia, intrínsecamente ligada a la relación colonial, buscando una identidad cultural y política que trascienda la mera geografía. El término “Latinoamérica”, originado en el colonialismo francés a mediados del siglo XIX, se utiliza para ganar visibilidad y, una vez alcanzada, establecer diferencias. Este fenómeno se hace palpable en las décadas de 1920 y 1930, en un territorio convulso por el colonialismo y las recientes revoluciones, que busca su camino a través de un arte distintivo que lo separe de España y Portugal. El problema del criollismo radica en la falta de una identidad definida. Se busca una perspectiva diferente que permita trazar un paralelismo entre Latinoamérica y Norteamérica, sin ignorar el desafío del indigenismo.

Centro y Periferias: Desafiando el Eurocentrismo

Existen prejuicios arraigados contra el arte latinoamericano, influenciados por el eurocentrismo, que históricamente lo ha considerado una forma exótica del arte europeo. Las teorías estructuralistas, como la de Lévi-Strauss, ofrecen una mirada reduccionista, un discurso fragmentario que intenta establecer una historia unificada. En contraposición, las teorías postestructuralistas de los años 70, representadas por figuras como Homi Bhabha, Gerardo Mosquera e Ivo Mesquita, rescatan fuentes como la Teoría de Lezama Lima, Borges o el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade (1928), generando un momento de gran fertilidad intelectual.

La Ambivalencia Colonial y la Reivindicación Antropófaga

Un rasgo distintivo del discurso colonial es la dependencia del concepto de fijeza en el debate ideológico sobre la otredad. Se produce un proceso de ambivalencia donde el estereotipo asegura su repetición, a pesar de las circunstancias cambiantes. A través de un discurso político con múltiples posiciones de dominación, se observa una ausencia total de perspectiva. La otredad emerge como objeto de deseo e irrisión, buscando aprovecharse de la identidad del otro, creando así el deseo de un “Nosotros”. Este “otro” se excluye del discurso construido desde la sociedad moderna, generado y controlado desde el centro. Se invisibilizan las minorías a través de una práctica jerarquizada racial y cultural, creando una idea pasiva, unitaria y fija donde el espectador es situado en la ignorancia. Precisamente, Oswald de Andrade, en su Manifiesto Antropófago de 1928, propone una ruptura con este pensamiento, reivindicando una independencia cultural donde se “devore” al colonizador para apropiarse de sus virtudes y transformar el tabú en tótem.

Explorando la Diversidad Artística Latinoamericana

México: Muralismo, Surrealismo e Identidad Nacional

En México, las pinturas pintorescas del siglo XIX y la obra de Posada, con su lenguaje visual sencillo y simbólico sobre temas costumbristas, influyen en los muralistas. La Revolución Mexicana impulsa a Vasconcelos (ministro) a educar al pueblo a través del muralismo, utilizando la propaganda de mitos nacionales basados en el pasado precolombino y rechazando el caballete burgués. Diego Rivera, vinculado al poder, muestra fascinación por lo autóctono y lo industrial. Orozco, más radical, crea imágenes que requieren interpretación, mientras que Siqueiros destaca por su contundente espíritu y juego con el espacio. Estos artistas influyen en Nueva York, promoviendo la narración de la historia a través del arte y la auto-representación. La llegada de Bretón en el 38 define a México, con una mentalidad colonista, como surrealista. Frida Kahlo, por su parte, eleva el arte indígena a un movimiento ideológico, transitando de lo particular a lo universal. Remedios Varo, con influencia surrealista, explora los estados mentales internos del alma.

Cuba: Fusión de Culturas y Vanguardia

Wilfredo Lam ofrece la primera visión de lo africano en Latinoamérica. Su obra La Jungla es un manifiesto que sintetiza la mezcla de culturas, influenciado por Picasso. Amelia Peláez destaca por su rigurosa estructura (cubismo) y temática tropical.

Venezuela: Luz y Expresividad

Armando Reverón, creador del Círculo de Bellas Artes, se distingue por sus efectos lumínicos y pintura de gran gestualidad, creando un mundo particular de muñecas y pajareras.

Brasil: Antropofagia y Construcción de la Identidad

La Semana de Arte Moderno de Sao Paulo (1922) es un evento fundamental. Anita Malfatti presenta una exposición que es criticada y defendida por Oswald de Andrade. Se crea el Grupo de los Cinco, bajo el Manifiesto Antropófago (1928), que otorga independencia cultural a través del canibalismo artístico. Tarsila do Amaral, con influencias del constructivismo, crea un tipo popular desde el estereotipo, estableciendo pautas influyentes.

Uruguay: Constructivismo y Americanismo

Joaquín Torres García, pintor y teórico, introduce vestigios de figuración, revisa a Mondrian y crea composiciones divididas en espacios con símbolos, recuperando el americanismo y el pensamiento constructivista.

Argentina: Vanguardia y Onirismo

El periódico Martín Fierro es un referente. Emilio Pettoruti muestra un rigor heredado del cubismo. Xul Solar, visionario, utiliza símbolos oníricos en un ámbito de fábula, creando espacios con figuras curiosas. Acoge las vanguardias europeas, con gran influencia de Paul Klee, creando lenguajes neo-criollos. Amigo de Borges, quien lo define como un singular genio.