El Teatro Español desde 1939

El teatro durante la posguerra (década de 1940)

Tras la Guerra Civil, la escena española había perdido a sus autores más innovadores a causa de la muerte (Lorca, Valle-Inclán) o del exilio (Max Aub, Alejandro Casona).

En España, las duras condiciones materiales y políticas condicionaron el tipo de teatro comercial que triunfó, basado en la vieja fórmula de la alta comedia burguesa. Se trata de un teatro conservador, ideológica y formalmente, que solo aspiraba a entretener al público. Destacan autores como José María Pemán o Juan Ignacio Luca de Tena.

Junto a estos autores, sobresalen dos dramaturgos que realizaron un teatro de humor algo diferente, basado en las situaciones disparatadas y absurdas, con un lenguaje original e ingenioso. Sus comedias reflejan el esfuerzo por armonizar el éxito comercial con la originalidad:

  • Enrique Jardiel Poncela, autor que ya había estrenado antes de la guerra, continuó con obras como Eloísa está debajo de un almendro.
  • Miguel Mihura, autor de Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario. Ya en 1952 estrena su obra más importante, Tres sombreros de copa, que había escrito veinte años atrás. En ella se advierte la original síntesis entre la comedia tradicional y el espíritu de la vanguardia.

El teatro en la década de 1950: El teatro social

En esta década aparece, como en los demás géneros, un teatro que manifiesta una disconformidad crítica con la realidad social y política del momento. Bajo una estética realista, los autores del teatro social aspiraban a transmitir la falta de libertad, la corrupción moral y la injusticia social. Lógicamente, estos propósitos chocaron con dos circunstancias: la censura, que obligaba a alterar los textos o que directamente prohibía su representación, y los gustos mayoritarios del público, que condenaron al fracaso comercial a este tipo de obras y redujeron su influencia a un circuito muy minoritario, mientras que en las grandes salas triunfaba el teatro de Pemán, Luca de Tena o Alfonso Paso.

Los dos grandes autores del teatro social son:

  • Antonio Buero Vallejo. Es el dramaturgo más importante de su tiempo. Su obra muestra una constante preocupación por la injusticia, el sufrimiento, la búsqueda de la libertad y de la esperanza. En su trayectoria se distinguen tres etapas:
    • En su primera etapa, escribe obras dominadas por las preocupaciones existenciales. Destaca Historia de una escalera (1949), que refleja la vida de un patio de vecindad, con sus ilusiones y sus frustraciones.
    • Etapa social, en la que, para eludir la censura, la denuncia se expresa a través de dramas ambientados en el pasado histórico (Un soñador para un pueblo) o en el futuro (El tragaluz).
    • En su última etapa, enfoca sus preocupaciones habituales con una estética renovada (La Fundación).
  • Alfonso Sastre. Es el principal impulsor, tanto teórico como práctico, del teatro comprometido. El fuerte componente ideológico de sus obras y su voluntad de renovación explican sus problemas con la censura y la desconexión con el público contemporáneo. Entre sus obras de esta época destacan Escuadra hacia la muerte y La mordaza, ambas sobre el conflicto entre autoridad y libertad.

Otros autores que pertenecen a esta tendencia son José Martín Recuerda (Las salvajes en Puente San Gil) y Lauro Olmo (La camisa).

El teatro en la década de 1960: El teatro experimental

En esta década, los autores del teatro social continúan escribiendo y representando obras nuevas. De igual modo, continúa produciéndose un teatro comercial en el que ahora sobresale Antonio Gala (Anillos para una dama).

Sin embargo, a lo largo de estos años van apareciendo obras que revelan la búsqueda de una renovación del lenguaje teatral. En ellas se manifiesta ya la influencia de los grandes innovadores teatrales europeos (Artaud, Beckett, Ionesco). En general, es un teatro opuesto al realismo, que reduce el peso del texto y potencia todos los elementos de la representación (efectos especiales, iluminación y sonido, maquillaje, expresión corporal…). La acción dramática pierde importancia y, a veces, se sustituye por simples situaciones de carácter simbólico. En cuanto a los temas, sigue predominando la actitud de protesta frente al poder establecido.

Algunos autores sociales, como Alfonso Sastre, se suman a este cambio de tendencia. Pero además aparecen algunas figuras nuevas, entre las que habría que destacar dos nombres:

  • Fernando Arrabal, autor de una obra vanguardista que desarrolló en un principio en Francia. Se trata del denominado teatro pánico, que tiene rasgos cercanos al surrealismo y al expresionismo valleinclanesco. Entre sus obras destacan Pic-nic, El triciclo o El arquitecto y el emperador de Asiria.
  • Francisco Nieva, autor de un teatro vanguardista, con elementos surrealistas y fantásticos y gusto por la espectacularidad escenográfica. Esto explica que no pudiera ver representadas sus obras hasta la llegada de la democracia. Destacan títulos como La carroza de plomo candente.

Finalmente, habría que destacar el protagonismo que tiene en esta renovación el fenómeno de los grupos de teatro independiente, gracias a los cuales es posible la representación del teatro social y del experimental. Destacan compañías como Los Goliardos, Els Joglars o Els Comediants.

Este panorama teatral se puede hacer extensivo a la década de 1970.