El terrorismo internacional

Los principales atentados y sus efectos

El primer atentado importante se produjo en 1993 cuando una camioneta explotó en el aparcamiento del World Trade Center en Nueva York; hubo seis muertos y casi mil heridos. Poco después, en 1996, tuvieron lugar otros atentados contra instalaciones militares de Estados Unidos en Arabia Saudí. Dos años más tarde, en 1998, atacaron las embajadas de Estados Unidos en Nairobi (Kenia) y Dar Es Salaam (Tanzania).

Pero los atentados más graves por su espectacularidad y elevado número de víctimas se produjeron en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. Nos referimos a los ataques contra las llamadas Torres Gemelas (el World Trade Center), en Nueva York, y contra el Pentágono, en Washington. Estos ataques terroristas se llevaron a cabo mediante la utilización de varios aviones civiles que, repletos de pasajeros y pilotados por terroristas suicidas, se estrellaron contra los edificios antes citados provocando los atentados más mortíferos hasta ese momento, ya que en ellos perecieron casi tres mil personas.

Confirmada la autoría de Al Qaeda, la respuesta de Estados Unidos fue atacar a esta organización en sus bases de Afganistán (octubre de 2001), donde se suponía que estaba su principal líder, Osama Bin Laden. La invasión de Afganistán sirvió para destruir el régimen talibán, pero no para anular a la organización terrorista. Al Qaeda continuó realizando atentados, la mayoría en países musulmanes. La invasión de Irak por Estados Unidos en 2003 contribuyó a vigorizar a Al Qaeda, que utilizó esta guerra como excusa para justificar sus crímenes, tanto en Irak como en el resto del mundo.

En este marco, los atentados masivos se extendieron a Europa, afectando especialmente a aquellos países que mantenían tropas en ese país. Los atentados de Madrid en marzo de 2004 y de Londres en julio de 2005 han sido ejemplos de esta estrategia de la organización terrorista. Estados Unidos ha continuado la persecución de los principales líderes de la organización, destacando la muerte de Osama Bin Laden en una acción militar estadounidense llevada a cabo en Pakistán en 2011.

A pesar del descabezamiento de la organización, su estructura en forma de células autónomas le permite seguir cometiendo atentados en muchos países, como el ataque a la revista francesa Charlie Hebdo en 2015.

Nuevos problemas y nuevos conflictos

En el mundo actual han surgido una serie de problemas de nuevo tipo que entrañan un grave peligro para la estabilidad de las relaciones internacionales. En este sentido podemos destacar la importancia de dos de ellos: los Estados fallidos y la proliferación de las armas de destrucción masiva.

Los Estados fallidos

Los Estados fallidos, o Estados débiles, han sido uno de los principales focos de la inestabilidad internacional en los últimos años. Podemos afirmar que un Estado es fallido cuando presenta las siguientes características:

  • No controla, total o parcialmente, su territorio.
  • Carece del monopolio del uso legítimo de la fuerza, policial o militar, en su territorio.
  • Es incapaz de ofertar unos servicios públicos efectivos.
  • Parte de la población vive ajena al marco legal del Estado.
  • No puede garantizar la aplicación de los derechos humanos fundamentales a su población.

Esta situación tiene un origen muy variado. En general, se inserta en las consecuencias de los procesos de descolonización y de ruptura del antiguo espacio comunista. En otros casos el origen es la fuerte presencia de grupos guerrilleros o de “señores de la guerra” que controlan parte del territorio nacional. En cualquier caso, más de 1500 millones de personas viven en este tipo de Estados. La inestabilidad internacional que generan estos Estados se debe a que son fácil presa de organizaciones mafiosas o terroristas, que los utilizan como base o como lugar de captación de nuevos miembros. Además, en ellos se pueden gestar conflictos armados con facilidad, con graves consecuencias humanitarias, medioambientales y políticas.

La proliferación de las armas de destrucción masiva

Este concepto hace referencia a la difusión incontrolada de armas nucleares, químicas o biológicas. Son numerosos los Estados que poseen algún tipo de armas englobables en esta tipología. Pero lo más peligroso es el deseo de posesión por parte de otros Estados o de grupos terroristas. Para evitar esta proliferación incontrolada, la comunidad internacional ha establecido diversos tratados para regular la producción, posesión y distribución de armas:

  • El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado en 1968.
  • La Convención sobre Armas Biológicas de 1972.
  • La Convención sobre Armas Químicas (CAQ) de 1993.

El relativo fracaso de estos acuerdos se ha manifestado en la cuestión de las armas nucleares. A los cinco Estados que tenían armas nucleares antes de 1967 (EE.UU., China, URSS, Francia y Reino Unido) se han ido sumando otros: Israel, Pakistán, India y, más recientemente, Corea del Norte. Otros países muestran también interés por la ampliación de su tecnología nuclear, como Irán.