Moral Sana vs. Contranatural

Para Nietzsche, el único criterio válido para distinguir lo bueno de lo malo (así como lo verdadero de lo falso) es la vida misma. Lo bueno y lo verdadero será lo que favorece la vida, su salud, su fortalecimiento, su intensificación.

Por consiguiente, una moral natural, sana, será aquella que, en lugar de sentir nuestros impulsos como algo peligroso y que hay que reprimir, aprovecha su energía como fuente de salud y de creatividad, lo cual repercute en una existencia más plena y satisfactoria.

Por lo contrario, la moral contranatural, la que ha dominado nuestra cultura, es aquella que ataca la vida y los impulsos que la potencian. La religión ha sido una de las principales responsables de esa represión de los instintos, vigilándolos y castigándolos sin tregua. El reino de Dios (del que emana la moral contranatural) y la vida (de la que fluye una moral sana) acaban siendo dos mundos absolutamente separados, contradictorios, imposibles de conciliar.

El Nihilismo

La cultura occidental está enferma y esa enfermedad es el nihilismo. La causa es el descubrimiento de que sus adorados ídolos eran fetiches falsos. Es el momento del crepúsculo de los ídolos que nos han engañado y dominado.

Dentro de la filosofía nietzscheana, el término nihilismo tiene dos significados:

  • Nihilismo activo: signo de la voluntad de poder, de la persona que supera la angustia inicial que provoca la muerte de Dios.
  • Nihilismo pasivo: la decadencia propia de la persona que se hunde ante la falta de referentes, y que vive desfondado, sin llegar a abrazar los valores de la vida.

La clave para diferenciar ambos tipos de nihilismo reside en la voluntad de poder. Si la voluntad de poder se reduce, aparece el nihilismo pasivo. Es la forma de vida derivada de la pérdida de todo tipo de referentes, y Nietzsche piensa que está a punto de surgir en Occidente: todos los valores que ha creado Occidente son falsos, decadentes, negadores de la vida, hijos de la voluntad de la nada. Cuando todos estos valores supremos muestran sus debilidades, surge la angustia y la inquietud propia del nihilismo pasivo. Dios, la verdad, el bien y el mal se convierten en palabras vacías, y el hombre reflexivo potenciado por Sócrates, Platón o Descartes no encuentra una piedra segura sobre la que levantar su reflexión y su vida.

Cuando todo esto ocurra, habrá llegado el tiempo del último hombre, aquel que se deja vencer por este desfondamiento, y que vive angustiado, temeroso, deprimido ante la tristeza de un mundo ilusorio que se derrumba ante su mirada. El nihilismo pasivo se entristece ante la total falta de sentido.

Pero existe una respuesta a esta crisis, y viene proporcionada por el nihilismo activo: es la fuerza capaz de sobreponerse a la crisis del nihilismo pasivo, y está potenciada por una enérgica voluntad de poder. El nihilista activo no espera a que los valores se derrumben: los destruye él mismo, siendo capaz de sustituirlos por sus propios valores. La voluntad de poder crea destruyendo, y destruye en su acto de creación. Este nihilismo activo será el que conduzca a Nietzsche a desarrollar una crítica radical contra dos de los fundamentos de Occidente: la filosofía y la moral.

Nietzsche y el Gregarismo en la Actualidad

Desde el punto de vista del gregarismo se podrían distinguir dos tipos de personas: los que siguen a los demás, los que forman parte del rebaño, y los que actúan de forma diferente, de forma independiente. El autor alemán se quedará con los segundos ya que son más parecidos al superhombre. Son creativos, espontáneos, libres, es decir, características de una voluntad de poder fuerte. Al ser independientes, tendrán la posibilidad de hacer de su vida una obra de arte.

Por otra parte, a los primeros, a los gregarios, se les podría identificar en la actualidad con los seguidores de equipos de fútbol o de macrofestivales musicales. Estos aficionados y fans siguen a un futbolista o persona que, a su vez, es seguida por un gran número de personas, es decir, no son originales. Son uno más de la masa y lo peor es que les da igual, no les importa, se sienten a gusto en la masa. Además, muchos se compran camisetas con el nombre de su futbolista o cantante favorito, convirtiéndolos así en ídolos y modelos a seguir, eliminando así toda posibilidad de crear, solo copian, imitan, no inventan. En este grupo también se podrían incluir a los mansos cristianos, generosos y humildes, que encuentran en el rebaño su fuerza.

En conclusión, lo importante es llevar una vida diferente, alejarse de la masa, de la muchedumbre. Nietzsche era un esteta, hay que llevar una vida estética, diferente, ser ante todo y sobre todo original.