Explorando el Arte del Siglo XIX: Movimientos y Maestros
El Arte a Finales del Siglo XVIII: Rococó
El Rococó fue un estilo decorativo y sobrecargado que surgió en Francia y se expandió por toda Europa. La arquitectura rococó siguió los modelos estéticos del Barroco y aportó una profusa ornamentación de interiores basada en líneas ondulantes y en la asimetría. La escultura destacó por el descubrimiento de la técnica de la porcelana, con un tipo de obras de pequeño formato. La pintura reflejó el ambiente refinado y despreocupado de las clases privilegiadas. El predominio del color sobre el dibujo favoreció el desarrollo de una nueva técnica: el pastel. En España también se desarrolló el Rococó, que se hizo notar en las diferentes artes (arquitectura, escultura y pintura).
Neoclasicismo
El Neoclasicismo reivindicaba la vuelta a la racionalidad del clasicismo, influenciado por la expansión de las ideas de la Ilustración y la Revolución francesa. La arquitectura utilizó elementos de los modelos griegos y romanos (columnas, arcos, cúpulas, frontones, pórticos, etc.) y cedió el protagonismo a la construcción de edificios de carácter público. La escultura se centró sobre todo en la temática mitológica, y buscaba la belleza y la perfección de las figuras. La pintura recuperó la Antigüedad a través de la utilización de temas mitológicos e históricos, con el predominio del dibujo sobre el color y una composición ordenada.
La Arquitectura en la Segunda Mitad del Siglo XIX
La arquitectura en la segunda mitad del siglo XIX mezcló las propuestas historicistas con la exploración de nuevos materiales constructivos. Siguiendo la búsqueda de las propias raíces surgió la arquitectura historicista, que recreaba manifestaciones artísticas de otras épocas (neogótico). Además, se aplicaron los nuevos materiales industriales, como el hierro y el acero, así como el hormigón y el vidrio. Los edificios eran funcionales, adaptados a las nuevas ciudades surgidas de la Revolución Industrial.
El Movimiento Romántico: Una Exaltación Vitalista
El Romanticismo se desarrolló durante las primeras décadas del siglo XIX. Fue una amplia corriente intelectual con evidentes connotaciones políticas. Los principales valores de los románticos eran el amor a la libertad, la exaltación del individualismo y la defensa de los sentimientos frente al racionalismo de la Ilustración. La escultura expresaba un mayor movimiento de las figuras y expresión en los rostros. Utilizaba materiales como la piedra, y plasmó numerosos temas patrióticos. La pintura romántica se caracterizó por la diversidad, la aspiración a la libertad individual, el historicismo, la comprensión de la naturaleza y la predilección por lo imaginario.
Realismo
Durante la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló un nuevo movimiento que pretendía describir la realidad concreta de su época. El Realismo surgió por diversos motivos:
- El fracaso de las revoluciones de 1848, que cuestionó las premisas románticas.
- El avance de la industrialización, que generaba significativos problemas sociales (miseria, trabajo infantil…).
- El avance de la ciencia, que impuso la observación y la descripción como método para conocer la realidad.
En escultura, se impuso una mayor captación del detalle y se mostraron temáticas relacionadas con cuestiones sociales, así como retratos de personajes destacados. En pintura se mostró el desencanto a través de los retratos de la vida cotidiana y los problemas sociales de la industrialización.
El Arte en el Cambio de Siglo
Impresionismo
El Impresionismo fue una revolución, sobre todo para la pintura. Su objetivo fundamental no era pintar lo que veía el artista, sino reflejar cómo lo veía. Para ello:
- Se basaba en la representación de los efectos cambiantes de la luz sobre los objetos. De este modo, el trabajo al aire libre fue imprescindible.
- Se utilizaba una técnica de pinceladas sueltas y rápidas, yuxtaponiendo los colores.
Postimpresionismo
El Postimpresionismo mantuvo el interés por la luz y el color, pero exploró otras vías como la geometría, la línea y la expresividad de las figuras y objetos.
Simbolismo
El Simbolismo fue un movimiento caracterizado por la representación de temas bíblicos y mitológicos, con elementos que evocan el mundo de los sueños.
Modernismo
Victor Horta: Casa Tassel de Bruselas, 1892. Los ritmos ondulantes aparecen en el suelo, en las paredes, en las vidrieras e incluso en los soportes metálicos.
En torno al cambio de siglo (1890-1910) surgió en Europa el Modernismo, un estilo que recibió distintos nombres según el país: Art Nouveau (Francia), Stile Liberty (Italia), Jungendstil (Alemania) o Sezessionstil (Austria). A pesar de sus múltiples denominaciones, el estilo presentó unas características comunes: la rotura definitiva con la tradición academicista, el aprovechamiento de las ventajas que ofrecían la tecnología y la industria de la época, la reivindicación del carácter integrador de las artes, y la potenciación del trabajo artesanal.
Arquitectura
En los edificios modernistas se impuso, en general, un predominio de la línea curva y ondulada y de la asimetría. Estas formas estaban inspiradas esencialmente en la naturaleza, cuya imitación permitió a los arquitectos gozar de absoluta libertad creativa, como lo demuestra la obra del arquitecto belga Victor Horta. Otra característica importante fue la integración en las nuevas técnicas constructivas del trabajo artesanal, que se empleó en la decoración tanto exterior como interior. En este sentido fueron muy importantes el hierro forjado, las vidrieras y los mosaicos cerámicos.
Escultura y Pintura
Gustav Klimt: El beso, 1908. El pintor envuelve los personajes con un fondo y una indumentaria extraordinariamente decorativos.
La libertad creativa también se trasladó a la escultura, permitiendo que los artistas rompiesen con la rigidez de las normas académicas. La figura humana fue la principal temática, en la que destacó el uso de la línea curva y la expresividad en los rostros. En ocasiones, la escultura quedó supeditada a la arquitectura, convirtiéndose en un elemento decorativo del edificio. Los pintores modernistas se decantaron por el abandono de los aspectos cotidianos para plasmar temas de contenido simbólico y conceptual. Con una finalidad claramente decorativa, se inspiraron en las formas de la naturaleza y la mujer se convirtió en un tema recurrente. También adquirieron gran importancia la ilustración gráfica y el cartelismo. Destacan el austriaco Gustav Klimt y el checo Alfons Mucha, que también fue un importante cartelista.
Artes Decorativas
Las artes decorativas o aplicadas tuvieron una especial relevancia durante el Modernismo, debido a la preocupación de los artistas por fusionar arte y vida cotidiana. De este modo, los trabajos de forja, vidriería, cerámica, diseño de objetos, textil y mobiliario fueron muy importantes como elementos decorativos, capaces de intervenir en un edificio, creando ambientes cotidianos de un mismo estilo. Un buen ejemplo fue el movimiento inglés Arts and Crafts (Artes y oficios). Liderado por William Morris, quiso crear objetos únicos y artesanales, alejados de los productos industriales.
El Arte del Siglo XIX en España
Durante este período, España siguió la estela de las tendencias artísticas europeas. En cada movimiento se encuentran valiosas aportaciones de arquitectos, escultores y pintores españoles, pero destaca el reconocimiento mundial al genio inclasificable de Goya y el importante centro modernista surgido en Barcelona.
Arquitectura
Juan de Villanueva: Museo del Prado, 1785-1819. El uso del lenguaje clásico es evidente en las columnas de orden toscano y jónico y en el friso de la fachada.
A partir de 1760, y a raíz de la gran reforma urbanística de Madrid impulsada por Carlos III, se inició la arquitectura neoclásica en España. El arquitecto neoclásico más importante fue Juan de Villanueva, autor del Museo del Prado y del Jardín Botánico de Madrid. En el siglo XIX, la recuperación romántica del pasado medieval se tradujo en la construcción de edificios neorrománicos, neogóticos y neomudéjares. Este último estilo, de influencia islámica y propio español, se manifestó principalmente en plazas de toros. Siguiendo también las modas europeas, los usos arquitectónicos del hierro y el vidrio pusieron de manifiesto la evolución industrial de España con la construcción de estaciones de ferrocarril, mercados y puentes. Un ejemplo es el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid, realizado según el modelo del constuido en Londres. A finales de siglo XIX, el nuevo estilo modernista tuvo en Barcelona uno de los focos más activos de Europa, aunque su influjo también pudo notarse, en un grado menor, en otras ciudades de España. Además de Gaudí, destacaron los arquitectos Lluís Domènech y Montaner y Josep Puig y Cadafalch. Ricardo Bellver: El ángel caído, 1876. El escultor consigue crear una sabia mezcla de dinamismo, expresividad y minuciosidad. 8.2. Escultura El gusto neoclásico se impuso a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y parte del siglo XIX. La madera fue sustituida por el mármol como material escultórico principal, y las temáticas preferidas fueron la histórica y la mitológica. Todo ello afectó en gran medida a la producción de retablos, que fueron sustituidos por relieves y estatuas exentas, como las de Damià Campeny (Lucrecia). El Romanticismo y el Realismo dejaron también su huella en los numerosos monumentos públicos, donde sobresale la obra de Mariano Benlliure (Monumento a Isabel la Católica) y Ricardo Bellver (El ángel caído). La escultura modernista presenta rasgos marcadamente sensuales, mezcla de realismo y simbolismo, sobresaliendo el escultor Josep Llimona (Desconsuelo). 8.3. Pintura La pintura neoclásica en España estuvo dominada por las normas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en las que se valoraba el dibujo por encima del color y la falta de expresividad en los personajes. José de Madrazo fue el máximo exponente de este estilo. En el siglo XIX, la pintura romántica en España dio mucha importancia al retrato y a la temática histórica, de la que Eduardo Rosales (Testamento de Isabel la Católica) es el ejemplo más destacado. También fueron importantes Mariano Fortuny y Juan Pérez Villamil. La pintura realista reflejó el interés por la temática social, y también la voluntad de retratar la vida cotidiana y anécdótica, como lo demuestra Ramón Martí Alsina (La siesta). A su vez, el paisaje fue adquiriendo un mayor protagonismo como temática preferente. En esta línea destacaron Carlos de Haes y Joaquim Vayreda, pintor que lideró la Escuela de Olot, variante española de la Escuela de Barbizon. A finales de siglo, algunos artistas se aproximaron a los planteamientos impresionistas de captación de la luz al aire libre. La principal figura del impresionismo español fue Joaquín Sorolla, aunque también deben destacarse los paisajes de Darío de Regoyos. La pintura modernista tuvo su centro en Cataluña. Las obras de artistas como Ramon Casas, Santiago Rusiñol e Isidre Nonell mostraron ambientes amables de la burguesía, retratos y algunas escenas de carácter social, sin descartar, un gran interés por la temática del paisaje. Eduardo Rosales: Testamento de Isabel la Católica, 1864. La pintura de temática histórica, que respondía a la visión emocional y subjetiva del Romanticismo fue muy popular en España.