Orígenes y Características

El término modernismo se aplicó en el campo de las artes a una serie de tendencias europeas y americanas que surgieron a finales del siglo XIX y se extendieron hasta la Primera Guerra Mundial. En sus inicios, el modernismo se caracterizó por un inconformismo y una rebelión contra el espíritu utilitario y materialista de la época. Este movimiento representó un esfuerzo de renovación opuesto a las tendencias realistas vigentes, manifestándose en un refinamiento estético que condujo a la bohemia, al dandismo y a ciertas conductas asociales y amorales.

El modernismo tiene su origen en Hispanoamérica. José Martí, poeta cubano, y Rubén Darío, autor nicaragüense, fueron quienes lo crearon y difundieron. La publicación de Azul en 1888 se considera el punto de partida del movimiento, ya que en esta obra se aprecian claramente sus rasgos característicos.

El modernismo se define como una literatura esteticista, que busca la belleza por encima de todo. Supuso un enorme enriquecimiento estilístico en dos direcciones: la brillantez y los grandes efectos, y el sentido de lo delicado y armónico. Destaca la importancia de lo sonoro, potenciando el ritmo y renovando las formas métricas. Se utilizaron versos poco habituales (9, 12 y 14 sílabas) con un marcado ritmo, e innovando estrofas como los sonetos de versos alejandrinos. El color también jugó un papel importante, con efectos plásticos muy ricos, predominio de la adjetivación, la metáfora, cultismos y neologismos, buscando un lenguaje visual y musical.

Influencias y Temática

La influencia de la cultura francesa fue decisiva en el modernismo. Del parnasianismo tomó el ansia de perfección formal, el culto a la belleza, los temas exóticos y el concepto del arte por el arte. Del simbolismo, la búsqueda del sentido oculto y misterioso de la vida y el arte de evocar y sugerir a través de símbolos. Se recurrió a elementos simbólicos como el cisne (símbolo de la estética modernista), el ocaso (representa la muerte), el camino (la vida) y el otoño (la decadencia).

La temática del modernismo apunta en dos direcciones: la exterioridad sensible y la intimidad del poeta. El escapismo, el deseo de huir del mundo por los caminos del ensueño, es una característica clave. Los autores buscaban una evasión de la realidad, situándose en escenarios lejanos en el espacio y el tiempo. En estas evocaciones de tiempos remotos y ambientes refinados abundan motivos coloristas: fiestas cortesanas, ninfas y princesas, cisnes y elefantes.

Ligado al escapismo se encuentra el cosmopolitismo, que surge como otra forma de evasión. Esto desembocó en la devoción por París, con sus cafés y sus bohemios. El tratamiento de temas americanos, como Caupolicán de Rubén Darío, se consideró una manifestación más de la evasión hacia el pasado. Los modernistas hispanoamericanos incrementaron el cultivo de la temática indígena en su deseo de buscar las raíces de una personalidad colectiva. Esa misma búsqueda del origen explica la entrada de temas hispanos, como en Cantos de vida y esperanza de Rubén Darío.

Otro núcleo temático importante es la expresión de la intimidad personal: sentimientos de hastío, angustia, tristeza, que son manifestación de una insatisfacción existencial. Estos sentimientos se rodean de ambientes otoñales o crepusculares, parques solitarios y abandonados, tardes grises, nocturnos. El modernismo tiene una clara influencia romántica, compartiendo características como el malestar contra una sociedad vulgar, la sensación de desamparo, desarraigo y soledad. La literatura vuelve a dar entrada al misterio, lo fantástico y los sueños. En esta literatura hay un contraste reiterado entre el amor y un intenso erotismo.

El Modernismo Español

El modernismo español presenta particularidades. A pesar de la influencia de Rubén Darío, no se centró tanto en los temas mitológicos y orientales ni desarrolló una poesía tan descriptiva y sensorial como el modernismo hispanoamericano. Las referencias a culturas lejanas fueron sustituidas por el folclore andaluz, el mundo árabe de la Alhambra, la belleza mágica de Galicia y los paisajes de los pueblos de Castilla.

Sus mejores frutos literarios fueron los inspirados en el simbolismo. Aquí se incluyen autores como Manuel Machado, Villaespesa o Marquina, las obras poéticas de la primera etapa de Antonio Machado (Soledades, galerías y otros poemas – 1903) y Juan Ramón Jiménez (Elegías – 1907) y la prosa modernista de Valle-Inclán en Las Sonatas (1902-1905).