Retórica y Persuasión: De la Antigua Grecia a Roma
Ethos en el Periodismo
Para entender el ethos en el periodismo, dos cosas son cruciales: la línea editorial (esencial para la identidad y supervivencia del medio) y la persuasión. Los medios no solo informan, también persuaden. La persuasión no es negativa; es la demostración de una interpretación del mundo, un pensamiento estructurado racionalmente. Se basa en dos tipos de pruebas: preexistentes (testigos, documentos, datos) y propias del arte (creadas e inventadas). Aquí reside la clave del ethos.
Tres elementos persuaden:
- Ethos: La personalidad o carácter del emisor, percibido subconscientemente.
- Pathos: El elemento pasional, que mueve los sentimientos.
- Logos: La parte racional del discurso, el argumento sólido.
Estos elementos aparecen en todo artículo de opinión.
Definición de Ethos en el Periodismo
El ethos en periodismo es la prueba retórica basada en la ética del emisor, lo que genera confianza en la audiencia. El medio mismo tiene ethos, clave para su credibilidad. La selección de noticias, una visión subjetiva de lo importante, influye en el ethos.
Existen dos tipos de ethos:
- Ethos global: Principios generales aceptados por la sociedad.
- Ethos singular: Valores que unen al medio con su público.
La relación entre medio, ethos y audiencia se da en tres vías:
- El medio proyecta una imagen íntegra y creíble, basada en principios morales.
- El medio conoce a su audiencia.
- El medio respeta el ethos de otros, manteniendo credibilidad incluso para los contrarios.
Retórica en la Antigua Grecia
La retórica, doctrina de la elocuencia, nace con Corax y Tisias y su manual de discursos forenses. Los sofistas atenienses (Gorgias e Isócrates) potenciaron la retórica. Gorgias introdujo la prosa y la poesía, considerando la persuasión fundamental. Sócrates enfatizó el discurso político, buscando el equilibrio entre forma y contenido.
Platón criticó a los sofistas por confundir filosofía con retórica, priorizando la apariencia sobre la verdad. Los acusó de demagogia, buscando la persuasión mediante el lenguaje sin importar la verdad.
Aristóteles y la Retórica
Aristóteles, en su obra Retórica, propuso un método para la elocuencia, dividiendo la elaboración del discurso en tres partes:
- Inventio: Creación e invención del mensaje.
- Dispositio: Organización de las ideas.
- Elocutio: Uso correcto y bello del lenguaje.
Aristóteles vinculó retórica y poesía, buscando el equilibrio entre contenido y forma. Planteó la retórica como disciplina universal, adaptando el mensaje al receptor. Distinguió dos tipos de discurso:
- Asuntos en litigio: Discursos que generan discusión, propios del ámbito político.
- Asuntos acabados: Discursos sobre temas concluidos, con sentencia.
Retórica en la Antigua Roma: Cicerón
En Roma, con Cicerón, la retórica se volvió un ejercicio intelectual más que público. Rhetorica ad Herennium, manual anónimo, adaptó la retórica griega a Roma. Cicerón, en obras como De inventione rhetorica, De oratore, Brutus y Orador, sintetizó diversas influencias, buscando la reconciliación entre retórica y filosofía. El buen orador, según Cicerón, necesita amplios conocimientos (jurídicos, administrativos y filosóficos) y habilidad comunicativa. Propuso tres estilos:
- Modesto: Lenguaje accesible.
- Sublime: Lenguaje elevado y culto.
- Término medio: Equilibrio entre los anteriores.
Quintiliano y la Formación del Orador
Quintiliano, en Institutiones oratorie, recopiló y analizó la retórica, integrándola en un programa educativo completo. Para él, el orador ideal debía dominar filosofía, gramática, música, geometría y astronomía, imitando a los clásicos para desarrollar un estilo propio. Añadió dos pasos a la elaboración del discurso de Aristóteles: la memoria y la acción. Quintiliano consideraba las normas retóricas como recomendaciones, no reglas absolutas, para fomentar la creatividad. Para él, la práctica, la experiencia y la imitación son claves para el desarrollo retórico.