Literatura Hispanoamericana y Vanguardias del Siglo XX
Tras las vanguardias en la poesía americana, destacaron una gran variedad de autores, entre ellos se encontraba César Vallejo, autor de “Los heraldos negros” con influencia modernista, “Trilce” con influencia vanguardista y “España, aparta de mí este cáliz”, influida por el compromiso político. También destacó Pablo Neruda, quien obtuvo el Nobel por su poesía y es el autor de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, con la que intentó superar el modernismo; “Residencia en la tierra”, con la que profundiza en el surrealismo; y “Canto general”, un proyecto poético que pretende reflejar la historia de Hispanoamérica. Gabriela Mistral, autora de “Lagar”, muestra su angustia ante la muerte, las guerras y el fascismo. Alfonsina Storni, quien comenzó con el modernismo y luchó por sus ideales feministas; Alejandra Pizarnik, que trata en su obra su sentimiento de culpa y su sufrimiento; y, por último, Ida Vitale, representante de la poesía esencialista.
La Novela Religionalista y la Revolución Mexicana
La novela religionalista se muestra cercana al costumbrismo realista y exalta las culturas americanas. La revolución mexicana inspira novelas como “Los de abajo” de Mariano Azuela. Dentro de esta novela destacan José Eustasio Rivera, autor de “La vorágine”; Rómulo Gallegos, autor de “Doña Bárbara”; Ricardo Güiraldes, autor de “Don Segundo Sombra”; y Ciro Alegría, autor de “El mundo es ancho y ajeno”.
El Boom de la Literatura Hispanoamericana
El Boom es la difusión universal de un grupo de escritores hispanoamericanos que conforman el realismo mágico, utilizan el monólogo interior y emplean una estructura narrativa no lineal. Además, las innovaciones técnicas están puestas al servicio de una literatura comprometida con la realidad de ciertos países. Los autores se clasifican según su país:
- Guatemala: destaca Miguel Ángel Asturias, que inaugura las novelas de dictadores con “El señor presidente”, además de Augusto Roa Bastos con “Yo el Supremo” y Gabriel García Márquez con “El otoño del patriarca”.
- Cuba: destacan Alejo Carpentier con “El siglo de las luces” y José Lezama Lima con “Paradiso”.
- Argentina: Jorge Luis Borges con “El Aleph”, Ernesto Sábato con “Sobre héroes y tumbas” y Julio Cortázar con “Rayuela”, su gran novela.
- México: Juan Rulfo con “Pedro Páramo” y Carlos Fuentes con “La muerte de Artemio Cruz”.
- Colombia: el ícono mundial del realismo mágico, destaca Gabriel García Márquez con “Cien años de soledad”.
- Perú: Mario Vargas Llosa con “Conversación en la catedral”.
- Uruguay: destaca Onetti con “El astillero”.
Tras el Boom, destacaron escritores como Isabella Allende con “La casa de los espíritus”, Roberto Bolaño, que fundó el movimiento realista con “Los detectives salvajes”, y por último Mariana Enríquez, quien cultivó el género del terror.
La Vanguardia en Europa
La agitación política y social vivida en Europa a comienzos del siglo XX tuvo su reflejo artístico en el movimiento de la vanguardia. La vanguardia supone un ataque al racionalismo y a la idiosincrasia burguesa. Los movimientos de vanguardia, también denominados ismos, buscan romper con la lógica, el realismo y el sentimentalismo, y van en contra de la técnica, las normas y el clasicismo. Buscan la originalidad mediante la experimentación. Suelen ser provocadores, polémicos y caprichosos.
Expresionismo y Futurismo
El expresionismo acentúa rasgos que ya contenían el impresionismo y el naturalismo. Desea pintar una realidad insoportable y deprimente mediante trazos gruesos, una estética deformante, personajes extraños, ambientes crudos, uso libre del lenguaje, situaciones absurdas y una visión atormentada y pesimista del mundo. Sus representantes más destacados son el narrador checo Franz Kafka, autor de El proceso, que escribe en alemán, y el dramaturgo alemán Bertolt Brecht.
El futurismo, caracterizado por la modernidad y la velocidad, fundado por Marinetti, rechaza radicalmente el pasado, admira el progreso tecnológico y aboga por la destrucción de la sintaxis y la omisión de los signos de puntuación. La línea italiana se siente atraída por la filosofía de Nietzsche, por la guerra, por el nacionalismo y por el fascismo; la rusa, de Vladimir Maiakovski.
Dadaísmo y Cubismo
El dadaísmo, de Tristan Tzara, pretende aniquilar la cultura, la expresión y el arte. Desarrolla un fuerte componente lúdico y se muestra convencido de que cualquier cosa puede construir arte, porque lo importante no es el resultado, sino el proceso de creación. Tzara explica que para crear poesía basta con un periódico y unas tijeras: se seleccionan titulares, se palabras que se meten en una bolsa, se sacan al azar, se van escribiendo o pegando en un papel y el resultado es un poema dadaísta.
La obra literaria no se compone solo de palabras, de modo que incluyen en ella dibujos, todo tipo de objetos y la técnica del collage. Surge el cubismo, cuyo principal exponente literario es Apollinaire, creador de los caligramas. La pintura de Picasso y Braque pretende plasmar la realidad desde diferentes puntos de vista simultáneos y emplea las palabras para dotar al poema de formas y dibujos.
Surrealismo y Creacionismo
El surrealismo, fundado por André Breton, humaniza la literatura y muestra interés por el inconsciente y los sueños. Su base intelectual es el psicoanálisis y utiliza como técnica la escritura no automática mediante el alcohol, el sueño o cualquier proceso que libere al individuo del control de sus propios procesos mentales y le sirva para rescatar los contenidos subconscientes. Su técnica del cadáver exquisito consiste en que varios escritores participen en la misma obra sin conocer lo escrito por quienes los preceden.
En España también se desarrollaron movimientos de vanguardia. El creacionismo pretende crear el mundo con las palabras del poeta. Buscan una imagen múltiple que realidades distintas que no remita de forma específica a ninguna. Resulta fundamental la aportación de Juan Larrea y del chileno Vicente Huidobro.
El ultraísmo, impulsado por Rafael Cansinos Assens, pretende unificar todas las vanguardias deshumanizadas. Guillermo de Torre, en Hélices, forja una poética nueva. Borges se interesó por este movimiento y lo exportó a América. Años después, Borges renegó de esta etapa y cargó con dureza contra el ultraísmo. Ramón Gómez de la Serna, empeñado en introducir en España la modernidad y las vanguardias, se hizo especialmente célebre por sus greguerías.
En Hispanoamérica, César Vallejo se convierte en una referencia mundial de las vanguardias con Trilce, que experimenta con la sintaxis, inventa palabras (entre ellas, el título) y toma técnicas del dadaísmo y del surrealismo. Pablo Neruda muestra en su obra una fuerte influencia del surrealismo y otros ismos en Residencia en la tierra. En México, el estridentismo unió características del futurismo y del dadaísmo. En Argentina, el martinfierrismo.
Literatura Española del Siglo XX
La falta de perspectiva histórica y el fuerte desarrollo del género novelístico hacen que resulte muy difícil clasificar la novela producida en España en las últimas décadas. Es muy característica de este periodo la convivencia entre obras en las que perviven las vanguardias y novelas que desean recuperar el placer de la narración.
Clasificación Temática de la Novela
La novela intimista y lírica es más relevante en la vida interna de los personajes que en la trama. Carmen Martín Gaite se esfuerza en descubrir aspectos de la intimidad humana más profunda. En Nubosidad variable, nos presenta el conmovedor testimonio de unas mujeres que luchan por vencer su atormentado mundo interno para lograr la independencia.
Eduardo Mendoza, en La verdad sobre el caso Savolta, aprovecha las aportaciones de la vanguardia y las características del género negro. La obra integra los elementos más dispares, todos ficticios: artículos periodísticos, transcripciones mecanografiadas de interrogatorios, declaraciones juradas…
Javier Marías, autor de Todas las almas, aúna el descubrimiento de la intimidad, el culturalismo y el gusto por contar historias. En El mal de Montano, Enrique Vila-Matas nos muestra un ejemplo de autoficción, esto es, de narración en la que el autor ha usado su biografía como base argumental, pero la ha adornado con elementos imaginarios. Cuando la narración intenta penetrar en los secretos del novelista y mostrar cómo este realiza su obra, hablamos de metanovela.
La novela histórica exige conseguir el equilibrio entre información histórica y calidad literaria. Uno de los temas más repetidos es la Guerra Civil y la posguerra. Almudena Grandes es autora de un conjunto de novelas entre las que se encuentra Inés y la alegría. Arturo Pérez Reverte constituirá por mucho tiempo materia de discusión. Es autor de una serie de novelas sobre el capitán Alatriste, un soldado de los Tercios del siglo XVII. Predomina el género de aventuras, como ocurre en la serie Cienfuegos, de Alberto Vázquez Figueroa.
Luis Landero describe en Juegos de la edad tardía la tragicomedia de los sueños incumplidos de los perdedores. En sus obras, la audacia menuda y la solidaridad sincera suelen obrar verdaderos milagros. Luis Mateo Diez, reciente ganador del Cervantes, es uno de los escritores con mejor dominio de nuestra lengua. Su retrato de la vida provinciana en Las estaciones provinciales está cargado de humor y de lirismo.
La novela negra persigue realizar un retrato profundo de las taras sociales. Su influencia es tal que tiende a invadir todos los otros géneros. Lorenzo Silva nos presenta en muchas de sus obras el fracaso de la persona que ha llegado al éxito económico, pero se siente vacío. Su mayor triunfo entre los lectores se debe a sus novelas negras, protagonizadas por dos guardias civiles, hombre y mujer, Vila y Chamorro, que nos muestran la corrupción del alma humana con una sorprendente empatía por el perdedor. Aunque su obra maestra, El jinete polaco, aborda la recuperación de la memoria individual y colectiva, Antonio Muñoz Molina recurre en muchas de sus novelas al género negro y consigue darle una enorme profundidad intelectual, como ocurre en El invierno en Lisboa o en Plenilunio. Es capaz de unir unos argumentos muy sólidamente estructurados, unas tramas muy complejas y unos personajes convincentes. Suele narrar varias historias paralelas.
En los años 90, apareció la generación X. José Ángel Mañas, en Historias del Kronen, muestra una juventud de clases medias y altas. Sus vidas transcurren entre las drogas, el sexo y el desafío a las normas. La literatura fantástica también tiene su lugar. Ana María Matute escribe Olvidado rey Gudú. José María Merino, en Historias del otro lugar, recoge los cuentos que escribió entre 1982 y 2004. Laura Gallego, con su trilogía Memorias de Idhún.
La novela poemática nos ofrece una prosa muy cuidada que hereda el ritmo de la poesía. Julio Llamazares, autor de La lluvia amarilla, presenta el lamento por la pérdida del mundo rural, que no idealiza, y aborda asuntos como el paso del tiempo, la destrucción de lo amado y la muerte.
Literatura Realista en el Siglo XIX
El surgimiento de la literatura realista en el siglo XIX refleja la ascensión de la burguesía y su influencia en la sociedad industrial. Este movimiento, iniciado en Francia y llegado a España tras la revolución de 1868, se opone al romanticismo al buscar representar fielmente la realidad contemporánea. Los realistas se esfuerzan por capturar la psicología y las costumbres de la época, utilizando descripciones detalladas y reproduciendo el habla de los personajes con precisión.
Los escritores realistas españoles abordan una variedad de temas y enfoques. Cecilia Böhl de Faber, bajo el pseudónimo de Fernán Caballero, y Pedro Antonio de Alarcón inicialmente muestran el pasado de manera idealizada, mientras que José María de Pereda se centra en la vida en Cantabria. Juan Valera adopta un enfoque esteticista en sus obras, mientras que Benito Pérez Galdós destaca con sus