Rasgos Generales de la Plástica Románica: Escultura y Pintura

Durante el periodo románico, tanto la escultura como la pintura se caracterizan por su estrecha dependencia de la arquitectura. El desarrollo de la primera, la escultura monumental, es consecuencia de la actividad constructora que se inició en Europa alrededor del año 1000, centrándose fundamentalmente en la decoración de iglesias y claustros.

Además de su valor arquitectónico, que supone la adaptación de la escultura a los espacios marcados por la arquitectura, es decir, lo que se conoce como la “ley del marco”, tiene también un valor ornamental, ya que con su presencia embellece al edificio. Por otra parte, existe en ella un claro horror vacui que la obliga a ocupar las superficies vacías.

Otra de sus características radica en su hieratismo, además de ser también antinaturalista y simbólica.

Los temas profanos tampoco son ajenos a la escultura románica, de tal manera que con frecuencia se representaron personajes de la vida cotidiana: músicos, juglares, bailarinas… que nos ilustran sobre determinados aspectos de la sociedad románica. Tampoco faltan, junto a los animales domésticos, las fieras y los monstruos.

Existe también un repertorio de motivos geométricos, tales como el ajedrezado, las filas de arcos enlazados o yuxtapuestos, los billetes, los besantes, puntas de sierra, cabezas de clavo, el baquetón en zigzag, entre otros.

La fachada del templo románico es especialmente significativa. En ocasiones ha sido cubierta en su totalidad con figuras esculpidas, pero generalmente será la portada, el lugar de paso, la zona en la que se centró la actividad del escultor románico. Las columnas y el parteluz o mainel de la portada suelen decorarse con estatuas adosadas. Los capiteles suelen estar decorados con motivos vegetales, derivado del corintio, y también con figuras humanas o de animales entrelazadas con formas vegetales; otras veces son historiados, representándose en ellos temas del Antiguo o del Nuevo Testamento.

Junto a esta escultura, ligada tan estrechamente a la arquitectura y que con su presencia subraya las partes más significativas del edificio, también debe destacarse la de bulto redondo.

Por otra parte, la pintura románica es a su vez consecuencia de la pintura y miniatura carolingia y mozárabe, pero también es deudora de los códices y de la influencia que a través de Italia llegaba de Oriente. Al igual que la escultura, y al margen de las diferencias geográficas, presenta unos rasgos comunes. Las figuras, destacadas sobre fondos monocromos o divididos en franjas de distintos tonos, están representadas frontalmente y dibujadas con gruesos trazos; el modelado es convencional, a base de líneas paralelas, y en los rostros se aplican en la frente, mejillas y barba manchas redondas en un tono rojo. Los colores, vivos y planos, originan contrastes violentos. El antinaturalismo de la pintura románica se traduce también en la ausencia del paisaje, al que sólo se alude de forma esquemática y convencional, por medio de una rama o de un edificio de escaso realismo.

En primer lugar debe destacarse la pintura mural realizada al fresco, es decir, a base de colores mezclados con agua y aplicados sobre un muro recién enlucido compuesto de cal y arena fina. Los temas representados son prácticamente iguales a los empleados en la escultura.

La pintura sobre tabla, que exigía la adecuada preparación de la madera con el fin de eliminar las juntas y una aplicación posterior de una capa de yeso con cola, se empleó principalmente en la decoración de los frontales de altar.

Pero además existe aquella pintura con la que se ilustraron los libros manuscritos: las miniaturas. Éstas fueron realizadas en los talleres especializados de algunos monasterios con tintas vegetales aplicadas con plumas de ganso sobre hojas de pergamino. Suelen ser de carácter religioso en su mayoría y también profano en el caso de que el contenido del manuscrito fuera histórico o político. Dentro de este campo destacan las escuelas italiana e inglesa.

El Arte Cisterciense

Durante la primera mitad del siglo XII, San Bernardo de Claraval (1090-1153) emprendió una profunda reforma de la orden benedictina por considerar que los cluniacenses habían relajado la regla de San Benito, debido a su afán de poder y lujo. Su objetivo primordial fue la recuperación de la austeridad que en un principio había caracterizado a aquella regla. Esta reforma fue la cisterciense y con ella el arte adopta determinadas estructuras arquitectónicas que suponen la transición al Gótico.

En términos generales, son edificios de plantas sencillas, en los que la altura se ha reducido, por lo que se suprime la tribuna y el triforio. En ellos se adoptan soluciones arquitectónicas innovadoras, utilizándose el arco apuntado y la bóveda de crucería ojival. Emplean también los pilares o columnas como soportes, destacándose que las columnas adosadas algunas veces no llegan hasta el suelo, ya que se interrumpen a una determinada altura. Los cistercienses prohibieron la decoración escultórica y pictórica para evitar la distracción de los monjes al orar y meditar, por lo que de igual forma las vidrieras fueron incoloras.

Los monasterios cistercienses, construidos en piedra, se establecían generalmente en sitios apartados, aunque bien abastecidos de agua, con tierras incultas que luego roturaban los monjes. La iglesia, grande y muy sencilla, está concebida para albergar en su totalidad a la comunidad, no al pueblo. Generalmente es de tres naves.

La arquitectura cisterciense, de gran uniformidad, es consecuencia de un programa arquitectónico impulsado por San Bernardo de Claraval, quien basándose en la Regla de San Benito organizó la estructura de los monasterios, austeridad y funcionalidad de los diferentes espacios en los que se desarrollaría la vida de la comunidad.

El Primer Estilo Internacional de la Edad Media: El Arte Románico

La iglesia fue la institución encargada de velar en aquella época por la continuidad de Occidente a través de los monasterios, convertidos en focos culturales, reformadores y económicos de primer orden, regidos por la Regla de San Benito de Nursia. Por ello el arte románico fue esencialmente religioso.

Este arte, desarrollado entre los siglos XI y XII o comienzos del XIII en la Europa Occidental, es considerado como el primer estilo internacional de la Edad Media. En él confluyen la tradición romana y las influencias orientales transmitidas a través de Bizancio o de Al-Ándalus, a la vez que la orden benedictina contribuyó poderosamente a la difusión y creación del arte románico.

La Arquitectura: Características del Nuevo Sistema Constructivo

La iglesia y el monasterio serán los edificios dominantes. Tomando como ejemplo la iglesia, se destacarán a continuación los elementos arquitectónicos esenciales.

En primer lugar, las necesidades constructivas derivadas del empleo de una cubierta abovedada hizo necesario aumentar el espesor de los muros con el fin de intensificar su resistencia a la presión de las bóvedas, a la vez que las ventanas, formadas por arcos de medio punto en degradación, a lo que deben su aspecto abocinado, eran escasas y pequeñas, de ahí que el templo románico se caracterice por su solidez y escasa iluminación.

Su planta es generalmente de cruz latina, pero también puede ser centralizada, bien circular o poligonal. La cruz latina está integrada por una o varias naves longitudinales (tres o cinco, aunque la más frecuente es de tres), terminadas en la cabecera en ábsides (capillas semicirculares).

Por lo que respecta a los elementos sostenidos, el arco de medio punto (semicircular) es el más característico del románico, aunque la bóveda sea el elemento arquitectónico determinante, ya que su empleo señala el rasgo más significativo de la arquitectura románica al ser sustituida progresivamente la cubierta de madera por una construcción abovedada. Hay iglesias en las que la nave central se cubre con bóveda de cañón, mientras que en las laterales se emplea la de arista.

El tramo del crucero se cubre con una cúpula, pero para ello es necesario el empleo de pechinas o trompas, ya que ambos elementos permiten cubrir el espacio cuadrado del crucero con la estructura semiesférica de la cúpula.

La tribuna es la galería situada sobre las naves laterales de una iglesia con ventanas a la nave central; cuando este espacio se reduce a un estrecho pasadizo de circulación se denomina triforio o andito.

En relación con los elementos sustentantes, el grueso muro de sillería soporta la pesada cubierta del templo románico, predominando en la construcción el macizo sobre el vano, ya que el peso de la bóveda de cañón requiere la solidez del edificio, por lo que las ventanas son estrechas y, consecuentemente, los interiores están escasamente iluminados. Los estribos o contrafuertes (partes salientes de un muro a modo de pilastras), también contrarrestan exteriormente el empuje de la bóveda de cañón y de los arcos.

El pilar, más robusto que la columna, se convierte en el soporte exento más adecuado para recoger los arcos fajones y los formeros. La arquitectura románica emplea diferentes soluciones, siendo el más característico el pilar de sección cruciforme que paulatinamente se irá enriqueciendo.

Con respeto a la columna, ésta manifiesta la falta de proporción clásica que caracteriza al románico. Su fuste ya no es troncocónico sino cilíndrico, tienen basa con plinto y el capitel evoluciona desde el cúbico al historiado.

En el exterior del templo románico, además de los contrafuertes, los paramentos murales, terminados en una cornisa, presentan impostas (hilada de sillares algo voladiza, a veces con molduras) o frisos a la altura de las cubiertas interiores.

Junto a la iglesia el monasterio también ocupa un lugar muy relevante en la arquitectura románica, a la vez que es reflejo de la importancia de la vida monástica en aquella época. Aparte del monasterio y la iglesia, en la época románica también destaca el castillo, símbolo del poder señorial, una construcción que se hizo necesaria debido a la inseguridad reinante en aquel momento. Francia ocupa un lugar destacado dentro del arte románico, siendo muy significativo el papel desempeñado por el monasterio de Cluny, que, entre otros aspectos, intervino en la organización de las peregrinaciones. Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela, aunque especialmente estas dos últimas ciudades, se convirtieron en centros de peregrinación. En Normandía, se desarrolló una arquitectura que tendrá una repercusión especial en Inglaterra y Sicilia, con determinadas soluciones estructurales que han sido consideradas precedentes del Gótico.

En Angulema y Perigord existe un modelo de templo que se diferencia de los existentes en otras regiones de Francia. Son iglesias con cúpulas que posiblemente son el resultado de la interpretación que los arquitectos franceses hicieron de las empleadas en la arquitectura bizantina, es decir, cúpulas sobre pechinas, como sucede en San Front de Périgueux y en la Catedral de San Pedro de Angulema.

Existe otro tipo de iglesia, principalmente en Poitou y en la región comprendida entre el Loira y el Garona, con la nave central a la misma altura que las laterales, que origina lo que se denomina iglesia salón, como en Notre Dame la Grande de Poitiers, aunque en este caso la nave central es algo más alta que las laterales.

La influencia del mundo clásico en Provenza, debido a los monumentos romanos conservados, se tradujo en la simplicidad de las estructuras arquitectónicas, con interiores que se caracterizan por su sencillez y armonía. Italia se caracteriza por su originalidad, consecuencia de la pervivencia del mundo clásico que explica la incorporación de elementos antiguos a la arquitectura románica junto a la elegancia de sus proporciones. La isla de Sicilia, a lo largo del siglo XII, se caracterizó por un estilo muy original, conocido por el nombre del arte sículo-normando, integrado por diferentes influencias: bizantinas, normandas y musulmanas. La arquitectura románica de Alemania sigue la tradición otoniana. La región renana es la más importante con respecto a la arquitectura románica, y en ella, además de la utilización del doble ábside, se emplean también dos torres cilíndricas a los pies y en la cabecera, bóvedas de arista en todas las naves y un tipo de decoración en el exterior de influencia lombarda, consistente en arquerías ciegas y bandas. En Inglaterra, a partir de su conquista en 1066 por Guillermo de Normandía, la arquitectura románica estuvo muy influenciada por los modelos normando de Francia. Con respecto a España, la influencia lombarda llegó a los territorios catalanes, mientras que la francesa se desarrolló en los occidentales, favorecida esta última por el camino de Santiago entre otras causas. Además, también deben destacarse determinadas influencias musulmanas.