La Realidad Radical de la Vida

Para Ortega y Gasset, a diferencia de los filósofos antiguos que centraban la realidad en el cosmos y los objetos, y de los modernos que la ubicaban en el pensamiento y el yo, la filosofía debe investigar la realidad radical. Esta no es la existencia del mundo o del yo por separado, sino la coexistencia de ambos: la vida. La vida de cada individuo consiste en “darse cuenta”, en tener conciencia de lo que se vive. Esta conciencia revela la vida como fatalidad, ya que nos encontramos con un mundo y una circunstancia inalterables. Simultáneamente, el hombre se ve obligado a elegir entre posibilidades, convirtiendo la vida también en libertad. El ser del hombre es su propia vida, un constante devenir, una futurición y proyecto.

La Circunstancia Vital

Estas características vitales se sintetizan en la circunstancia: el conjunto de realidades y problemas que el individuo enfrenta. La circunstancia no es solo el mundo exterior, sino un ingrediente esencial de la vida misma.

La Verdad como Perspectiva

Ortega se opone tanto al relativismo, que niega la posibilidad de conocer la verdad, como al racionalismo, que sacrifica la vida y la historia por una verdad única y abstracta. Para él, la verdad es perspectiva, un punto de vista cambiante que revela una nueva faceta de la verdad única e inmutable. Esta perspectiva individual es el único modo de conocer la realidad. El sujeto que conoce no deforma las impresiones externas (relativismo) ni las deja intactas (racionalismo), sino que criba y selecciona.

Reforma de la Filosofía: La Razón Vital

Ortega propone una reforma radical de la filosofía, superando la modernidad filosófica y su idealismo cartesiano, que prioriza la subjetividad (el yo o la conciencia) sobre la realidad exterior. Para Ortega, el tema central es la vida.

Razón Vital vs. Razón Pura

Frente a la razón pura del racionalismo, abstracta e inmutable, Ortega defiende la razón vital, dirigida a comprender la vida que debemos construir en una circunstancia determinada. La razón pura debe transformarse en razón vital.

El Hombre y la Historia

No se puede hablar del hombre en abstracto, ya que “el hombre no tiene naturaleza… sino historia”. El hombre hace su vida, un quehacer diario con otros en el mundo. La vida auténtica consiste en “hacer lo que hay que hacer y evitar hacer cualquier cosa”, no en el capricho. La vida es futurición y proyecto, por lo tanto, invención. Nuestra existencia se basa en una interpretación del mundo y de nosotros mismos. Ortega distingue entre ideas, que creamos, y creencias, en las que estamos inmersos.

La Importancia de la Historia

El hombre inventa su existencia desde la conciencia de la circunstancia, que incluye la historia heredada. Olvidar el pasado conduce a la rebarbarización. Según Ortega, las masas han alcanzado el poder, las minorías selectas han desertado, no hay proyecto, y el hombre europeo del siglo XX se comporta como un heredero malcriado, que disfruta de lo heredado sin esfuerzo. “Aparece por primera vez en Europa un tipo de hombre que no quiere dar razones ni quiere tener razón”. Para evitar la barbarie, el hombre debe estar a la altura de su tiempo, conocer su historia y valorar el esfuerzo de quienes le precedieron.