Mitología en el arte: Baco, Proserpina, Romulo y Remo, Venus y Laocoonte
Baco: Caravaggio XVI-XVII. Galería de los Uffizi. Florencia.
En el cuadro se representa a un joven desnudo, a veces borracho, con una corona en su cabeza de hojas de vid o de hiedra; en la mano sostiene el tirso, copa de vino, también suele sostener un racimo de uvas y aparecer sobre un carro arrastrado por tigres, leopardos o cabras. El personaje representado es Baco porque lleva una corona de hojas de vid y porta el tirso en la mano. Baco, originariamente dios de la fertilidad, es famoso como dios del vino. Hijo de Júpiter y Semele, nació del muslo de su padre, que lo había cosido ahí tras matar involuntariamente a Semele. Nació en Naxos y Mercurio lo llevó a Arabia a la mansión de las ninfas de Nisa. Se educó junto a ellas, los sátiros y el sabio Sileno, que le enseñó el cultivo de la viña, las musas lo enseñaron a cantar y bailar. La difusión del culto de Baco en Grecia se correspondió con la difusión del cultivo de la vid. En las fiestas en su honor participaban las bacantes (menades). Cuando los gigantes escalaron el cielo, Baco se convirtió en león y luchó contra ellos con éxito. Se le suele representar acompañado de sus acólitos entregados a danzas desenfrenadas, con un pandero o tamboriles en las manos y dominados por la borrachera.
El rapto de Proserpina: Bernini, XVII villa Borghese. Roma.
El momento representado en esta escultura es cuando Plutón rapta a Proserpina para casarse con ella. Al dios lo reconocemos por ser el hombre que toma a la mujer en brazos y a ella por intentar escapar con los brazos en acto de desesperación. Antes del rapto, Proserpina estaba en un lago de Sicilia bañándose, jugando con las ninfas y recogiendo flores. Plutón apareció desde un volcán cercano con cuatro caballos negros y la raptó para llevársela al Hades y hacerla su esposa. Ceres, madre de Proserpina, salió a buscarla y, enfurecida por no encontrarla, detuvo el crecimiento de frutas y verduras, cayendo una maldición sobre Sicilia. Júpiter mandó a Hermes con un mensaje para Plutón: que liberara a Proserpina. Este obedeció, pero la obligó a tomar 6 semillas de granada, símbolo de fidelidad, de forma que tendría que vivir 6 meses con él y 6 con su madre, explicando así la llegada de la primavera (cuando vuelve con su madre y esta decora la tierra con flores de bienvenida. Cuando vuelve con Plutón al Hades, la naturaleza pierde sus colores.
Rómulo y Remo: Rubens, XVI-XVII. Museos Capitolinos-Roma.
La escena representa el momento en el que el pastor Faustulo, a la derecha, encuentra a los niños, que están siendo amamantados por una loba. La mujer joven que está a la izquierda es Rea Silva, madre de los niños y, el anciano que aparece a su lado, parece ser una representación del río Tíber. A Rómulo y Remo se les reconoce por ser los bebés amamantados por la loba y se les suele representar siempre así. A Atenea la reconocemos por la lechuza que aparece posada en el árbol. Amulio y Numitor, hijos del rey de Alba Longa, descendientes de Eneas, sucedieron a su padre en el trono. Sediento de poder, Amulio desterró a su hermano y obligó a su hija, Rea Silva, a permanecer virgen convirtiéndola en vestal para que su hermano no tuviera descendencia. Marte dejó embarazada a Rea Silva de los gemelos y, Amulio la encerró, ordenando a un siervo abandonar a los gemelos en el río Tíber. Sin embargo, la cesta donde estaban los niños se enganchó en la orilla y los criados fueron recogidos por una loba. Por esos lugares habitaba Faustulo, que los encontró y los puso al cuidado de su mujer. Cuando crecieron y conocieron su origen, mataron a Amulio y devolvieron Alba Longa a Numitor. Luego fundaron una nueva ciudad donde habían sido abandonados y, tras una disputa entre ambos, Rómulo mató a Remo y concluyó la formación de la nueva ciudad, Roma.
Venus en la fragua: Le Nain. XVII-XVIII. Museo Saint-Denis. Reims.
El momento representado es cuando la diosa de la belleza acude a la fragua de Vulcano, mientras le pide las armas para Eneas. A Vulcano se le suele representar en su fragua, mientras forja metales. Los atributos del dios son el martillo y el yunque. Le rodean sus ayudantes, cíclopes. La diosa Venus le pide armas para su hijo Eneas, el niño pequeño que se sujeta en el manto que la cubre. Vulcano, hijo de Júpiter y Juno, es el dios del fuego y herrero de los dioses. Suele ser representado como un dios cojo, debido a su nacimiento. Se dice que Juno, avergonzada de él, lo arrojó desde el Olimpo todavía en pañales. El niño fue recogido por Tetis, que lo crió durante 9 años. Otra versión es que cuando Júpiter se enfadó con Juno, Vulcano intercedió a favor de esta y su padre lo arrojó por un pie desde el Olimpo. El dios estuvo cayendo un día entero hasta que al atardecer cayó sobre la isla de Lemnos, siendo acogido y cuidado por su población, por ello el culto del dios se celebra en esa isla. Además es el dios de los metales y la metalurgia, reina sobre los volcanes, talleres en los que trabaja junto a los cíclopes. Vulcano se casó con Venus, que lo traicionó con Marte. Informado por el sol de su infidelidad, Vulcano diseñó una red invisible que colocó sobre el lecho y, cuando los amantes se acostaron, quedaron atrapados mientras que Vulcano llamaba a todos los dioses para que fueran testigos de la traición.
Laocoonte: Atenodoro, Hagesandro y Polidoro. IIaC. Museos Vaticanos. Roma.
En la escultura se representa el momento en el que Laocoonte acude a salvar a sus dos hijos de 2 serpientes que habían salido del mar y se habían enroscado en sus cuerpos. Reconocemos a los hijos porque uno se abraza a su padre y el otro lo mira pidiendo ayuda. Reconocemos al padre por la postura defensiva que adopta intentando deshacerse de las serpientes, que fueron enviadas por Poseidón, Minerva o Apolo porque salieron del mar y tras matar a los niños y a su padre se metieron en el templo de Minerva. Laocoonte era el sacerdote troyano del templo de Apolo que, al encontrarse los troyanos con el caballo de madera de los griegos, arrojó una lanza al vientre del animal para demostrar a sus vecinos que debían destruirlo. Cuando estos se disponían a hacerlo, el viejo griego Sinon se presentó ante el rey Príamo y lo convenció de que era un regalo para la diosa Minerva y, que si lo introducían en Troya, conquistarían el favor de la diosa y serían invencibles. Laocoonte intentó por todos los medios convencer al rey de que no metiera el caballo en Troya y se dispuso a sacrificar un toro a Poseidón, partidario de los griegos. En ese momento salieron 2 serpientes del mar llamadas Porces y Caribea, que se enroscaron alrededor de los hijos del sacerdote, Atifante y Timbreo. El padre trató de salvarlos pero murió, interpretando su muerte como un castigo divino y prueba de la verdad de Sinon. Después, los troyanos metieron el caballo en la ciudad sin predecir su futura derrota.