Modelos de bienestar y globalización

Existen elementos comunes en la interacción entre la globalización y todos los tipos de Estado de Bienestar (EB): activación de políticas públicas como las dirigidas a la educación para el empleo; privatización de servicios de bienestar; recorte del gasto público y cobertura de servicios que legitiman el EB o políticas sociales para proveer de servicios a la población.

Sin embargo, Prior y Syres conciben que la globalización impacta de diferente modo dependiendo del sistema de bienestar y de las respuestas nacionales materializadas en políticas sociales. Defienden que la interacción entre globalización y EB es recíproca, no unidireccional.

Modelo Bismarckiano

Daly (2001) considera que el modelo de bienestar bismarckiano es organizado y muy regulado por instituciones e intereses, centralizados y interconectados administrativamente. Los principios que caracterizan este modelo son:

  1. Mecanismos de funcionamiento: Las ayudas se consiguen a través del mercado. Los hombres mediante el empleo y las mujeres generalmente a través de relaciones familiares. Existen por tanto dos sistemas: el de mercado-trabajo y el de matrimonio, que permiten acumular beneficios y servicios. Los costes de los sistemas de protección social se articulan mediante el seguro social.
  2. Principio de equivalencia: El nivel de ayudas recibido depende de la contribución realizada e, indirectamente, de la cuantía del salario.
  3. Equidad horizontal: Relacionada con el ciclo de la vida laboral y personal. Las últimas etapas de la vida quedan cubiertas en términos económicos por la jubilación. También afecta a las familias con hijos, ya que son cubiertos costes relacionados con la infancia.
  4. Autogestión: La intervención directa del Estado es la última de las opciones, primando la intervención de otras instituciones sociales más cercanas al ciudadano, como la familia o la comunidad. La gestión se articula a partir de los representantes de los trabajadores, los propios trabajadores y el Estado.
  5. Inclusión en la estructura social: Este modelo de bienestar se refiere no sólo a los individuos y a su capacidad, sino a los individuos en términos de su estatus familiar y social, favoreciendo las familias tradicionales y a ciertos grupos sobre otros.

Según Daly, los aspectos más importantes de la globalización que intervienen en el EB bismarckiano son:

  1. La fórmula de financiación de las estructuras de bienestar: La financiación se ha convertido en un elemento de presión en términos de gastos e ingresos desde el momento en el que el descenso del empleo reduce los ingresos públicos (impuestos, contribuciones a la Seguridad Social), al mismo tiempo que aumenta la demanda de gasto social, por lo que este modelo es vulnerable a las presiones de la globalización. Existe, además, lo que Daly denomina el «dilema de asegurar recursos complementarios», que influye en la tradicional tendencia al incremento de contribuciones a la Seguridad Social, creando problemas en la competitividad.
  2. La naturaleza de la demanda de servicios: Esta cuestión está relacionada con la capacidad de los Estados para adaptarse al incremento de demandantes de servicios sin recursos.
  3. Los beneficios sociales en relación a la globalización intervienen en la flexibilidad: El EB bismarckiano tiene capacidades limitadas para responder con flexibilidad a los cambios del ambiente que propicia la globalización.
  4. La rígida orientación de este tipo de EB suele limitar las respuestas a la globalización, que demanda sujetos flexibles: Presenta la paradoja según la cual cuanto más móvil y flexible es la gente para adaptarse a la globalización, más individual y menos familiar es y, sin embargo, este tipo de Estado favorece en mayor medida a organizaciones sociales como la familia. La movilidad y la adaptación, por tanto, limitan y dificultan el acceso al EB al mismo tiempo que permiten mayor adaptación laboral.

Daly concluye que la relación entre la globalización y el EB basado en las propuestas de Bismarck se sustenta en dos aspectos centrales: el modelo de financiación y gestión de la Seguridad Social y el aumento de las demandas de servicios públicos. En la contextualización de políticas sociales, es imprescindible tener en cuenta aspectos de política macroeconómica y del mercado laboral. Alemania, por ejemplo, está reforzando políticas tanto económicas como sociales de corte marcadamente liberal, tal como se desprende de los resultados electorales de los comicios celebrados en 2005, cuyo resultado ha situado en el gobierno a Ángela Merkel, que enfatiza claramente las políticas económicas sobre el resto de políticas sociales.