La Nueva Etapa de Crecimiento Tras la Segunda Guerra Mundial (1945-1973)

1. Introducción

La Segunda Guerra Mundial fue un evento extremadamente destructivo y costoso. Las operaciones bélicas absorbieron cantidades crecientes de material de guerra, lo que obligó a encauzar la capacidad productiva hacia la obtención de los bienes necesarios para sostener las hostilidades.

El aumento de la producción se financió mediante un programa global de inversión en bienes de capital, gestionado por el Estado. En cierto sentido técnico, la guerra constituyó un fuerte estímulo al crecimiento económico. Sin embargo, este fenómeno no se dio en todos los países, siendo Estados Unidos (EE. UU.) el más favorecido, con un crecimiento de su renta nacional muy superior al de años anteriores. El legado más grave provino de las disparidades entre la situación final de los países.

Las pérdidas demográficas también fueron significativas, con aproximadamente 50 millones de muertos. Además, se planteó el problema de los desplazados debido a la nueva organización territorial de Europa.

En cuanto a la pérdida y destrucción de activos de capital, el daño más grave recayó en el capital social: ciudades, viviendas y transportes. En el sector manufacturero, el balance es más ambiguo. Países como Gran Bretaña, Francia y algunos neutrales lograron aumentar su capacidad industrial durante la guerra.

La posguerra se diferenció notablemente de la de la Primera Guerra Mundial. Destacó la voluntad de ayudar a vencidos y aliados en su recuperación económica. Otra característica relevante fue la intervención del Estado, que a partir de la Segunda Guerra Mundial adquirió una fuerte presencia en la vida económica y social. Por un lado, hubo un crecimiento en su volumen de actividad como consecuencia de la ampliación de sus funciones; por otro, actuó como elemento regulador con carácter permanente. En este contexto, en las tres décadas posteriores al conflicto, se formó un nuevo modelo de acumulación que hizo posible un crecimiento económico sin precedentes en la historia del capitalismo, entre 1950 y 1973. Los países desarrollados experimentaron las mayores tasas de crecimiento, pero incluso los países en desarrollo tuvieron tasas notables de crecimiento del PIB, aunque siguieron enfrentando problemas para su desarrollo demográfico e industrial.

2. Reestructuración de la Esfera Productiva

Durante este periodo se produjo una profunda renovación técnica, con cambios importantes en los medios de producción y en el conjunto del sistema económico.

2.1 Transformaciones Tecnológicas y de la Base Energética

Los campos del progreso técnico fueron múltiples: incorporación de nuevas materias primas a la producción, disponibilidad de nuevos bienes, avances en las técnicas de producción y un desarrollo espectacular de los medios de transporte y del tratamiento y transmisión de la información. Las implicaciones fueron diversas:

  • Incremento de la relación capital-trabajo. Tendencia al gigantismo empresarial.
  • Reducción del tiempo de rotación del capital fijo.
  • Integración de la innovación tecnológica y de la producción.

Todo esto provocó un crecimiento en el consumo de energía, lo que terminó planteando a comienzos de los años 70 problemas relativos a los límites del crecimiento ante el agotamiento de los recursos naturales no renovables.

2.2 Nuevas Formas de Gestión Empresarial y Tendencia a la Concentración

La revolución gerencial, iniciada en EE. UU. en las últimas décadas del siglo XIX, conoció en este periodo su verdadera difusión. Por primera vez, los equipos de especialistas desempeñaron un papel protagónico en la administración de las empresas, culminando así la disociación entre los propietarios del capital y los individuos que aseguraban la gestión, quienes poseían un elevado poder de decisión. Esto resultó aún más importante dado que la empresa había internalizado múltiples funciones además de las productivas: financieras, comerciales, tecnológicas, etc.

Se reforzó la tendencia a la concentración, y el capitalismo liberal o concurrencial fue sustituido por un capitalismo monopolístico apoyado en la “mano visible” de la gran corporación. El control de los mercados quedó cada vez más en manos de un grupo de empresas muy poderoso que marcaba las líneas principales del desarrollo nacional e internacional, con un papel fundamental de las multinacionales, entre las que destacaban las americanas (General Motors, Ford Motors). Detrás de EE. UU. figuraban las multinacionales alemanas, japonesas, inglesas y francesas. Se difundieron los conglomerados, que eran una mezcla de empresas pertenecientes a distintos sectores y sin relación entre sí, pero administradas de forma coordinada.

El incremento de las dimensiones obligó a las empresas a perfeccionar el funcionamiento de su organización interna, a través de la jerarquización y centralización de la toma de decisiones y en lo relativo a la gestión de los recursos humanos. El número de empleados dedicados a la gestión siguió aumentando. Además, las empresas necesitaron plantillas más estables, por lo que se produjo una consolidación de los mercados internos de trabajo, donde la empresa internalizaba a la propia mano de obra. Desapareció la libertad en estos mercados; las grandes empresas retiraron del mercado una porción de trabajadores, a los que aseguraban estabilidad, certidumbre y posibilidades de promoción a cambio de fidelidad y eficiencia. Estos mercados internos se caracterizaron por cuatro rasgos principales:

  1. Los contratos se firmaban con una duración ilimitada.
  2. Los nuevos empleos se adscribían por promoción de los trabajadores ya existentes.
  3. Los salarios se fijaban en función de la antigüedad dentro del escalafón.
  4. Las relaciones laborales se regían conforme a normas internas de la empresa.

Junto a esto, se produjo una segmentación de los mercados de trabajo, geográfica y también en cuanto a la distribución de los puestos de trabajo dentro de una misma actividad o empresa:

  • Grupo primario: Trabajadores más capacitados, con mayor estabilidad, remuneración y posibilidades de promoción.
  • Grupo secundario: Se ocupaban de tareas más duras e ingratas, eran más flexibles, estaban peor remunerados y eran prescindibles.

La Organización Científica del Trabajo, en su variante taylorista-fordista, fue la forma de producir predominante tras la Segunda Guerra Mundial, aunque no se trató de un modelo único, ya que hubo muchas variantes incluso dentro de un mismo país. Estados Unidos siguió estando a la cabeza en la renovación de los métodos de producción, que se convirtieron en disciplina académica.

El crecimiento económico de estos años fue el resultado de la combinación del binomio que fordismo y macroeconomía keynesiana supieron crear sobre la base de tecnologías de producción masiva, trabajo semicualificado, salarios en función de la productividad y una ocupación casi completa de los recursos productivos.

2.3 Cambio Estructural en la Oferta Productiva

  1. Población y fuerza de trabajo: Durante la posguerra se produjo un incremento demográfico muy acelerado (el llamado baby boom). Además, la mujer se incorporó al mercado de trabajo, produciéndose una importante ampliación de la fuerza de trabajo disponible. También hubo flujos migratorios que redistribuyeron la fuerza de trabajo a las economías industrializadas. En un contexto de expansión económica como este, el crecimiento de la población activa se tradujo en un incremento del empleo, a través de una reducción en el sector primario, un aumento moderado en el secundario y un tremendo impulso en el terciario. Las tasas de desempleo fueron muy bajas, próximas al objetivo de pleno empleo.
  2. Recursos naturales: El auge de la producción y el consumo de masas provocaron la crisis ecológica, con crecientes niveles de agotamiento de los recursos no renovables (minerales, fuentes de energía, etc.) y la contaminación del medio ambiente. Al igual que con la energía, se plantearon límites al crecimiento económico.
  3. Formación bruta de capital fijo: Tras la guerra, el equipo productivo de los países beligerantes había sido destruido o estaba obsoleto, lo que exigió importantes recursos para la inversión en equipo. El crecimiento se realizó con un aumento de la inversión. El Plan Marshall facilitó la recuperación y se produjo un aumento de la tasa (% PNB).

3. Modificaciones en la Circulación de Mercancías y en el Consumo

El intercambio persiguió una mayor integración entre los momentos de producción y consumo, asegurando que la primera encontrara mercados y reduciendo el tiempo de circulación de las mercancías. La empresa redujo los intermediarios e integró la función de comercialización, desplazando inversiones hacia la publicidad, una mejor presentación de los productos, un mejor conocimiento de los mercados, etc.

El crecimiento del mercado de bienes de consumo no fue casual, sino que se encontró determinado por las características materiales y sociales del propio proceso de producción.

El incremento de la producción requería la renovación del consumo. El principal problema antes de la Segunda Guerra Mundial era que la demanda no acompañaba el crecimiento de la producción, y se necesitaba de un continuo avance en la capacidad de absorción del mercado. Esta renovación se produjo mediante la ampliación cuantitativa del consumo, con mejoras en la capacidad adquisitiva, y también a través de la creación de nuevas demandas de productos. Esta ampliación en la demanda también se produjo en el plano internacional, y el comercio exterior se expandió a un ritmo superior a la demanda interna y la producción nacional. Apareció un nuevo modelo de consumo que se caracterizó por:

  • La separación espacial de las condiciones de vida de la población. Se produjo una nueva ordenación del territorio que alejó la residencia y los establecimientos industriales del centro urbano, haciendo necesario el automóvil.
  • La multiplicación de las mercancías lanzadas al mercado.
  • Los mecanismos de financiación que hicieron posible la adquisición masiva de productos: la capacidad de compra de los salarios, la acción estatal proporcionando esta capacidad a aquellos que no la tenían y la actuación del sector financiero canalizando créditos hacia el consumo privado.

4. Incremento del Papel Económico del Estado

Es una de las características más relevantes de los países capitalistas en la posguerra.

Por una parte, hubo un crecimiento en el volumen de su actividad como consecuencia de la ampliación de la calidad y cantidad de sus funciones, y por otra, actuó como elemento regulador con carácter permanente. Este grado de compromiso estuvo influido por los planteamientos keynesianos y por el deseo de evitar la vuelta a las condiciones de preguerra. Los gobiernos se inclinaron hacia la planificación del futuro y aceptaron mayores responsabilidades en la consecución del pleno empleo y de un crecimiento más rápido y sostenido que durante los años 20. En cuanto a las medidas, destacan:

  • Regulación de la economía: Mediante políticas de regulación coyuntural para conseguir un fuerte crecimiento, con débil inflación, bajas tasas de paro y excedentes en la balanza comercial. Se usaron medidas presupuestarias como inversiones adicionales (infraestructuras, apoyo al capital privado), formación de empresas públicas, reformas fiscales (aumento de ingresos y función redistributiva) y desarrollo de prestaciones sociales. Entre 1970 y 1983, el gasto público subió un 9%.
  • Política monetaria: Objetivos triples: lucha contra la inflación, restablecimiento del equilibrio de la balanza de pagos y despliegue de una estrategia para evitar la huida de capitales.
  • Política social: Configuración de un Estado protector que cubriera las necesidades básicas de los ciudadanos (Informe Beveridge en los años 40). Aumento de recursos públicos para política social: ampliación y mejora de servicios sociales y universalización de la seguridad social.

La intervención del Estado ayudó a mantener un nivel de demanda alto y sostenido. No solo aumentó el gasto estatal en bienes y servicios, sino que el nivel y el modelo de consumo privado estuvieron en parte determinados por la presión fiscal. La mayor importancia de los impuestos creó un mecanismo estabilizador que produjo una mayor regularidad en el consumo, y la tendencia a la mayor igualdad de las rentas distribuyó las mismas a grupos sociales que antes no podían apenas consumir.

5. El Comercio y las Finanzas en la Economía Internacional

Entre 1954 y 1973 se intensificaron de forma extraordinaria las relaciones comerciales, productivas y financieras entre países, conformándose un nuevo espacio internacional del trabajo cuya hegemonía residía en Estados Unidos.

5.1 Características de la Internacionalización

Las principales manifestaciones son:

  • El extraordinario crecimiento del comercio exterior, que aumentó mucho más rápidamente que la producción.
  • La modificación de la composición del comercio internacional, con una menor participación de los productos primarios y un aumento de los manufacturados. En 1970, el 66,2% de las exportaciones mundiales eran productos manufacturados.
  • La nueva política internacional del comercio. En 1947 se creó el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), que perseguiría la liberación del comercio mundial. Hubo una cierta bajada de aranceles, pero se mantuvo la protección, sobre todo en los productos primarios.
  • El desarrollo de las inversiones en el exterior; los movimientos de capitales se intensificaron y generalizaron.
  • La internacionalización del capital productivo.

5.2 Estructura Económica Mundial

Se produjo la recuperación de Europa y Japón, con la hegemonía indudable de EE. UU. Desde el punto de vista norteamericano, el colapso europeo no era deseable, tanto por razones económicas (recuerdos de los años 20, necesidades de mercados) como políticas (Guerra Fría). Por eso, antes de que acabara la guerra ya hubo contactos con Gran Bretaña para cooperar en su reconstrucción, al tiempo que se creó la UNRRA (Administración de las Naciones Unidas para el Auxilio y la Rehabilitación), para ayudar a los países más débiles. En 1944 se celebró la Conferencia de Bretton Woods. En el mismo orden se sitúa el Plan Marshall (1948-1952), consistente en un conjunto de donaciones y préstamos concedidos por EE. UU. a los países europeos y que permitió el reasentamiento básico de la economía de muchos países europeos.

5.3 La Organización del Comercio Internacional

Tras el conflicto, Estados Unidos quedó como la única gran potencia mundial. Siempre habían sido proteccionistas, pero para impulsar la circulación de las mercancías se precisaba que cambiaran de actitud. En este sentido, se produjo una bajada de aranceles de 1945 a 1948, creándose el GATT en 1947. El GATT cumplió un papel activo en el crecimiento del comercio al favorecer el intercambio, sobre todo de los productos industriales. Además, al supervisar las políticas comerciales de los países y ofrecer un marco para la negociación de los problemas, contribuyó a la liberación de los intercambios internacionales. Pero el GATT no acabó con la protección, que hoy en día sigue siendo tema de debate; lo que sí logró fue un paulatino descenso de las medidas proteccionistas, tanto arancelarias como no arancelarias.

La reducción arancelaria se centró en los productos industriales, quedando al margen los productos primarios. Los países desarrollados mantuvieron una actitud proteccionista en el sector agrícola.

5.4 El Sistema Monetario y Financiero Internacional

La preocupación por evitar el caos monetario sufrido tras la Primera Guerra Mundial aceleró los encuentros internacionales, y antes de que acabara la guerra se celebró la Conferencia de Bretton Woods en 1944, culminando así un proceso de discusión entre EE. UU. y Gran Bretaña en torno al diseño monetario internacional, donde se terminaron imponiendo las tesis americanas. Allí se creó el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial (primero el BIRF, Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, y luego el BIRD, Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo). Los objetivos del FMI eran:

  • Fomentar la cooperación monetaria internacional.
  • Facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado.
  • Fomentar la estabilidad de los tipos de cambio.
  • Establecer un sistema multilateral de pagos entre los países miembros.
  • Poner a disposición de los países los recursos financieros necesarios para restablecer su equilibrio en la balanza de pagos.
  • Acortar la duración y aminorar el desequilibrio de dichos países.

En lo referente a la estabilidad monetaria, el FMI debía promover un sistema de paridades fijas; cada país debía establecer el valor de su moneda en términos de oro o dólares. Además, se determinó una paridad fija entre el oro y el dólar. Los países debían intervenir impidiendo que las fluctuaciones en el tipo de cambio fuesen mayores o menores al 1% del tipo fijado.

El funcionamiento práctico de este sistema revela que fue concebido para facilitar la expansión del capital norteamericano, ya que la participación en el FMI estaba dada por las cuotas respectivas, de acuerdo a criterios que privilegiaban la posición de los más poderosos, sobre todo de EE. UU. Las consecuencias fueron:

  • EE. UU. gozó de una influencia decisiva en todas las decisiones.
  • El sistema de paridades fijas y la prohibición de devaluar la moneda situaban a EE. UU. en una posición preeminente.
  • El dólar era la única moneda que podía garantizar la convertibilidad, lo que garantizó la expansión del capital americano.
  • El funcionamiento del sistema exoneraba a EE. UU. de realizar ajustes internos ante desequilibrios en su balanza de pagos; eran las demás monedas las que debían preocuparse de asegurar sus tipos de cambio frente al dólar.

Este sistema funcionó en la década de los 50, gracias al Plan Marshall, la posición subordinada de Europa y las posibilidades de expansión que ofreció el proceso de descolonización de África y Asia. Pero a partir de 1960 aparecieron numerosas tensiones que terminarían por acabar definitivamente con el patrón oro-dólar.

5.5 Tendencia a la Integración Económica

La integración económica constituye un proceso mediante el cual tiene lugar la armonización, complementación e interpenetración creciente de las economías de los diferentes estados, según modalidades y grados de intensidad diversos.