La Vida, la Muerte y el Amor en la Poesía de Miguel Hernández
Trayectoria Poética de Miguel Hernández
Evolución de su Poesía
La producción poética de Miguel Hernández, perteneciente a la Generación del 27, abarca apenas 12 años. En este tiempo, el poeta pasa por diferentes etapas que evolucionan hacia la creación de un mundo poético propio.
Etapas
- Etapa oriolana (1920-1934): Se convierte en un poeta autodidacta (influencia paterna) que asimila a los clásicos y a sus contemporáneos consolidados. Podemos encontrar costumbrismo (“En mi barraquita”), modernismo (“Pastoril”). En esta etapa, la naturaleza ocupa un papel importante: retoma la sensualidad, el bucolismo y la sensoriedad del Renacimiento (Garcilaso de la Vega). En su búsqueda de una mayor disciplina, sigue a Luis de Góngora.
- Poesía intimista (1934-1936): Encontramos una de sus obras maestras: El rayo que no cesa. En sus sonetos se aprecia el verdadero equilibrio entre contenido y forma. El tema principal es el amor, marcado por un vitalismo trágico. Las convenciones sociales son un obstáculo que provoca pena y dolor. El amor se vive con tortura y se asume con fatalismo. En este libro se incluye la “Elegía a Ramón Sijé”, en la que se lamenta de la muerte de uno de sus mejores amigos. Miguel Hernández evoluciona hacia la poesía impura. Sustituye el costumbrismo por un tono social que destaca la solidaridad y la defensa de los valores humanos.
- Poesía de propaganda y combate (1936-1938): Durante la guerra, pone su poesía al servicio de la lucha, abandona la estética culterana y a la vez incluye en sus versos un profundo contenido social. En Vientos del pueblo aparecen poemas épicos de combate (“El niño yuntero”). El poeta se muestra solidario con el desvalido; todavía aquí se mantiene el optimismo y el amor por la patria. En El hombre acecha se impone el pesimismo por la tragedia de la guerra. La derrota republicana y sus consecuencias provocan en Miguel Hernández un grito desgarrado y desalentador.
- Poesía íntima y carcelaria (1938-1941): Ya en la cárcel, compone Cancionero y romancero de ausencias, abandona la vanguardia y vuelve a la poesía popular, alcanzando su máxima desnudez y un tono conmovedor. Se dejan ver las huellas de la guerra, vuelven a imponerse las estremecedoras experiencias personales. En “Nanas de la cebolla” da pie a un canto de esperanza y muestra sus ideales: el amor (marcado por la separación), la libertad de su hijo y la dignidad humana.
El Compromiso Social y Político en la Poesía de Miguel Hernández
El compromiso social y político son los pilares fundamentales de la poesía de Miguel Hernández, a partir del inicio de la Guerra Civil Española y hasta su finalización. De la poesía pura y católica de su primera etapa pasa a una poesía comprometida con las protestas sociales, marcada por el ímpetu social, la afinidad con las masas, la libertad y los valores humanos. Libros más representativos son:
- Viento del pueblo (1937): Punto de vista optimista, entusiasta y combativo. Lo colectivo se impone a lo personal. Se muestra solidario con el pueblo por su trabajo y su lealtad en la guerra y, por ello, utiliza un estilo más claro y transparente para ser entendido por el humilde, el rural y el analfabeto (“Vientos del pueblo que me llevan”).
- El hombre acecha: Tono más pesimista. La derrota republicana provoca un desgarrado grito desalentador. El odio, los heridos, los inútiles, la muerte y la cárcel son constantes en estos versos. Aparece una visión pesimista de la guerra como concepto (“El tren de los heridos”). A pesar del dolor y el tono trágico, el poeta cierra el libro con una petición de esperanza (“Canción última”).
En general, la poesía de Miguel Hernández puede considerarse de tono social: muestra sus orígenes humildes, la preocupación por los trabajadores, denuncia la explotación, la pobreza, el hambre. Muestra su afinidad con los republicanos y con el régimen soviético comunista.
La Vida y la Muerte en la Poesía de Miguel Hernández
En la evolución poética de Miguel Hernández comprobamos diferentes etapas vitales: la ingenuidad de la infancia, los primeros contactos con la naturaleza, la religión y el entorno de Orihuela, el sexo, la conciencia social, la adversidad y la muerte.
Desde el punto de vista de la vida y la muerte, se puede apreciar la influencia del existencialismo de Heidegger o de la poesía de Quevedo (el hombre es un ser nacido para la muerte). Sin embargo, desde un sentido más solidario, se concibe la muerte como semilla. Tras la evolución del optimismo hacia el fatalismo, la vida y la muerte se convierten en un solo tema en Cancionero y romancero de ausencias.
La vida se refleja en la mujer que la proporciona. El vientre materno se convierte en símbolo de vida y muerte (“Tu caudaloso vientre será mi sepultura”).
La muerte no aparece en Miguel Hernández con un carácter nihilista.
El amor es otra constante que se intercala con la vida y la muerte. Es vida, luz y claridad, pero también destrucción y muerte. Utiliza símbolos para reflejar esta dualidad:
- Huesos: Símbolo de muerte; en su poesía amorosa se identifican con el erotismo, en la poesía de guerra los huesos son el impulso épico producto de esta y la resurrección, en la poesía escrita en prisión los huesos son ausencia de erotismo y muerte.
- Lluvia: Aparece como elemento de la naturaleza, después como símbolo de amor (El rayo que no cesa) y en la “Elegía a Ramón Sijé” la relaciona con la pena. En la etapa bélica (Viento del pueblo) simboliza el sudor de los combatientes, el esfuerzo y el trabajo del pueblo.