Aislamiento y Autarquía

Tras la Guerra Civil, España quedó aislada internacionalmente y sometida a un bloqueo económico. El régimen franquista adoptó una política de autarquía, buscando la autosuficiencia económica. Sin embargo, esta política resultó insuficiente para cubrir las necesidades del país.

Liberalización Económica

En los años cincuenta, el fracaso de la autarquía obligó al régimen a liberalizar la economía. Esta apertura económica produjo un desarrollo espectacular, llevando a España a un rápido proceso de modernización y transformación.

Control de la Oposición

El régimen franquista reprimió duramente la oposición política. La resistencia guerrillera fue desechada, las huelgas obreras fueron evitadas y las universidades fueron cerradas. Solo el Partido Comunista mantuvo una labor de reorganización interior.

Transformaciones Políticas

En los años sesenta, el régimen franquista tuvo que acomodar sus instituciones a la realidad nacional e internacional. Se introdujeron reformas como la Ley de Prensa, la Ley de Libertad Religiosa y la Ley Orgánica del Estado.

La Oposición al Régimen

A pesar de la represión, la oposición al franquismo fue creciendo. En 1959 surgió ETA, un grupo terrorista de ideología nacionalista vasca. En 1962, se celebró el Contubernio de Múnich, donde figuras de la oposición interior y del exilio reclamaron el ingreso de España en los organismos europeos.

Movimientos Sociales

Además de la oposición política, surgieron movimientos sociales como las organizaciones obreras cristianas, las CC.OO. y el movimiento universitario. Estos movimientos reivindicaron mejoras laborales, libertades y democracia.

El Legado del Franquismo

El régimen franquista dejó un legado de represión, aislamiento y pobreza. Sin embargo, la liberalización económica de los años sesenta sentó las bases para el desarrollo y la modernización de España en las décadas posteriores.