Intervencionismo Estatal y Estado de Bienestar: Análisis Comparativo
El Intervencionismo Estatal: El Ejemplo Francés
El intervencionismo estatal: el ejemplo francés
“La parte del Estado en la producción es cada vez más importante. Comprende, además de las grandes empresas nacionalizadas, un conjunto complejo de participaciones mayoristas, directas e indirectas, que dan a los poderes públicos franceses posición única en las economías no socialistas en el momento presente.
Algunos números permiten situar la importancia del sector público en la economía nacional. En particular el Estado es:
El primer inversor, pues realiza el 20 % de la inversión nacional.
En cuanto a ramas de actividad económica, el Estado es:
El primer productor de carbón, de electricidad, de gas natural y de abonos potásicos, con la casi totalidad de la producción de cada uno de estos elementos.
El primer constructor de aviones, con cerca de dos tercios del material aeronáutico.
Hay que añadir, además que el Estado tiene influencia indirecta, aún más importante, en otros muchos sectores, bien por su posición de comprador –material aeronáutico, construcción eléctrica y electrónica, material de guerra, de obras públicas, productos agrícolas (cereales, carne), bien por su condición de distribuidor de créditos, construcción de viviendas, etc.
Así se ha podido decir, que en cuanto productor y en cuanto comprador, el Estado controla de hecho un tercio de la actividad económica nacional”
El Estado del Bienestar o Welfare State
El Estado del Bienestar o Welfare State
“La expansión y el desarrollo del Estado del Bienestar fue uno de los factores que más contribuyó a la transformación de las sociedades capitalistas desarrolladas, en las que el poder político se empleó para modificar el juego de las fuerzas de mercado.
Sus principales características son:
- Intervención estatal en la economía para mantener el pleno empleo, al menos, garantizar un alto nivel de ocupación.
- Provisión pública de una serie de servicios sociales universales, incluyendo transferencias para cubrir las necesidades humanas básicas de los ciudadanos en una sociedad compleja y cambiante (por ejemplo, educación, asistencias sanitaria, pensiones, ayudas familiares y vivienda). La universalidad significa que los servicios sociales están dirigidos a todos los grupos de renta, y para acceder a ellos no es necesario pasar ningún tipo de control de ingresos.
- Responsabilidad estatal en el mantenimiento de un nivel mínimo de vida, entendido como un derecho social, es decir, no como caridad pública para una minoría, sino como un problema de responsabilidad colectiva hacia todos los ciudadanos de una comunidad nacional moderna y democrática.
Estas instituciones e ideas básicas se basaban en la creencia de que el gobierno podía y debía tratar de alcanzar estos objetivos dentro del marco de la democracia capitalista. En pocas palabras, el Estado de Bienestar parecía ofrecer una atractiva y efectiva “vía intermedia” entre el capitalismo liberal y el socialismo burocrático de Estado.” [R. Mishra, El Estado de Bienestar después de la crisis: los años ochenta y más allá. En R. Muñoz de Bustillo, Crisis y futuro del Estado de Bienestar. Madrid, 1989.]
Ejemplo de un País Desarrollado: Suecia
F.1.-Ejemplo de un país desarrollado: Suecia, 4ª economía mundial en los años 70.
“Con un ingreso per cápita de 10.500 dólares, en Suecia el conjunto de prestaciones del Welfare State o de “la democracia de servicios públicos”, como la llaman algunos suecos, es, en todo caso, para un extranjero impresionante: desde una Seguridad Social modelo y prácticamente gratuita hasta un seguro de desempleo que alcanza el 95 % del sueldo, pasando por el derecho para el padre o la madre de gozar, tras el nacimiento de cada uno de sus hijos, de 6 meses de permiso con sueldo y de acortar su jornada laboral en 2 horas diarias hasta que el niño cumpla los 8 años. También, una enseñanza totalmente gratuita, préstamos de 282.000 pesetas anuales a los estudiantes universitarios y, del 50 % de los apartamentos, el mantenimiento de alquileres relativamente bajos. Pero si desde Malmö, en el extremo sur de Suecia, a Kiruna, en el extremo norte, no hay ni un solo pobre, y si por poco que gane el ciudadano de condición modesta, sabe que nunca le faltará nada imprescindible, es porque a cambio, el contribuyente sueco paga un precio: la más alta tasa de imposición salarial del mundo.
Con un gravamen medio del 50 %, pero que puede alcanzar para los ingresos elevados hasta un 90 %, además de impuestos sobre las mercancías puestas en venta, el sistema fiscal sueco pretende en realidad igualar el nivel de vida de los contribuyentes, distribuyendo gran parte de la recaudación en prestaciones sociales y subsidios familiares de todo tipo.” [En el diario español El País, domingo 14 de octubre de 1979]