El Malestar en la Cultura

En primer lugar, Freud sostiene que, en general, el hombre aprecia el poder, el éxito y las riquezas, y menosprecia los valores genuinos. Solo una minoría reconoce estos valores. Algunos afirman que esto se puede lograr con el sentimiento oceánico de la religiosidad. Freud no adoptará esta postura, ya que para él la religión es un delirio masivo. Él ofrecerá otra explicación a este tipo de sentimiento, una explicación psicoanalítica genética.

La Formación del Yo y el Principio de Realidad

Parte de la sensación de mismidad, del yo, que tiene una parte que se continúa en el ello. Pero hacia el exterior, el yo tiene límites claros que se desdibujan. En el enamoramiento, por ejemplo, se piensa que estos límites amenazan con esfumarse entre el yo y el objeto. Así, el sentimiento yoico está sujeto a trastornos. El yo sufre una evolución. El lactante no distingue el yo de su mundo externo; lo aprende por medio de las diferentes fuentes de excitación. Con la lactancia comienza a diferenciar el yo y el objeto externo. Otro estímulo para diferenciar el yo del mundo externo son las sensaciones de dolor. En esta actividad se va diferenciando lo que pertenece al yo y lo que pertenece al mundo externo. Esto se denomina principio de realidad.

La Conservación de lo Primitivo en la Vida Psíquica

Así explica la filogénesis: en el terreno psíquico, la conservación de lo primitivo junto a lo evolucionado que le dio origen es frecuente porque en la vida psíquica lo que una vez fue formado no puede desaparecer jamás; y puede volver a surgir en circunstancias favorables, por ejemplo, mediante una regresión. Por ejemplo, las ruinas de una ciudad en una ciudad nueva: así en la vida psíquica la conservación de lo pretérito es una regla. La religión tiene su fuente en el desamparo infantil. Ya la nostalgia por un padre, pero también generada por la angustia ante la omnipotencia del destino. Lo pretérito puede subsistir en la vida psíquica, que no está necesariamente condenado a la destrucción. En la vida psíquica, la conservación de lo pretérito es la regla, así estamos plenamente dispuestos a aceptar que en muchos seres existe un SENTIMIENTO OCEÁNICO, que nos inclinamos a reducir a una fase temprana del sentido yoico. Un sentimiento solo puede ser fuente de energía.

El Porvenir de una Ilusión

En El Porvenir de una Ilusión, Freud se refiere al sentido religioso, a lo que el hombre común concibe como su religión, al sistema de doctrinas y promesas que, por un lado, le explican con envidiable integridad los enigmas de este mundo, y por otro, le aseguran que una solícita providencia guardará su vida. La vida es muy pesada, no podemos vivirla sin lenitivos. Los hay de tres tipos:

  • Distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria.
  • Satisfacciones sustitutivas.
  • Narcóticos.

Pero en realidad, solo la religión puede responder al interrogante sobre la finalidad de la vida. Pero, ¿qué espera el hombre de la vida? Esperan ser felices. Esto tiene un fin positivo y uno negativo: el negativo es evitar el dolor, el positivo es tener sensaciones placenteras: principio de placer. Este principio rige las operaciones del aparato psíquico. Así, la felicidad surge de la satisfacción de necesidades acumuladas que han alcanzado elevada tensión, y esto es episódico por nuestra constitución. Pero es más fácil experimentar la desgracia, el sufrimiento viene por tres lados: el cuerpo, el mundo externo y las relaciones con otros sujetos. Bajo la presión del sufrimiento, el hombre suele conformarse con haber evitado el sufrimiento y suele contentarse con esto. En este sentido, la finalidad de evitar el sufrimiento hace pasar a segundo plano el hecho de procurarse placer.

Estrategias para Evitar el Sufrimiento

Una manera de evitar el sufrimiento es intoxicarnos con sustancias. Con estos “quitapenas” uno se evade del peso de la realidad. En otro sentido, la satisfacción de los instintos nos da felicidad, y sufrimos cuando el mundo externo nos priva de ello. Por lo general, lo que hacemos es moderar la vida instintiva, sometiéndola al principio de placer. Otra técnica para evitar el sufrimiento es por el desplazamiento de la libido por medio de la sublimación, acrecentando el trabajo intelectual. Esto no es accesible a todos los sujetos. Otro camino es el del ermitaño, se aleja del mundo para no sufrir, lo mismo hace el loco. También se suele lograr con las religiones, que son delirios colectivos. Otra manera de evitar el sufrimiento es aquella orientación de la vida que hace del amor el centro de todas las cosas. Una de las formas de amor es el amor sexual, pero a su vez nos causa sufrimiento. De todo esto concluye Freud que ser felices es irrealizable, pero debemos tratar de obtener placer y evitar el dolor. La felicidad es un problema de economía libidinal de cada individuo. No hay una regla para todos. El que fracase en este intento será neurótico, psicótico o religioso.