Transformaciones económicas del siglo XIX en España

Contexto económico general

La economía española del siglo XIX se caracterizó por un crecimiento lento y un atraso respecto a otros países europeos. En una primera etapa, la economía estuvo estancada e incluso entró en recesión, pero posteriormente comenzó una lenta recuperación favorecida por el refuerzo del monopolio comercial.

Transformaciones agrarias

La desamortización: una falsa reforma agraria

La desamortización, consistente en la nacionalización de bienes de la Iglesia para su posterior venta con el fin de sanear la Hacienda pública, se conoce como reforma agraria liberal. Los gobiernos liberales impulsaron la distribución de la propiedad y la puesta en circulación de tierras sin explotar. Se distinguen tres etapas:

  • Primera etapa:

    Iniciada con Godoy, afectó a la Iglesia, favoreciendo a la Hacienda real. Le siguió José I, con la afectación de bienes del clero y la aristocracia. Las Cortes de Cádiz aprobaron un decreto de desamortización cuya aplicación se entendió como una reforma fiscal, no agraria. De hecho, la desamortización del Trienio favoreció a las clases media y alta, perjudicando a los pobres.

  • Segunda etapa:

    Desde Mendizábal hasta el gobierno de Narváez, afectó al clero regular y secular, con el objetivo de sanear la Hacienda pública y crear una “familia de propietarios”.

  • Tercera etapa:

    Iniciada con Pascual Madoz (Ley Madoz), afectó a bienes de la Iglesia y de los municipios y comunales.

Las consecuencias de la desamortización y la venta de tierras fueron:

  • Incrementó el número de grandes terratenientes. Nuevos propietarios invirtieron en tierras y casas, cambiando la titularidad de la tierra, pero sin modificar el tamaño ni las formas de explotación.

  • Los compradores fueron gente adinerada: viejos aristócratas y burgueses, el ejército o la Iglesia.

  • Permitió poner en cultivo gran cantidad de tierras abandonadas.

  • Los grandes perdedores fueron los campesinos, la Iglesia y los municipios. Los campesinos pagaron rentas más elevadas, la Iglesia perdió gran parte de su patrimonio y los municipios perdieron su principal fuente de ingresos.

Este proceso explica el apoyo que recibieron los carlistas del mundo rural y campesino.

Efectos sobre la producción y la productividad

La desamortización provocó un cambio de titularidad en más de 10 millones de hectáreas. Si bien el paso de las tierras de manos muertas a propietarios privados debería haber impulsado el crecimiento, otros factores como el aumento de la población y la mejora de las comunicaciones también contribuyeron al desarrollo de la agricultura.

En general, la producción creció de forma modesta hasta el último cuarto de siglo. Aumentó la producción de trigo, maíz, leguminosas y frutales, mientras que la del cereal se estancó.

La política proteccionista, aunque pretendía frenar la crisis agraria, ocultaba la baja productividad agrícola y fue abandonada gradualmente.

La aportación de la agricultura al crecimiento económico

La población dedicada a la agricultura apenas se modificó, y los niveles de consumo y productividad fueron muy bajos. La producción agraria no creció debido a la escasa capacidad de demanda, la reducida población urbana y la baja calidad de la dieta.

España pasó de ser exportadora de trigo y harina a ser importadora neta, lo que demuestra que la producción nacional no bastaba para satisfacer la demanda de una población en rápido crecimiento.

Finalmente, la agricultura no fue un motor de arrastre ni aportó capital de forma notable a sectores como el textil o la siderurgia.

En conclusión, el estancamiento de la agricultura fue una de las causas del atraso económico español.

Industria y minería

La industrialización en España durante el siglo XIX ha sido calificada como un fracaso relativo. A pesar de la construcción de la red ferroviaria, el surgimiento de la banca, la introducción de una nueva moneda y la expansión de la educación, España seguía siendo un país agrario. El algodón y el hierro fueron los dos sectores que iniciaron la industrialización española.

Industria del algodón

Cataluña fue el centro de la industria algodonera, debido a su dinamismo económico, su gran actividad comercial con América y su abundante mano de obra. El desarrollo industrial se basó en la introducción de máquinas como las mulas, movidas por ruedas hidráulicas o máquinas de vapor. Posteriormente, la introducción de las selfactinas, máquinas más efectivas, provocó la primera protesta contra las máquinas por parte de los obreros.

Entre 1830 y 1855 se produjo una recesión económica debido a diversos problemas, como la guerra de sucesión en EE. UU., el mayor productor de algodón. A partir de 1868 se produjo un período de recuperación. También existieron industrias de lana, seda y lino, aunque en menor medida, y algunas llegaron a extinguirse.