Sexenio democrático: la revolución de septiembre y el gobierno provisional
SEXENIO DEMOCRATICO (1868-1874)
La revolución de septiembre y el gobierno provisional.
El malestar político, económico y social que se arrastraba desde años atrás condujo al pronunciamiento del almirante Juan Bautista Topete en la bahía de Cádiz el 19 de septiembre de 1868.
Una coalición de fuerzas progresistas, demócratas y unionistas descontentos firmaron en 1866 el Pacto de Ostende, que fue el primer episodio de un movimiento que acabó con el reinado de Isabel II.
El levantamiento militar dio paso a un nuevo movimiento revolucionario, La Gloriosa. Esta revolución tuvo algunas peculiaridades:
Fue resultado de una alianza entre progresistas y unionistas con la aprobación de los demócratas; el objetivo era derrocar a la reina, no acabar con un gobierno.
El verdadero ideario revolucionario lo aportaba el partido demócrata. Sus peticiones se centraban en el sufragio universal, la supresión de medidas impopulares como los consumos (impuestos sobre la compra de productos de primera necesidad) o las quintas (conjunto de jóvenes que entraban cada año en el ejercito para cumplir el servicio militar) y su defensa de las clases medias y trabajadoras.
También se considera que fue un movimiento organizado desde el poder por políticos y militares, cuyos objetivos eran finalizar con el bloqueo parlamentario, promovida por la reina y su entrono, que impedían a los progresistas gobernar, así como hacer frente a la pésima situación económica, que afectó a los intereses de los inversores en las empresas ferroviarias. El objetivo de la revolución era completar la transición iniciada en 1833 hacia una sociedad plenamente burguesa, apoyada en un sistema capitalista plenamente eficaz.
La revolución se extendió por toda la península. El combate del 28 de septiembre entre tropas sublevadas, al mando de serrano, y las fieles a la reina, tuvo lugar en el puente de Alcolea el triunfo fue para los sublevados, lo que provocó que el día 30, Isabel II abandonara con su corte el país en dirección a Francia.
El gobierno entregó el 29 de septiembre el poder en Madrid a una junta revolucionaria, que se encargó de regular la revolución. Las primeras juntas se formaron en Andalucía y Barcelona y les siguieron las de Alicante, Murcia, Valladolid, Zaragoza, Burgos, Santander, La Coruña o Asturias.
El 3 de octubre la junta revolucionaria encargaba al general Serrano la formación de un gobierno provisional, que se constituyó el día 8, tras la llegada del general Prim. El 13 de octubre se establecía la disolución de las juntas. Muchos de sus miembros fueron compensados con puestos en ayuntamientos y diputaciones.
En parte del país, las juntas revolucionarias ocuparon un poder paralelo que competía con el gobierno provisional. Las juntas con mayoría de demócratas fueron más reacias a disolverse tras la orden del gobierno, por lo que durante unas semanas hubo un doble poder. El gobierno provisional, presidido por serrano, lo formaban 5 ministros progresistas y 4 unionistas. Las primeras medidas se dirigieron a controlar la revolución: disolución de las juntas, reorganización de la Milicia Nacional, desarme de los voluntarios de la libertad y restitución de la disciplina en el ejército. Sagasta ordenó a los gobernantes civiles mantener el orden a toda costa.
Una vez cumplido este objetivo, atendió algunas peticiones populares: supresión del impuesto de consumos, emancipación de los hijos de esclavos nacidos tras la revolución, decreto de libertad de enseñanza y reforma de la segunda enseñanza y decreto de libertad de imprenta.
El 25 de octubre. El gobierno mostraba su programa de reformas, cuyos pilares eran el sufragio universal y las libertades religiosas, de enseñanza, de imprenta, de asociación y reunión. A ello se sumaron la creación de la peseta como moneda nacional, ley de minas y arancel librecambista.
El distanciamiento entre quienes apoyaban al gobierno provisional y los que demandaban reformas mas avanzadas, radicalizó al sector republicano del partido demócrata, que apostó por la república federal, mientras que el sector moderado se inclinaba por la monarquía.
El gobierno provisional convocó elecciones municipales para diciembre, que dieron el triunfo a los republicanos en 20 capitales de provincia, mientras el 15 de enero de 1869 tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes, con mayoría progresista y unionista, pero con un notable grupo de diputados republicanos. Ambas elecciones se hicieron mediante sufragio universal masculino, con casi 4 millones de electores. El proceso político iba dejando en el camino las reivindicaciones de las clases populares urbanas y del mundo rural. El desencanto se extendió, los republicanos incluso se enfrentaron a las demandas de los líderes populares. El gobernador civil de Cádiz quien el 5 de diciembre de 1868 declaró el estado de guerra, ordenó el desarme de los Voluntarios de la Libertad y el cierre de todas las publicaciones; duró tres días, llenó de barricadas la ciudad y los Voluntarios se enfrentaron al ejercito para acabar pactando el abandono de las armas. Movimientos similares hubo en Béjar, Badajoz, Málaga, Tarragona, Sevilla, Gandia, mientras en Barcelona surgía en diciembre de 1868 los movimientos obreros del Sexenio con la creación de una dirección central de las sociedades obreras.
La constitución de 1869 establecía en el preámbulo la soberanía nacional de base popular y proclamaba la división de poderes y una amplia declaración de derechos. De su contenido destacan los siguientes aspectos: -regulaba todos los derechos individuales que reconocía, incluso cualquier otro no consignado expresamente. Esos derechos eran los de libertad de cultos, de reunión y asociación, de residencia, de enseñanza, de expresión y de inviolabilidad del domicilio. La libertad de cultos suscitó un encendido debate.-Se establecía el sufragio universal.-Se instauró un sistema bicameral, el senado se elegía por sufragio universal indirecto, pero sólo podían ser senadores los mayores contribuyentes.-El rey tenía atribuciones semejantes a las de constituciones anteriores, pero el artículo 33 aclaraba que esa monarquía estaba sujeta a la soberanía nacional, de al que emanaban todos los poderes del Estado, incluso los del monarca.
La adopción de la monarquía como forma de gobierno provocó la dura oposición de los republicanos y obligó a nombrar a Serrano regente, mientras Prim ocupó la jefatura del gobierno. El poder ejecutivo tuvo que hacer frente a problemas internos y exteriores que complicaron su devenir: -una guerra colonial en Cuba –la oposición activa de los carlistas y alfonsinos –acoso de los republicanos, que no aceptaron la constitución –el descontento de las capas populares urbanas y rurales, que veían sin respuesta sus demandas sociales.
En octubre de 1869 se produjo un alzamiento republicano federal, que movilizó a todos los sectores burgueses, como al movimiento obrero. Detrás de ese apoyo popular estaba la frustración por no haber puesto en práctica el gobierno provisional la supresión del impuesto de consumos y de las quintas. En julio de ese año varias partidas carlistas anunciaban la tercera guerra carlista. Se firmó el Pacto Federal de Tortosa en mayo de 1869, que agrupaba a los comités del partido federal de la antigua corona de Aragón, los de Andalucía, Extremadura, Galicia, Asturias, Castilla y León, etc. El 30 de junio se creaba el consejo federal.
Para la elección del nuevo rey de una dinastía que no fuera la de los Borbones, llegó a haber 5 candidatos, 4 de ellos deshechados lo que dejó abierta la candidatura de Amadeo de Saboya. Prim aceleró la proclamación del nuevo candidato y presentó el 3 de noviembre oficialmente la candidatura, se inició una campaña electoral y el 16 se votó en las cortes. El resultado dio un claro triunfo al candidato propuesto 191 votos.