La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

Origen

Fernando VII solo tenía una hija, la futura Isabel II, y al no tener descendientes varones, según la Ley Sálica (de tradición francesa, introducida por los Borbones), no permitía reinar a las mujeres. Tras los sucesos de La Granja (1832), Fernando VII derogó la Ley Sálica mediante una Pragmática Sanción y nombró heredera del trono a su hija Isabel. El Infante Don Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, no reconoció a su sobrina Isabel como heredera y reclamó sus derechos a la Corona. En diversos lugares de la península se produjeron levantamientos armados; comenzaba una guerra civil que duraría siete años.

Bandos

Este pleito sucesorio ocultaba un conflicto ideológico que dividía a la sociedad española en dos sectores:

  • Bando Isabelino: Agrupó a burgueses, hombres de negocios, funcionarios públicos, mandos del ejército, alta nobleza, alto clero, sectores urbanos y a los liberales. Principalmente, se concentraba en zonas urbanas.
  • Bando Carlista: Agrupó a los que se oponían a la revolución liberal: nobles rurales, oficiales del ejército, parte del bajo clero, campesinos, pequeños propietarios o humildes agricultores que asociaban al liberalismo con el aumento de impuestos. Geográficamente, el carlismo tuvo su mayor implantación en Navarra, País Vasco, Norte del Ebro, Cataluña y Castellón.

De forma simplificada, se podría decir que fue una guerra Norte contra Sur, campo contra ciudad.

La Segunda Guerra Carlista (1846-1848)

Fue un conflicto localizado principalmente en Cataluña. Se originó por el fracaso del matrimonio entre Isabel II y el pretendiente carlista Carlos VI, lo que reavivó las tensiones dinásticas. Sin embargo, también tuvo un fuerte componente social, ya que participaron obreros, artesanos y campesinos empobrecidos por la crisis económica. Militarmente, los carlistas, liderados por el general Ramón Cabrera, estaban mal armados y desorganizados, lo que permitió al ejército liberal derrotarlos con facilidad.

Consecuencias de las dos primeras guerras carlistas

Tuvieron importantes repercusiones en España:

  • Costes humanos: La Primera Guerra Carlista fue la más violenta, con casi 200.000 muertos, mientras que la segunda tuvo un impacto menor.
  • Consecuencias políticas: La monarquía se inclinó hacia el liberalismo, ya que los absolutistas apoyaban a Carlos V, dejando a los liberales como principal respaldo de Isabel II. Además, los militares adquirieron gran protagonismo en la política, liderando partidos y promoviendo cambios de gobierno mediante pronunciamientos.
  • Consecuencias económicas: La guerra generó enormes gastos, causando problemas fiscales para la monarquía liberal, lo que influyó en reformas como la desamortización de Mendizábal.

La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)

Tuvo lugar durante el Sexenio Democrático y la llegada al trono de Amadeo I de Saboya, tras la caída de Isabel II. El conflicto comenzó con el levantamiento de los partidarios de Carlos VII, quien reclamaba el trono como su derecho legítimo. La guerra se desarrolló principalmente en el medio rural de Vascongadas, Navarra y Cataluña.

Consecuencias

  • Abolición de los fueros vascos y navarros, lo que alimentó el nacionalismo vasco y, en menor medida, el catalán.
  • Fin de la amenaza carlista como fuerza militar, consolidando el sistema político de la Restauración.
  • Nacimiento del Partido Tradicionalista, que se presentó como defensor del catolicismo, el antiliberalismo y la tradición. También creó la milicia El Requeté, que más tarde jugaría un papel clave en la Guerra Civil y el franquismo.

La Reforma Agraria Liberal en el Reinado de Isabel II

Durante el reinado de Isabel II se llevó a cabo la liberalización de la tierra mediante una serie de reformas conocidas como reforma agraria liberal. Estas medidas buscaban eliminar restricciones heredadas del Antiguo Régimen y facilitar la compraventa de tierras.

Principales medidas

  1. Supresión de los mayorazgos (1836): Las tierras antes vinculadas a familias nobiliarias pasaron a ser propiedades libres, permitiendo su venta o embargo.
  2. Abolición del régimen señorial (1837): Se eliminaron los derechos feudales de los señores sobre los campesinos, pero las tierras quedaron mayoritariamente en manos de los antiguos nobles, no de los campesinos.

Las desamortizaciones y sus objetivos

Las desamortizaciones fueron un proceso mediante el cual el Estado expropió y vendió tierras eclesiásticas y municipales, que hasta ese momento estaban amortizadas o en manos muertas (es decir, no podían ser vendidas ni compradas libremente). Su principal objetivo era liberalizar el mercado de la tierra y aumentar los ingresos del Estado. En compensación por la confiscación de los bienes eclesiásticos, el Estado asumió los gastos del culto y el clero. Aunque hubo algunos antecedentes previos, como las medidas impulsadas por Godoy a finales del siglo XVIII, durante la Guerra de Independencia y el Trienio Liberal, el proceso de desamortización propiamente dicho comenzó en 1837 y tuvo dos grandes fases: la desamortización de Mendizábal y la desamortización de Madoz.

La desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837-1849)

Fue impulsada durante la regencia de María Cristina por el ministro progresista Juan Álvarez Mendizábal y consistió en la expropiación y venta de los bienes de la Iglesia a través de subastas públicas. Por esta razón, también se la conoce como desamortización eclesiástica.

Objetivos de la desamortización de Mendizábal
  • Sanear la Hacienda pública, ya que el país estaba en una situación económica muy grave y se necesitaban fondos para reducir la deuda del Estado.
  • Financiar la Primera Guerra Carlista (1833-1840), que suponía un gasto enorme para el gobierno liberal.
  • Crear un nuevo grupo de propietarios afines al liberalismo, fortaleciendo así el apoyo al régimen frente a la amenaza carlista.
Resultados y consecuencias
  • Desde el punto de vista financiero, no se consiguió una mejora sustancial, ya que el dinero recaudado no fue suficiente para solucionar la crisis fiscal del Estado.
  • Políticamente, la medida generó nuevos enemigos entre los sectores católicos, ya que la Iglesia perdió una gran parte de su patrimonio y su influencia económica se redujo drásticamente.
  • Desde el punto de vista social, tampoco logró el objetivo de repartir la tierra de manera equitativa, pues los principales beneficiarios fueron grandes terratenientes y especuladores, no los campesinos que trabajaban la tierra.

La desamortización general de Madoz (1855-1867)

Durante el Bienio Progresista (1854-1856), el ministro Pascual Madoz impulsó una nueva desamortización, conocida como desamortización general, porque no solo afectó a los bienes de la Iglesia que aún quedaban sin vender, sino también a las tierras municipales (bienes comunales de los ayuntamientos).

Objetivos de la desamortización de Madoz
  • Reducir la deuda pública, aunque la crisis fiscal no era tan grave como en la época de Mendizábal.
  • Financiar la modernización del país, en especial la construcción del ferrocarril, considerado clave para el desarrollo económico.
Resultados y consecuencias
  • La venta de tierras generó ingresos para el Estado, lo que permitió mejorar la infraestructura del país, especialmente el ferrocarril.
  • Los campesinos resultaron perjudicados, ya que muchas de las tierras vendidas eran bienes comunales que ellos utilizaban para el pastoreo o la agricultura. Esto generó un aumento de la pobreza rural y protestas en varias regiones.
  • Los municipios sufrieron un aumento de impuestos, ya que habían perdido muchas de sus tierras y no podían generar ingresos propios.

El Sexenio Democrático (1868-1874)

Fue un periodo de gran inestabilidad en España. Aunque se intentaron cambios políticos importantes, el país siguió dividido y con muchos problemas. Desde el principio, los partidos políticos no lograron ponerse de acuerdo. Los progresistas y demócratas se separaron, formando nuevos grupos como los constitucionalistas de Sagasta y los radicales de Ruiz Zorrilla. Dentro del republicanismo, también hubo división entre los que querían un modelo federal, como Pi y Margall, y los que preferían un gobierno centralizado, como Castelar.

Mientras tanto, los monárquicos alfonsinos, liderados por Cánovas del Castillo, trabajaban en la sombra para restaurar la monarquía con Alfonso XII. Representaban a grupos poderosos como la nobleza, la Iglesia y el ejército.

Durante este tiempo, estalló la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), pero los carlistas fueron derrotados, lo que debilitó su causa. Además, en 1873 hubo una gran rebelión en varias ciudades llamada la insurrección cantonalista, especialmente en Levante y Andalucía. Ciudades como Cartagena, Valencia y Murcia se declararon independientes y hasta pelearon entre sí. Sin embargo, el ejército los venció rápidamente, salvo en Cartagena, que resistió hasta 1874.

Todas estas crisis hicieron que la Primera República Española fracasara y facilitaran el regreso de los Borbones. En 1874, Alfonso XII fue proclamado rey, poniendo fin a este periodo de cambios y conflictos.