Reformismo Borbónico en España: Centralización y Modernización en el Siglo XVIII
El Reformismo Político-Administrativo de los Borbones en el Siglo XVIII
La Guerra de Sucesión y el Ascenso de Felipe V
La muerte de Carlos II sin descendencia marcó el inicio de una nueva era para España. Felipe de Anjou, designado heredero, enfrentó la oposición del archiduque Carlos de Habsburgo. La posibilidad de una unión entre las coronas de Francia y España alarmó a Holanda y Gran Bretaña, quienes temían el control francés sobre las colonias españolas en América. En 1701, Felipe de Anjou llegó a Madrid, y se formó la Gran Alianza antiborbónica, integrada por los Habsburgo, Holanda e Inglaterra, dando inicio a la Guerra de Sucesión Española (1701-1715). Este conflicto internacional pronto se tornó en una guerra civil dentro de España. La armada inglesa tomó Gibraltar en 1704 y Menorca en 1708. La Gran Alianza recibió el apoyo de Valencia, Cataluña, Aragón y Mallorca, mientras que Castilla se alineó con los Borbones. Carlos de Habsburgo llegó a ocupar Madrid en dos ocasiones. En 1711, la situación cambió cuando Carlos heredó el trono imperial. Felipe V renunció a sus derechos al trono francés, lo que facilitó las negociaciones de paz.
La Paz de Utrecht y sus Consecuencias
La Paz de Utrecht puso fin al conflicto internacional, pero Cataluña y Baleares continuaron la lucha contra Felipe V. Las consecuencias de este tratado fueron significativas:
- Consolidación del Reino Unido como potencia naval y comercial.
- Inglaterra obtuvo Gibraltar y Menorca, además de privilegios comerciales como el navío de permiso y el asiento de negros.
- Los Habsburgo se consolidaron en Austria y obtuvieron Flandes.
- La dinastía de los Borbones impuso el modelo del absolutismo francés en España.
Reformas Administrativas y Centralización bajo Felipe V
Felipe V delegó inicialmente sus funciones en validos como el cardenal Alberoni y el barón de Rippedá, quienes fueron sustituidos posteriormente por una burocracia española absolutista y reformista. El objetivo principal era la uniformización, centralización y consolidación del absolutismo. Para ello, se implementaron las siguientes medidas:
- Nueva Administración Central: El sistema de consejos fue relegado, y el Consejo de Castilla se convirtió en el más importante del reino. Se crearon secretarías, antecedente del cargo de Ministro.
- Decretos de Nueva Planta: Se suprimieron los fueros e instituciones de los reinos de la Corona de Aragón, imponiendo las leyes, cargos e instituciones de Castilla. Los virreyes fueron suprimidos, el catalán fue relegado de los tribunales, se eliminaron aduanas y puertos secos, y se impuso un nuevo sistema tributario con un impuesto único.
La uniformidad no fue total. Los reinos de la Corona de Aragón conservaron parte de su derecho civil, y el reclutamiento de tropas no pudo llevarse a cabo en su totalidad. El País Vasco y Navarra conservaron sus fueros y aduanas; Navarra, además, mantuvo sus Cortes y el Virrey. Las Cortes pasaron a ser únicas (con la excepción de Navarra) y se convocaron en raras ocasiones, solo tres veces en todo el siglo, para la jura del heredero al trono.
Nueva Administración Territorial y Organización Militar
Felipe V impuso una nueva administración territorial en todo el reino. Los virreinatos desaparecieron, y el territorio se dividió en provincias y capitanías generales. Se introdujo el cargo de Intendente, representante real encargado de dirigir una provincia, antecedente de los Gobernadores Civiles. Los Capitanes Generales reemplazaron a los virreyes, con funciones militares y judiciales, presidiendo generalmente la Audiencia correspondiente. Se implementaron cambios significativos en la organización del ejército: se suprimieron los tercios, sustituidos por una nueva unidad de combate, el regimiento. El objetivo era la creación de un ejército permanente. El regalismo buscaba asegurar el control político y económico de la Iglesia, imitando su poder mediante el derecho de designar cargos eclesiásticos y recaudar impuestos. El rey representaba al Papa.
El Reinado de Fernando VI y el Marqués de la Ensenada
Fernando VI delegó el gobierno en consejeros españoles, destacando el marqués de la Ensenada. Su principal objetivo fue mejorar la prosperidad del país, administrando adecuadamente los territorios americanos y reorientando la política exterior hacia el Atlántico. Para ello, se propuso incrementar los ingresos del Estado y reforzar la Marina y el Ejército, defendiendo la neutralidad de España para permitir la reconstrucción interna. Esta neutralidad exigía un ejército moderno para defender la independencia frente a Francia.
El Catastro de Ensenada y las Reformas Económicas
Uno de los proyectos más importantes de Ensenada fue la implantación de una contribución única en Castilla, eliminando los antiguos impuestos y estableciendo una fiscalidad más justa. Para ello, se realizó el Catastro de Ensenada (1750), un estudio exhaustivo de los pueblos y ciudades de Castilla para evaluar la riqueza y recaudar impuestos en consecuencia. Sin embargo, la contribución única no pudo ser aplicada debido a la oposición de los privilegiados.
Obras Públicas y el Concordato con la Santa Sede
El programa reformador de Ensenada incluyó un ambicioso plan de obras públicas, como la construcción de carreteras radiales desde Madrid, la carretera a La Coruña y el Canal de Castilla para mejorar la navegación fluvial y los regadíos. Además, se firmó un concordato con la Santa Sede, de carácter regalista, que permitía el derecho de patronato universal para los altos cargos de la Iglesia, reforzando el poder real. Intrigas diplomáticas provocaron la caída de Ensenada, quien fue destituido y desterrado a Granada.
El Despotismo Ilustrado de Carlos III
Tras la muerte de Fernando VI, Carlos III accedió al trono, trayendo consigo la experiencia del despotismo ilustrado. Esta corriente utilizaba el poder absoluto de los reyes para implementar reformas propugnadas por la Ilustración. En España, los ilustrados eran una minoría, limitada por los intereses de la nobleza y la ignorancia de las clases populares. No eran revolucionarios, pero buscaban mejorar la situación del pueblo y limitar los privilegios para fortalecer el Estado y el poder real, sin cuestionar los principios del Antiguo Régimen.
Reformas y el Motín de Esquilache
Carlos III mantuvo a los secretarios de Fernando VI, pero nombró al marqués de Esquilache al frente de Hacienda. Ascendió a políticos de la baja nobleza como Campomanes y Floridablanca. Los nuevos ministros impulsaron un programa de reformas que incluía la recuperación de señoríos y la introducción de un impuesto único. Se decretó la libertad del precio del trigo para incrementar la competencia y la producción, pero una mala cosecha provocó un aumento de precios y escasez. El descontento popular culminó en el Motín de Esquilache en marzo de 1766, una revuelta contra la carestía de alimentos y las medidas del ministro Esquilache, como la limpieza urbana, el alumbrado público y las prohibiciones sobre el juego. A pesar del motín, el rey continuó con el programa de reformas y decidió expulsar a los jesuitas, acusados de instigar la revuelta.
Giro Conservador y Reformas Limitadas
A partir de 1766, Carlos III adoptó una postura más conservadora, confiando el gobierno a hombres que evitaran cambios radicales y mantuvieran la paz social. El conde de Aranda gobernó durante diez años con reformas superficiales para reforzar el poder del Rey y mantener el imperio. A Aranda le sucedió Floridablanca, quien adoptó una postura aún más conservadora. Las reformas necesarias en el país no se llevaron a cabo en su totalidad. En la agricultura, se necesitaba una reforma agraria, pero los privilegiados se opusieron y el Rey no la impulsó. En cuanto a las manufacturas, se aumentó la producción de astilleros y fábricas de armas, y se continuó con la producción de las manufacturas reales, grandes talleres que buscaban ser imitados por la industria privada. La producción privada siguió concentrada en los talleres gremiales, excepto en Cataluña. En 1783, se declararon honestas todas las profesiones. En 1778, un decreto amplió el libre comercio colonial a los puertos españoles, beneficiando a la industria barcelonesa. Para reorganizar las finanzas, se emitieron vales reales y se creó el Banco de San Carlos.
Reformas Educativas
La idea central era elevar la cultura del país para superar el atraso y prosperar. Figuras como Feijoo, Jovellanos y, sobre todo, Carlos III y sus ministros, se esforzaron por imponer una enseñanza útil, práctica y obligatoria en los primeros niveles para ambos sexos. Propugnaron una reforma profunda de la enseñanza universitaria, con nuevos temarios, becas para estudiar en el extranjero y la unificación de la enseñanza bajo el control del Estado.
Política Internacional y los Pactos de Familia
Tras la pérdida del Imperio en Europa, la política internacional se centró en recuperar lo perdido en la Paz de Utrecht y defender el imperio español de ultramar. España buscó alianzas internacionales, principalmente con Francia. En la primera mitad del siglo XVIII, los intentos de romper los acuerdos de Utrecht se mezclaron con las ambiciones de Isabel de Farnesio en Italia. La defensa del acceso de Carlos III al trono de Nápoles, Toscana y Parma llevó a conflictos militares con Austria. Los primeros intentos fracasaron, formándose la Cuádruple Alianza y la derrota de España en el Tratado de Cambrai de 1724.
El poderío francés llevó a España a buscar la alianza con Francia a través de los Pactos de Familia:
- Primer Pacto de Familia (1733): España apoyó a Francia contra Austria y Rusia, ofreciendo el estatus de nación favorecida en el comercio. A cambio, Francia garantizó a España posesiones italianas y apoyo en caso de conflicto con Gran Bretaña. Carlos fue proclamado rey de las Dos Sicilias.
- Segundo Pacto de Familia (1743): Durante la Guerra de Sucesión Austriaca, que enfrentó a Austria y Gran Bretaña con Francia y Baviera, España obtuvo el ducado de Parma para Felipe.
- Tercer Pacto de Familia (1761): España se unió a Francia en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra el Reino Unido y Portugal. El objetivo era frenar la expansión británica en América del Norte, pero el resultado fue desfavorable. La Habana y Manila cayeron en manos británicas, aunque fueron devueltas en el Tratado de París a cambio de Florida, que pasó a manos del Reino Unido. Francia compensó a España con la Luisiana.
La Guerra de Independencia de las trece colonias británicas en América del Norte brindó la oportunidad de recuperar Florida y Menorca, aunque no se pudo recuperar Gibraltar.
La Ilustración en España
La difusión de las ideas ilustradas en España fue lenta y tardía, pero presentó rasgos similares a los del resto de Europa. Los ilustrados fueron una minoría y su acción fue más teórica que práctica. Sin embargo, llamaron la atención sobre los grandes problemas, y no fueron responsables de la inexistencia de una burguesía potente capaz de asumir sus ideas.
Conclusión
El siglo XVIII marcó la llegada de la dinastía de los Borbones a España y la imposición del modelo de gobierno francés. Desde el punto de vista de la política interior, se produjo un desarrollo al aplicar reformas de carácter ilustrado. En política exterior, se recuperaron antiguos territorios. En definitiva, el siglo XVIII significó la salida de la crisis del siglo anterior y la consolidación de la dinastía de los Borbones en el trono español.