La Caída de la Monarquía y el Nacimiento de la República

La caída de la dictadura de Primo de Rivera arrastró consigo a la monarquía. Tras la dimisión de Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII intentó volver a la situación anterior a 1923, restableciendo la Constitución de 1876 y nombrando a Berenguer como jefe de gobierno. Sin embargo, esta solución no tuvo éxito, ya que la monarquía se encontraba sin apoyos.

El primer gobierno de Berenguer tuvo que afrontar importantes problemas, como la organización de las fuerzas republicanas en el Pacto de San Sebastián, cuyo objetivo era derribar la monarquía. De este pacto nació el Comité Revolucionario, presidido por Niceto Alcalá Zamora.

El gobierno de Berenguer fue sustituido por el de Aznar, quien convocó elecciones municipales. Estas elecciones dieron la victoria a los republicanos en la mayoría de las provincias, iniciando así una nueva etapa caracterizada por profundas transformaciones políticas y sociales que buscaban soluciones definitivas a los grandes problemas de España. Sin embargo, durante su desarrollo, la República tuvo una fuerte oposición de los sectores más conservadores de la sociedad.

Etapas de la Segunda República

Gobierno Provisional (1931)

El Comité Revolucionario se convirtió en gobierno provisional, estando representados antiguos monárquicos (Niceto Alcalá Zamora), Lerroux, Marcelino Domingo, Manuel Azaña, Casares Quiroga, entre otros. Este gobierno, presidido por Niceto Alcalá Zamora, tenía la tarea de construir un nuevo régimen político y democrático.

El gobierno provisional tuvo que enfrentarse a varios conflictos en sus primeros meses, como la quema de conventos y la expulsión del país del Cardenal Segura, contrario a la República. Estos hechos provocaron la hostilidad de la Iglesia y de los sectores católicos hacia el nuevo régimen.

Con la aprobación de la Constitución de 1931, se eligió como presidente de la República a Niceto Alcalá Zamora y se formó un gobierno presidido por Manuel Azaña, iniciando así el Bienio Republicano-Socialista.

Bienio Republicano-Socialista (1931-1933)

Los gobiernos presididos por Azaña durante este bienio abordaron los problemas que, según ellos, habían apartado a España de la modernidad, intentando resolver de forma definitiva el problema religioso, militar, agrario, educativo y político.

Reforma Religiosa

Esta reforma pretendía limitar el poder y la influencia de la Iglesia.

Reforma Militar

Impulsada por Azaña con un doble objetivo: someter al ejército al poder gubernamental y asegurar la fidelidad a la República, y reducir el número de oficiales mediante la jubilación anticipada.

Reforma Agraria

Pretendía acabar con los problemas crónicos del campo español entregando tierras a los campesinos para crear una clase media campesina, aumentar la productividad y que ésta ayudara a aumentar el poder adquisitivo del campesinado, acabando con el poder económico de la aristocracia terrateniente.

Reforma Educativa

Se encargó de sustituir métodos y profesorados religiosos por partidarios de una enseñanza progresista para intentar acabar con el analfabetismo y promover una educación liberal y laica.

Reforma Política

Pretendía resolver el problema de los regionalismos dentro del marco constitucional.

Bienio Derechista o la República de Derechas (1933-1936)

Durante este periodo gobernaron los republicanos radicales apoyados por la CEDA. A pesar de que la CEDA fue el partido más votado, el presidente de la República, Alcalá Zamora, era reacio a nombrar a Gil Robles, un antirrepublicano, como jefe de gobierno.

El objetivo de estos gobiernos fue frenar muchas de las reformas puestas en marcha en la etapa anterior. Así, se tomaron las siguientes decisiones:

  • Se paralizó la reforma agraria, lo que agudizó los conflictos sociales en el campo.
  • Se aprobó una ley de amnistía para los implicados en el golpe de Estado de 1932.
  • Se olvidaron aspectos muy importantes de la Constitución sobre la nueva situación de la Iglesia y se reinició el mantenimiento económico del clero rural.
  • Se ralentizaron las construcciones de nuevas escuelas.
  • Se suspendió el Estatuto de Autonomía catalán después de la Revolución de 1934.
  • Se bloqueó en las Cortes cualquier intento de discusión del Estatuto del País Vasco.

Todas estas medidas contrareformistas provocaron un profundo malestar entre las fuerzas de izquierda, que veían peligrar la democracia, iniciándose un acercamiento entre ellas. Las protestas sociales aumentaron y tres miembros de la CEDA entraron a formar parte del gobierno. La entrada de este partido provocó el estallido revolucionario de octubre de 1934.