Casa de Borbón

La Casa de Borbón (en francés: Bourbon, en italiano Borbone) es una importante Casa Real de origen navarro-francés y la actual casa reinante en el Reino de España y en el Gran Ducado de Luxemburgo. Tras la muerte del heredero pactado, José Fernando de Baviera, en 1699, el rey Carlos II hizo testamento el 3 de octubre de 1700 en favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y de la infanta española María Teresa de Austria (1638-1683), la mayor de las hijas de Felipe IV y hermana de Carlos II.

Guerra de Sucesión Española

La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto internacional por la sucesión al trono de España tras la muerte de Carlos II, que duró desde 1701 hasta 1713, aunque la resistencia en Cataluña se mantuvo hasta 1714 y en Mallorca hasta 1715, y que se saldó con la instauración de la Casa de Borbón en España.

Situación política previa

El último rey de España de la casa de Habsburgo, Carlos II el Hechizado, estéril y enfermizo, murió en 1700 sin dejar descendencia. Tanto Luis XIV de Francia como el emperador Leopoldo I estaban casados con infantas españolas hijas de Felipe IV, por lo que ambos alegaban derechos a la sucesión española (asimismo, las madres de ambos eran hijas de Felipe III).

A través de su madre, María Teresa de Austria (hermana mayor de Carlos II), el Gran Delfín, hijo primogénito y único superviviente de Luis XIV, era el legítimo heredero de la Corona española, pero era ésta una elección problemática. Por ello, Luis XIV temía que volviese a repetirse la situación de los tiempos de Carlos I de España, en la que el eje España-Austria aisló fatalmente a Francia. Aunque tanto Leopoldo como Luis estaban dispuestos a transferir sus pretensiones al trono a miembros más jóvenes de su familia (Luis al hijo más joven del Delfín, Felipe de Anjou, y Leopoldo a su hijo menor, el Archiduque Carlos), la elección del candidato bávaro parecía la opción menos amenazante para las potencias europeas. Como resultado, José Fernando de Baviera era la elección preferida por Inglaterra y Holanda.

Francia e Inglaterra, inmersas en la Guerra de los Nueve Años, pactaron la aceptación de José Fernando de Baviera como heredero al trono español, y en consecuencia el rey Carlos II lo nombró Príncipe de Asturias. Para evitar la formación de un bloque hispano-alemán que ahogara a Francia, Luis XIV auspició el Primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698, a espaldas de España. Según este tratado, a José Fernando de Baviera se le adjudicaban los reinos peninsulares (exceptuando Guipúzcoa), Cerdeña, los Países Bajos españoles y las colonias americanas, quedando el Milanesado para el Archiduque Carlos y Nápoles, Sicilia y Toscana para el Delfín de Francia.

Bajo tal acuerdo, el Archiduque Carlos era reconocido como heredero, pero dejando todos los territorios italianos de España a Francia. Si bien Francia, Holanda e Inglaterra estaban satisfechas con el acuerdo, Austria no lo estaba y reclamaba la totalidad de la herencia española. Sin embargo, un mes antes de su muerte, Carlos II testó a favor de Felipe de Anjou, si bien estableciendo una cláusula por la que Felipe tenía que renunciar a la sucesión de Francia. Cuando se produjo la muerte de Carlos II, Luis XIV respaldó el testamento.

Pocos días después, el rey de Francia, ante una asamblea compuesta por la familia real, altos funcionarios del reino y los embajadores extranjeros, presentó al duque de Anjou con estas palabras: Señores, aquí tenéis al rey de España.

Por otro lado, tropas francesas comenzaron a establecerse en las plazas fuertes de los Países Bajos españoles, con el consentimiento y colaboración de las fuerzas españolas que las ocupaban.

Holanda e Inglaterra se aproximaron al emperador Leopoldo y se comprometieron a otorgar la sucesión de España al Archiduque Carlos. Esta coalición, llamada la Segunda Gran Alianza, estaba formada por Austria, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos y Dinamarca, y declaró la guerra a Francia y España en mayo de 1702. Portugal y Saboya se unieron a la alianza en mayo de 1703.

La guerra se inició al principio en las fronteras de Francia con estos países, y posteriormente en la propia España, donde se convirtió en una guerra europea en el interior de España sumada a una auténtica guerra civil, básicamente entre la Corona de Aragón (partidaria del Archiduque, el cual había ofrecido garantías de mantener el sistema federal y foral, similar al de las imperiales Austria e Inglaterra) y Castilla (que había aceptado a Felipe V, cuya mentalidad era la del estado centralista de monarquía absoluta comparable al modelo de la Francia de la época).

Terminada la guerra, el rey Felipe V mantuvo los fueros del Reino de Navarra y de las Provincias Vascongadas en agradecimiento por su apoyo en el conflicto. Primeras acciones bélicas

Como quiera que Felipe V poseía el Ducado de Milán y junto con Francia estaba aliado con varios príncipes italianos, como Víctor Amadeo II de Saboya y Carlos IV Gonzaga, Duque de Mantua, las tropas francesas ocuparon casi todo el norte de Italia hasta el lago de Garda. Su puesto lo ocupó el Duque de Vendôme, quien rechazó al ejército del Príncipe Eugenio.

También deseaban impedir que se unieran las fuerzas francesas con las del Elector de Baviera, para lo cual reclutaron un ejército al mando del Margrave Luis Guillermo de Baden, que tomó posiciones en el Rin superior frente a las fuerzas francesas mandadas por el Mariscal Villars. La primera batalla, en Santa Vittoria, supuso la destrucción del ejército del general Visconti, por las tropas franco-españolas, a la que siguió un sangriento intento de desquite en la batalla de Luzzara. Sorprendentemente, este ejército aliado fue rechazado, triunfando la defensa española. Cádiz no fue tomada y el ejército aliado reembarcó. La primera consecuencia de esto fue la decisión del emperador Leopoldo de proclamar formalmente a su hijo como “Rey Carlos III de España“.

El 4 de mayo de 1704, el Archiduque Carlos desembarcó en Lisboa contando con el favor del rey Pedro II de Portugal. Un segundo intento anglo-portugués tratando de tomar Ciudad Rodrigo fue también rechazado.

Gibraltar se rindió honrosamente al Príncipe de Darmstadt tras dos días de lucha; es decir, se rindió a tropas bajo la bandera de un rey teóricamente español, Carlos III de Habsburgo. Una gran derrota para Luis XIV en la que perdió 40.000 hombres con importantes consecuencias militares y morales para la causa borbónica.

El Archiduque Carlos aclamado en Barcelona

Esta victoria aliada supuso una inyección de moral para la causa del Archiduque en la península, la cual ganaba partidarios, y la misma flota que había tomado Gibraltar trasladó al Archiduque Carlos a los territorios de la Corona de Aragón y finalmente a Barcelona. En Cataluña, la actitud de la población le era favorable por varios motivos: por un lado, el mal recuerdo que tenían los catalanes de los franceses desde la rebelión de 1648, donde la firma de la Paz de los Pirineos (1659) entre los reyes de Francia y España certifica la cesión de Perpiñán a la corona francesa, y el recuerdo de la magnanimidad del comportamiento posterior de Felipe IV. El 16 de noviembre de 1705, Los Tres Estamentos y el Consejo de Aragón organismos de los fueros de la Corona de Aragón, reconocían como rey a Carlos III. Se celebró entonces una reunión, con asistencia del Archiduque Carlos de Austria y del rey Pedro de Portugal, en la que se acordó apostar por la unión de los reinos de la antigua Corona de Aragón (Valencia, Aragón y condados catalanes) a la causa del archiduque. Al día siguiente, el Archiduque Carlos de Austria, con el título de Carlos III de España que se atribuiría durante casi diez años, estableció su capital en Barcelona. Valencia se declaró por Carlos III el 16 de diciembre. A finales de año, en Cataluña y Valencia sólo Alicante y Rosas permanecían fieles a Felipe V.

El Archiduque Carlos proclamado Carlos III de España

En febrero de 1706, Felipe V partió de Madrid dejando casi desguarnecido el frente portugués. Los aliados habían tomado en mayo Ciudad Rodrigo y Salamanca. Zaragoza proclamaba a Carlos III, quedando en Aragón sólo Tarazona y Jaca leales a la causa borbónica. Carlos III dejó Barcelona y, por Zaragoza, llegó a Madrid, donde entró con un ejército extranjero, siendo recibido y proclamado allí el 29 de junio con una frialdad que sorprendió al propio Carlos.

En Italia se levantaba el asedio a Turín (la capital de Saboya), lo cual permitía al duque de Saboya tomar Milán el 26 de septiembre y Eugenio de Saboya conquistaba para el Archiduque Carlos el reino de Nápoles.

El propio Luis XIV aconsejó a su nieto abandonar. Eso, sumado a una sublevación en Madrid que estaba en ciernes, incitó al Archiduque Carlos y su ejército a abandonar Madrid y replegarse hacia Valencia. Felipe V volvió a entrar en Madrid el 4 de octubre ante el clamor popular. Ruptura con Luis XIV

El 25 de abril de 1707 un ejército aliado anglo-luso-holandés presentó batalla a las tropas borbónicas en la llanura de Almansa sin conocimiento de los importantes refuerzos que éstos últimos habían recibido. [12]

Las consecuencias políticas de esta batalla fueron importantes. A pesar del envío de un ejército por el hermano del Archiduque Carlos, posteriormente cayeron también Tortosa (julio de 1708) y Alicante (abril de 1709).

En la batalla de Oudenarde había sufrido una derrota aplastante y había perdido la ciudad de Lille. Su ejército estaba exhausto. Luis XIV dejó de enviar tropas desde Francia y además la princesa de los Ursinos destapó por entonces una conjura entre los duques de Orleans y Borgoña para arrebatar el trono a Felipe V. Felipe V, de acuerdo con la reina «saboyana», reaccionó frente a Luis XIV, haciendo jurar a su heredero y recabando independencia total para regir España.

Las campañas se desarrollan exclusivamente en España.

Carlos tomó la iniciativa en España con un imponente ejército internacional con tropas valenciano-catalanas al mando del príncipe austriaco Starhemberg. Felipe se había retirado con su mujer y su corte a Valladolid.

Brihuega y Villaviciosa

Felipe V salió con sus tropas sin perder tiempo en pos del ejército austracista, que había cometido el error de dividir sus fuerzas en la Alcarria. Últimas campañas y la Paz de Utrecht

En 1711 murió el emperador José I, y su sucesor era el propio Archiduque Carlos. La posible unión de España con Austria en la persona del Archiduque podía ser más peligrosa que la unión España-Francia: suponía la reaparición del bloque hispano-alemán que tan perjudicial había sido a los otros países en los tiempos del emperador Carlos V. Los demás estados europeos, y sobre todo Inglaterra, aceleraron las negociaciones de cara a una posible paz cuanto antes, ahora que la situación les era conveniente, y comenzaron a ver las ventajas de reconocer a Felipe V como rey español. El pacto de Luis XIV con Inglaterra se produjo en secreto. Luis XIV deseaba nombrar regente a su hijo Felipe, pero los ingleses pusieron como condición indispensable para la paz que las dos coronas (España y Francia) quedaran separadas. Finalmente Felipe V hizo pública su decisión. [13]

España acordó paz y amistad con Inglaterra el 27 de marzo de 1713. El 11 de abril se firmó la Paz de Utrecht, que tuvo como consecuencia la tan temida partición que Carlos II había querido evitar. El duque de Saboya se anexionó la corona de Sicilia. El 10 de julio España confirmaba la Paz de Utrecht.

Austria se había quedado fuera de esta paz, ya que Carlos VI no renunciaba al trono español, y la emperatriz austriaca seguía en Barcelona. Las cesiones españolas al imperio alemán no se harían efectivas hasta que Carlos VI no renunciase a sus pretensiones.

El lote italiano del imperio hispánico pasó a manos de Carlos VI.

Cataluña seguía vinculada a Carlos VI por el Pacto de Génova y esperaba que sus privilegios forales fuesen preservados, ya fuera mediante la conservación del territorio catalán unido al Imperio alemán[cita requerida] o por las negociaciones del emperador en Utrecht. Inglaterra pidió a Felipe V que conservase los fueros, a lo cual éste se negó, aunque prometió una amnistía general. La batalla del 11 de septiembre

Felipe V, tras superar la muerte de su mujer, volvió a negociar con los catalanes, los cuales (desconocedores de los términos de Rastatt) le exigieron ingenuamente la conservación de los fueros y 3.000.000 libras en compensación por daños de guerra[cita requerida]. La ciudad había sido asediada por un ejército de 40.000 hombres y 140 cañones, y Felipe V respondió iniciando el bombardeo.