1. La Segunda Revolución Industrial

1.1 Crecimiento Demográfico y Migraciones

La mejora de la dieta y los progresos médicos y sanitarios hicieron posible una nueva fase de crecimiento de la población europea. Los descubrimientos de la medicina de Pasteur, Koch y otros científicos consiguieron frenar las grandes epidemias. El descenso de la mortalidad provocada por enfermedades infecciosas, junto a la disminución de la mortalidad infantil, permitió el aumento de la esperanza de vida. Esta caída de la mortalidad provocó una explosión demográfica europea.

Este crecimiento demográfico no tuvo relación con el aumento de la renta del habitante. Al contrario, incrementó los desequilibrios de la distribución de la riqueza, provocando desplazamientos de población.

1.2 Nuevas Fuentes de Energía

Entre 1884 y 1914, dos nuevas fuentes de energía sustituyeron al carbón: el petróleo y la electricidad. Esta última presentaba numerosas ventajas: su limpieza y flexibilidad al adaptarse a las necesidades de producción, su fácil conversión en calor, luz o movimiento, su adaptación a la máquina y la posibilidad de trasladarla.

El uso de la electricidad cambió la ubicación de las empresas y su organización interna, a la vez que comportó el descenso del precio de la energía, aumentando la productividad. Además, su uso tuvo numerosas aplicaciones en las comunicaciones, el transporte, la iluminación y el ocio.

La explotación comercial del petróleo comenzó en 1859 en EEUU. Al principio fue utilizado para la iluminación, pero los avances en su destilación hicieron posible ampliar su uso. Su aplicación más importante fue en los medios de transporte, gracias a su uso como combustible.

1.3 Los Nuevos Medios de Transporte

Las nuevas fuentes de energía impulsaron una nueva revolución de los transportes, que fue un elemento esencial del crecimiento económico. Se construyeron las principales redes ferroviarias en Europa, y la electricidad permitió innovar en el transporte urbano gracias a los tranvías y los ferrocarriles metropolitanos. A partir de los años 70, se mejoraron las técnicas en la construcción de buques, y la navegación acortó la duración de los viajes, favoreciendo las grandes migraciones europeas. Además, se abrieron nuevos canales que acortaron distancias y estimularon el comercio marítimo.

La invención del pedal y el neumático hicieron posible la aparición de uno de los medios de transporte más populares: la bicicleta. Pero lo que realmente revolucionó el transporte fue el automóvil, resultado de combinar el motor de explosión, el neumático y el petróleo como combustible. Las primeras décadas del siglo XX conocieron también el desarrollo de la aviación.

1.4 Nuevos Inventos, Nuevas Industrias

El empuje industrial estuvo relacionado con la innovación tecnológica, que se desarrolló gracias a unas relaciones más estrechas entre la empresa y la investigación. A diferencia de la primera fase de la revolución, donde los inventos fueron fruto de iniciativas individuales, el avance tecnológico pasó a ser el resultado de la cooperación de numerosos especialistas, agrupados en laboratorios de investigación.

Se descubrieron nuevos productos, y su desarrollo promovió el surgimiento de otros sectores productivos.

La industria siderúrgica conoció una gran expansión gracias a la producción del acero y aluminio, y la metalúrgica ampliaba su horizonte con la nueva industria del automóvil. La industria eléctrica encontró infinitas aplicaciones en el alumbrado, en los modernos medios de transporte y en las telecomunicaciones. El sector químico tuvo un gran impulso con la creación de nuevos productos y el desarrollo de la industria farmacéutica.

1.5 La Nueva Organización del Capital y del Trabajo

Durante la primera revolución industrial, la mayor parte de la producción se realizaba en empresas familiares, pero la aceleración del crecimiento provocó el desarrollo de nuevos modelos empresariales.

La Concentración Empresarial

Solo las grandes empresas eran capaces de hacer frente a la guerra de precios, a la competencia y a la renovación constante. De este modo fueron apareciendo verdaderos gigantes empresariales que acabaron controlando el mercado. Esta concentración empresarial adquirió diferentes formas:

  • Concentración horizontal de empresas de un mismo ramo.
  • Concentración vertical entre empresas complementarias, donde encontramos el cártel (asociación con el objetivo de eliminar la competencia), el trust (fusión de varias empresas en una nueva) y el holding (sociedad financiera que posee capital en empresas diversas).
  • Monopolio: exclusiva sobre un producto.

La Producción en Serie

Surgieron nuevas formas de organización del trabajo para aumentar la productividad y ahorrar costes.

El taylorismo pretende aumentar la productividad eliminando los movimientos inútiles del obrero para optimizar el tiempo y reducir los costes. Se produce en serie en una cadena de montaje.

Henry Ford aplicó la teoría del fordismo en su fábrica de automóviles con el objetivo de fabricar un gran número a bajo coste. Pagaba salarios elevados para convertir a los obreros en consumidores.

1.6 El Aumento de la Competencia

En el último tercio del siglo XIX, se industrializaron nuevos países y aumentó la competencia.

Las Nuevas Potencias Industriales

En Europa, el primer competidor fue Alemania. A finales del siglo se convirtió en una potencia tanto en sectores básicos como en industrias tecnológicamente avanzadas. Algunos rasgos relevantes de su industria fueron el mayor tamaño medio de las empresas y las nuevas formas de organización.

La Expansión del Comercio

El aumento de la competencia hizo necesario ganar más consumidores, y para ello se innovó en los sistemas de venta. Así aparecieron los grandes almacenes que, con el tiempo, acabarían conquistando el mercado. Se trataba de grandes superficies comerciales que ofrecían una gran variedad de productos. Además, el salario de los obreros aumentó, y los nuevos sistemas de ventas abrieron el camino a la era del consumo de masas. Asimismo, se introdujo la publicidad y, sobre todo, las rebajas y oportunidades.

El comercio internacional se multiplicó por siete gracias a los progresos del transporte, la expansión del librecambio y la producción masiva de bienes, que permitió una reducción de su precio.