El Psicoanálisis de Freud

Es una teoría sobre el desarrollo y funcionamiento de la vida psíquica. También es un método de explicación de la conducta humana y una psicoterapia a través de la interpretación de los sueños, etc. En la concepción freudiana subyace la idea de que el hombre es un sistema de energía, movido por instintos o impulsos. En 1923 Freud elabora su modelo estructural de personalidad, compuesta por el Ello, el Yo y el Superyó. Estos procesos no son entidades separadas con límites definidos, sino que representan una variedad de funciones y dinámicas dentro de la persona. La teoría de Freud ha tenido un gran impacto en el mundo occidental porque rompe el optimismo racionalista de Descartes, ‘Pienso, luego existo’, y de la Ilustración.

Postulados Básicos del Psicoanálisis sobre la Personalidad

  • La personalidad es como un iceberg, con una pequeña parte visible encima de la superficie. La parte que sobresale es el consciente y la sumergida el inconsciente.
  • La personalidad es fruto de la interacción de fuerzas y mecanismos intrapsíquicos, y en su organización y desarrollo desempeña un papel relevante el impulso sexual (libido).
  • La infancia es un periodo muy significativo en el desarrollo de la personalidad. Freud estableció varias etapas del desarrollo psicosexual o libidinal: oral, anal, fálica y genital, en las que diferentes zonas erógenas son la fuente de placer.
  • La terapia se basa en la asociación libre, que supone dejar que el paciente exprese lo primero que acuda a su mente y así pueda recuperar y liberarse de recuerdos y experiencias dolorosas, originadas en la infancia.

Descubrimiento del Inconsciente

En su investigación durante la terapia, Freud advirtió que los pacientes ignoran las causas de sus traumas y que algunos fenómenos mentales permanecen ocultos para su protagonista. A partir de esta búsqueda, Freud establece distintos niveles de conciencia:

  • Nivel consciente: está formado por percepciones y recuerdos de los que somos conscientes en todo momento. Esta instancia psíquica se rige por el principio de realidad.
  • Preconsciente: está constituido por pensamientos, recuerdos y aprendizajes no conscientes a los que podemos acceder con facilidad.
  • Inconsciente: está compuesto de experiencias desagradables y peligrosas que han sido reprimidas, rara vez acceden a la conciencia y cuando lo hacen es de forma encubierta o simbólica. Freud situó entre el preconsciente y el inconsciente la censura que reprime los deseos e impulsos agresivos y sexuales.

Estructura de la Personalidad

Freud consideró que la personalidad humana está integrada por tres instancias psíquicas conflictivas entre sí y que determinan toda la vida psicológica del individuo. Son el Ello, el Yo y el Superyó.

  • El Ello: es la parte más primitiva de la mente humana y consiste en la energía psíquica que trata de satisfacer los impulsos inconscientes de supervivencia, reproducción y agresión, que requieren una satisfacción inmediata.
  • El Yo: es la instancia racional y realista de la personalidad que surge a partir del Ello y está formado por elementos conscientes (percepción, procesos intelectuales) e inconscientes (mecanismos de defensa). Su función es la conservación del individuo y le permite adaptarse a las normas sociales del mundo externo, opuestas a las demandas pulsionales del Ello.
  • El Superyó: surge a partir del Yo en un proceso de interiorización de las normas sociales y culturales. La necesidad de afecto y reconocimiento y el miedo al castigo obligan al niño a aceptar las normas paternas y las normas sociales que este encarna en contra de sus deseos. Estas normas interiorizadas y asimiladas conforman la conciencia moral.

Pulsiones y Principios

Principalmente se creía que el ser humano se comportaba de forma racional, movido por deseos y creencias que se proponía de forma consciente y reflexiva. Freud acabó con esta errónea convicción y estableció que nuestros pensamientos, reacciones y decisiones están determinados por las pulsiones o impulsos inconscientes. Al principio de su carrera, Freud creía que había dos pulsiones fundamentales: la autoconservación del Yo y la sexualidad. La pulsión de autoconservación está relacionada con las necesidades fisiológicas básicas como el hambre o la sed. Las pulsiones sexuales, a cuya energía denominó libido, están dispersas en distintos órganos corporales, y durante la adolescencia se unificarán en la genitalidad. Estableció dos tipos de pulsiones: Eros o pulsiones de vida, que determinan los comportamientos que tienden a unir lo que está disperso y armonizar aquello que es diferente; y Thanatos o pulsión de muerte, que determina los comportamientos que tienden a separar y disgregar lo que está unido. Estas pulsiones se rigen por dos principios: el principio de placer, que es la tendencia humana a conseguir placer y evitar el dolor; y el principio de realidad, que indica que el Yo, que trata de adaptarse al ambiente, regula los deseos en función de la cultura y renuncia al placer inmediato a favor de un placer futuro. El orden social se desarrolla a partir de las restricciones impuestas a las dos fuerzas rectoras: el sexo y la destrucción. Freud escribió su obra ‘El Malestar en la Cultura’ para explicar este proceso.