Cúpula de Santa María del Fiore (1418-1446)

Se localiza en Florencia. Su arquitecto fue Brunelleschi Lippi y pertenece al estilo “Renacimiento Quattrocento”. Los materiales empleados en su construcción fueron ladrillo, piedra y mármol. Sus dimensiones son de 114 metros de altura y 45 metros de ancho. Fue concebida para convertirse en la mayor y más alta de las iglesias de Italia, cambiando así la imagen de Florencia.

Brunelleschi propuso la superposición de dos bóvedas esquifadas octogonales, una dentro de otra, hechas de ladrillo y divididas a modo de gajos. La distancia entre las cúpulas se mantiene constante. Se construyó sobre un tambor poligonal de piedra que se cubrió con mármoles, abriendo ventanas circulares en cada uno de sus tramos. Es la primera vez que una cúpula ofrece el mismo aspecto estructural en el interior que en el exterior. En su exterior, la cúpula muestra un aspecto esbelto gracias al perfil ojival que posee, conseguido a partir de la curvatura de los ocho nervios de mármol blanco. Los nervios se unen y dan paso a una estilizada linterna. Las ocho caras están recubiertas de tejas rojas y se alzan sobre un tambor octogonal de piedra recubierto con mármol, con una gran ventana circular en cada una de sus caras.

Cúpula de San Pedro del Vaticano (1558-1560)

Posee una altura total de 136 metros, siendo la cúpula más alta del mundo. Su diámetro interno es de 41,47 metros, ligeramente menor que la cúpula del Panteón de Agripa y la Catedral de Florencia. Los arquitectos se basaron en estas dos cúpulas para buscar la manera de construir la que se concibió como la mayor cúpula de la cristiandad. Se encuentra sobre el altar mayor y la tumba del apóstol San Pedro.

La solución de Brunelleschi fue la inspiración directa de Miguel Ángel, quien creó una majestuosa cúpula circular que domina la ciudad de Roma y, simbólicamente, toda la cristiandad. Las robustas costillas descargan el peso de la estructura, permitiendo un mejor control de la forma y el volumen tanto de la cáscara externa como del intradós. El extradós está algo realzado, con los arriostramientos vagamente hiperbólicos, evidenciando las líneas ascendentes del edificio. Los nervios dan un juego de sombras y luz.

San Ivo alla Sapienza (siglo XVII)

Del arquitecto Borromini, presenta una cúpula gallonada, haciendo referencia a las cúpulas árabes de la Mezquita de Córdoba. La planta nace de una figura fundamental extruida que, al levantarse, se va cerrando para formar la cúpula. La única forma exterior que trabajó Borromini en San Ivo alla Sapienza es la cúpula, cuya fuerte carga decorativa impide apreciar el trabajo del espacio como “interacción de fuerzas”.

La cúpula escalonada está generada partiendo de la forma circunferencial básica de la planta, y el centro de cada circunferencia que la forma se va corriendo para formar los escalones. Una de las primeras influencias que podemos ver en Borromini es la herencia de Miguel Ángel y los clásicos.

La Bóveda de Crucería y su Influencia en el Desarrollo de la Arquitectura Gótica

Las plantas de los grandes edificios góticos no fueron muy diferentes de las de las grandes catedrales románicas (tres naves, transepto y cabecera con girola y capillas radiales). En el alzado se respetó la configuración de tres pisos superpuestos. Lo que diferencia la arquitectura gótica de la románica es el sistema de abovedamiento. Mientras que en el románico se emplean pesadas bóvedas de medio cañón sobre arquerías de medio punto, en colaboración con gruesos muros, la arquitectura gótica se basa en el arco apuntado y la bóveda de crucería, además del arbotante.

Un elemento importante en esta arquitectura es la bóveda de crucería. Se puede decir que no hay un elemento arquitectónico tan polémico, estudiado y analizado como la misteriosa bóveda de crucería gótica. El uso de bóvedas con nervios de refuerzo ya se había utilizado en el mundo romano y, posteriormente, en la arquitectura musulmana y lombarda.

Las primeras bóvedas que se pueden considerar precedentes de la futura gótica se desarrollaron en el mundo anglonormando (Catedral de Durham y las iglesias de Caen), aunque estas bóvedas son sexpartitas y los arcos de medio punto. Desde entonces, este sistema de abovedamiento transformó el románico, dotándolo de una cubrición para la que no estaba preparado y permitiendo el paso definitivo al mundo gótico puro.