Los límites del ecologismo: análisis de sus desafíos
Los límites del crecimiento
El límite del crecimiento es fundamental para el ecologismo. Los ecologistas políticos creen que los niveles actuales de crecimiento son imposibles de sostener en un sistema finito y basan sus recomendaciones para el cambio político y económico en dicha creencia. Sin embargo, ¿qué pasaría si la tesis del límite de crecimiento fuera errónea? ¿Invalidaría esto al ecologismo como una ideología política?
A menudo se ha sugerido que la tesis de los límites del crecimiento no es más que alarmismo. Sus opositores apuntan a soluciones tecnológicas para la escasez. Se refieren a que se han subestimado severamente los recursos y dicen que cada “límite” anunciado por los ecologistas políticos ha sido en seguida sobrepasado sin ninguna dificultad discernible (Simon y Kahn 1984).
Otros dicen que el crecimiento es esencial para la protección del medio ambiente porque la preservación medioambiental es un negocio costoso, y el único modo de generar el dinero para pagarlo es a través de una economía en crecimiento. Según esta visión, el crecimiento es el mejor amigo del medio ambiente.
Aún existen otros que dicen que crecimiento y protección medioambiental no son necesariamente incompatibles, pero que hasta ahora hemos sido insensibles al daño que se puede haber producido. Según este punto de vista, los consumidores deben llevar a cabo acciones más medioambientalmente responsables, y los industriales deben limpiar sus actos sucios. Ambas cosas pueden hacerse sin obstaculizar el crecimiento.
Biocentrismo
Tras la cuestión de los límites del crecimiento, existen dificultades con la noción de biocentrismo, por dos razones:
- Por una parte, los Verdes (interpretación maximalista) creen que huir del antropocentrismo es esencial para la sostenibilidad. Esto puede ser dudoso. La sostenibilidad es observada normalmente en términos humanos y es entendida como un estado de cosas en el cual las poblaciones humanas satisfacen sus necesidades sin perjudicar la posibilidad de que las generaciones futuras puedan hacer lo mismo. Puesto de un modo diferente, desde una perspectiva planetaria, alguna forma de vida existirá durante mucho tiempo. Y en otras palabras, nuestras prácticas actuales son perfectamente sostenibles, aunque letales para los humanos, desde un punto de vista biocéntrico.
- Una segunda dificultad con el biocentrismo es que destrona a los seres humanos hasta llevarlos al punto donde no merecen más consideración que las bacterias. El ejemplo más notorio vino por el anuncio en el que se decía que el virus del SIDA era bueno porque reduciría las poblaciones humanas, lo que ayudaría a la recuperación de la biosfera. Los ataques más sonoros provinieron del teórico norteamericano Murray Bookchin, cuya noción de “ecología social” consiste en pensar que la explotación del medio ambiente por parte de los seres humanos resulta de la explotación del hombre por el hombre, y que la erradicación de lo último es una condición necesaria para afrontar lo primero.
La cuestión de la reducción de la población siempre ha abierto al ecologismo a las críticas.
Las implicaciones éticas del biocentrismo también deben ser ciertamente descifradas, pero al mismo tiempo es importante decir que los ecologistas políticos sólo buscan establecer una presunción a favor de dejar tranquilo al mundo natural no humano, más que a favor de interferir en él, de momento.
Autoritarismo y colectivismo
Se ha sugerido que el compromiso del ecologismo con principios como libertad y democracia está en peligro puesto que pone al fin de importancia capital, sin importar los medios para alcanzarlo.
Algunos, como los verdes, han destacado que la amenaza que supone el industrialismo para la sostenibilidad es tan grande e inmediata que estaría justificando muchas medidas severas para evitarlo. Ciertamente, en los primeros tiempos del movimiento medioambiental había grupos prestos a consentir que se tomaran medidas autoritarias en los terrenos en los que el tiempo apremiaba y en los que si se dejaba a las personas actuar por decisión propia sería demasiado tarde.
La preocupación por el autoritarismo no debería ser confundida con el asunto paralelo del colectivismo. El colectivismo es percibido como una amenaza a la libertad de los individuos ya que pueden hacer lo que quieran mientras no comprometan la libertad de otros, por otro lado, el autoritarismo niega al individuo el derecho de participar en el proceso de toma de decisiones políticas. Lo que está en juego en ambos casos es la integridad del individuo concebido en términos liberales, y en estos términos el proyecto verde se ve como como una serie de prohibiciones aplicadas a aquellos individuos que no las acepten.