El Teatro Español Anterior a 1936

Antecedentes

El Teatro a Finales del Siglo XIX

La segunda mitad del siglo XIX es la época de la llamada alta comedia, un tipo de teatro realista ambientado en los salones de la alta sociedad que solía plantear una tesis moral. El autor más significativo fue José Echegaray, autor de obras como “El Gran Galeoto”.

Su teatro neorromántico, escrito en verso, de estilo retórico y con temas trasnochados, estaba completamente alejado de la realidad. Un intento de teatro renovador, que reflejó los problemas sociales de la época, es el protagonizado por Benito Pérez Galdós y Joaquín Dicenta.

En los últimos años del siglo XIX aparece también el género chico: piezas cortas (sainetes, entremeses, zarzuelas) de carácter cómico, ambiente popular y tema costumbrista. Ejemplo: “La verbena de la Paloma” de Ricardo de la Vega.

Corrientes del Teatro Anterior a 1936

Los gustos del público determinan la orientación del teatro anterior a 1936. Por esta razón, suele hablarse de dos grandes tendencias: el teatro de éxito comercial y el teatro renovador.

El Teatro de Éxito Comercial

Es un teatro cómico, costumbrista y melodramático, que rehúye los planteamientos ideológicos y continúa las formas dramáticas tradicionales. En esta línea, pueden distinguirse tres corrientes:

  • Comedia burguesa (Jacinto Benavente)
  • Teatro poético (Francisco Villaespesa)
  • Teatro cómico (Carlos Arniches)
El Teatro Renovador

A contracorriente de los gustos de la época, renovador en las formas y en los temas, este teatro hubo de esperar muchos años para ser valorado en su justa medida. Está representado por las figuras de Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca, los dos grandes dramaturgos de este periodo.

La Comedia Burguesa de Benavente

Jacinto Benavente (Madrid, 1866-1954) fue el autor de más éxito de la época. Sus obras se caracterizan por el dominio de los recursos escénicos y la habilidad en los diálogos. La mayor parte de su producción, que tiene como escenarios los salones y ambientes de la burguesía y la alta sociedad, plantea como tema la crítica amable, irónica y superficial de algunos vicios y defectos de las costumbres burguesas.

Sus obras más importantes son:

  • “El nido ajeno”: sobre la situación opresiva y discriminatoria de la mujer casada en la sociedad española de la época. La obra hubo de ser retirada al poco de su estreno por lo atrevido del tema.
  • “Gente conocida”, “La comida de las fieras”, “La noche del sábado”, “Rosas de otoño”: críticas suaves de los convencionalismos y valores de la sociedad burguesa.
  • “Los intereses creados” (1907): su obra más conocida, pertenece al subgénero dramático de la farsa. En ella se desarrolla el tema del dinero por medio de personajes-tipo, procedentes de la Commedia dell’Arte italiana, como Polichinela y Arlequín.
  • “Señora Ama” y “La Malquerida”: dramas de ambiente rural.

El Teatro Poético

De gran éxito a principios de siglo, este teatro, escrito en verso al estilo modernista sonoro y musical, trataba temas de carácter histórico: exaltaciones de grandes hechos o personajes del pasado. Los principales cultivadores son:

  • Francisco Villaespesa, autor de títulos como “Doña María de Padilla” o “La leona de Castilla”.
  • Eduardo Marquina, con dramas históricos como “Las hijas del Cid”.

Cabe destacar las obras escritas en colaboración por los hermanos Manuel y Antonio Machado: “Desdichas de la fortuna” o “Juan de Mañara” (sobre la mítica figura del donjuán), “La Lola se va a los puertos” (cuya protagonista, una cantaora, simboliza el espíritu de la copla andaluza tradicional) y “Juanillo Valcárcel” (protagonizado por un hijo bastardo del conde-duque de Olivares).

El Teatro Cómico

El teatro cómico está basado en la presentación de tipos y costumbres populares. Los autores más representativos son:

  • Carlos Arniches, conocido por sus sainetes costumbristas ambientados en el Madrid castizo. Obras influidas por el llamado “género chico” son: “El Santo de la Isidra” o “Los milagros del jornal”. Posteriormente cultivó la llamada tragedia grotesca con obras como “La señorita de Trevélez”, en la que se unen lo caricaturesco y lo conmovedor con una actitud crítica ante las injusticias.
  • Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, cuyo teatro se identifica con los temas y ambientes de la Andalucía tópica y tradicional. Todas sus obras no son más que cuadros de costumbres andaluzas, siempre con una visión optimista y risueña de la vida. Algunas de ellas son “El patio” y “El genio alegre”.
  • Pedro Muñoz Seca, creador de un subgénero cómico, el astracán, que se basa en situaciones disparatadas y en los juegos de palabras con el único fin de provocar la risa del espectador. Su obra más famosa: “La venganza de don Mendo”, parodia de los dramas históricos neorrománticos y del teatro poético en verso de principios de siglo.

El Teatro Renovador

  • Miguel de Unamuno: plantea en sus obras teatrales, poco apreciadas por el público, sus inquietudes espirituales y filosóficas sobre el sentido de la vida humana, el problema de la personalidad, la identidad, etc. La acción externa, muy escasa, se supedita siempre al conflicto interior vivido por los personajes, especialmente el protagonista. Es un teatro intelectual y de ideas más que de acción dramática. Sus obras más importantes: “La esfinge”, “Fedra”, “El otro” (centrado en el problema de la personalidad).
  • Azorín: hizo tardíamente algunos experimentos teatrales en la línea de lo irreal y simbólico. Ejemplo: “Angelita” y su obra más importante “Lo invisible” (trilogía integrada por un prólogo y tres piezas independientes).
  • Jacinto Grau: su teatro, novedoso, despertó interés en el extranjero, pero fracasó en España. Murió exiliado en Buenos Aires en 1958. Su obra, poco extensa, se interesa por los grandes mitos o temas literarios. La obra más conocida es “El señor de Pigmalión”, versión moderna del famoso mito clásico.

Entre los autores de la Generación del 27 destacamos a Pedro Salinas, Rafael Alberti y Miguel Hernández (“Quien te ha visto y quien te ve”).