Renacimiento

Se entiende por Renacimiento no solo la renovación del arte y la literatura, sino un amplio movimiento de transformaciones que se extiende a todos los ámbitos del quehacer humano: política, economía, ciencia, religión, filosofía, etc. En el orden político y social supuso la quiebra del sistema feudal y la aparición de un nuevo concepto del Estado ligado a la autoridad del monarca. La economía mantuvo su base agraria, pero adquirió una nueva orientación de signo mercantilista y monetario que favorecía la creación de riqueza y la movilidad social, que proporcionó un nuevo sistema de valores más enraizados en lo terreno. La inquietud intelectual y religiosa se halló vinculada a la nueva visión del mundo de carácter antropocéntrico difundido por los humanistas que difundieron e imitaron los textos clásicos. El Renacimiento español se configuró mediante una síntesis de elementos clásicos e italianos con otros procedentes del cristianismo y la tradición literaria hispánica.

Temas

El Renacimiento no aportó nuevos temas a la literatura porque en realidad la originalidad temática no era una de las pretensiones de los escritores de la época. Su objetivo consistía en la imitación de los clásicos, a los que se consideraba como modelos insuperables.

– Amor

El poeta renacentista suele expresar directamente su sentimiento amoroso y ello constituye un síntoma del individualismo de la época. El poeta nos habla de sus afectos personales sin otra pretensión que dar salida a su dolorido sentir, en palabras de Garcilaso. Petrarca es el autor italiano que servirá de modelo casi exclusivo para la expresión poética del sentimiento amoroso mediante sutiles juegos conceptuales en que abundan las antítesis, las paradojas y otros artificios de estilo; además, dio una visión idealizada de la amada y una nueva tonalidad del sentimiento teñido de melancolía y de contenida amargura. Como temas vinculados casi siempre al amor aparecen la naturaleza y la mitología. El escritor renacentista ofrece una visión idealizada de la naturaleza mediante el tópico del “locus amoenus”, presentando el paisaje mediante una selección de elementos constantes: verde hierba, árboles, agua clara y aves del dulce canto. La naturaleza es casi siempre el escenario del amor.

– La poesía pastoril

Es uno de los géneros más frecuentados por los autores del Renacimiento porque la figura del pastor simboliza el afán del hombre renacentista de vivir en armonía con la naturaleza. La figura del pastor, como el ambiente y los sentimientos, se hallan sometidos a una fina estilización.

– Los temas mitológicos

Tienen una amplia difusión durante el Renacimiento y obedecen al deseo de resucitar el mundo clásico mediante una de sus formas culturales más características. Se escogen sobre todo los mitos que tienen que ver con el amor, sobre todo los que tienen un sentido trágico como, por ejemplo, Venus y Adonis. Las alusiones mitológicas que aparecen en la literatura renacentista tienen como función la de servir de ornato a la expresión; también se busca mostrar la afinidad entre la situación anímica del poeta usando las fábulas mitológicas para elevar sus sentimientos a la altura intemporal del mito.

– La fama

El deseo de perdurar en la memoria de las gentes es otro de los temas más característicos del Renacimiento. Este afán de pasar a la posteridad está incluso presente en obras como el Lazarillo: el sentimiento que anima al personaje a escribir su autobiografía no es otro que el de la fama; pasa algo parecido con el Quijote.

– El tema heroico

También resurge durante el Renacimiento en un intento de continuar la tradición épica inspirada en los clásicos. Esta poesía está vinculada a las empresas guerreras que España llevó a cabo durante la época (conquista de América, Lepanto, etc.) que inspiraron a poetas como Ercilla.

– El tema religioso

Nunca es abandonado en España. Con motivo de las tensiones religiosas del momento, vuelve a cultivarse con renovada intensidad, sobre todo en la época de Felipe II.

– No hay que olvidar otros temas de inspiración clásica como el carpe diem, la edad de oro o el beatus ille.

La poesía

La poesía española experimenta una notable transformación no solo en la métrica, sino también en los contenidos y en la nueva sensibilidad que incorpora. La gran figura de Garcilaso marca el hito más trascendental en la evolución de nuestra lírica. A él se le debe, además de la perfecta aclimatación de las métricas de origen italiano, el descubrimiento de una sensibilidad totalmente moderna en la expresión del sentimiento amoroso. Durante el reinado de Felipe II, la lírica toma una orientación religiosa, opuesta al sentido paganizante que adoptó durante la fase inicial; las figuras que más sobresalen son Fray Luis de León y San Juan de la Cruz.

Nuevas estructuras métricas

La nueva sensibilidad artística difundida durante el Renacimiento vino acompañada de la mayor revolución que en el terreno formal ha experimentado nuestra lírica. Esta revolución llegó con la incorporación de la métrica de origen italiano, especialmente el verso endecasílabo y sus diversas construcciones estróficas (sonetos, octavas, tercetos, etc.) y también con la combinación con el heptasílabo en composiciones como la lira, la silva y la estancia. El endecasílabo ofrecía la ventaja de una mayor flexibilidad y riqueza melódica que lo hacía más idóneo para servir a los nuevos temas y actitudes sentimentales. Es en el siglo XVI, con Boscán y, sobre todo, con Garcilaso, cuando la nueva métrica alcanzó la plena madurez en nuestra lírica, pero ello no supuso la desaparición de las formas tradicionales de la lírica castellana.

Humanismo

Renacimiento y humanismo son términos que aparecen continuamente asociados. El término “humanismo”, en su acepción actual, data de 1859 y se atribuye a Georg Voigt. La palabra “humanista” en el siglo XVI aludía simplemente al profesor de lenguas clásicas; hoy sigue considerándose al humanista como un hombre versado en la literatura de la Antigüedad grecolatina. Se suele asociar a esta figura otros rasgos que ayudan a definir su caracterización: así, su sentido crítico y racionalista, su curiosidad por las ciencias humanas y su propósito de transformación del hombre por su ideal educativo de la Antigüedad clásica. A través de los autores grecolatinos se intentaba participar del ideal de vida y de la concepción del mundo y del hombre que estos textos ofrecían. Toda la filosofía y la actividad cultural y científica del Renacimiento está impregnada por las ideas del humanismo: es la consideración del hombre como centro del universo (antropocentrismo) por oposición al teocentrismo medieval, en que todo es explicado en relación con Dios. Esto no quiere decir que durante el Renacimiento se abandonaran las creencias religiosas. Lo que el humanismo pretendía era deslindar el mundo de Dios del de los hombres y estudiar el mundo de Dios y de los hombres desde la perspectiva exclusivamente humana. Las actitudes vitales propiciadas por el humanismo fueron la vuelta a la naturaleza, el espíritu introspectivo, el idealismo amoroso basado en la filosofía platónica, la valoración del sentimiento y el concepto paganizante de la vida. El humanismo tuvo su origen en Italia y alcanzó mayor esplendor gracias a la protección de mecenas como Cosme de Médicis o Nicolás V, pero Petrarca fue el principal iniciador del humanismo en el siglo XIV. En los años siguientes, el movimiento humanista se extendió al resto de Europa.

Autores

Lope de Vega

(Madrid, 1562-1635) Estudió en Alcalá y Salamanca; a los 21 años empezó el servicio militar. Sus dos matrimonios y sus varios romances con diferentes mujeres fueron inmortalizados en varias obras. A los 52 años se ordenó sacerdote, pero a los dos años se enamoró de una mujer casada. Sus últimos años estuvieron marcados por desgracias familiares y apuros económicos. Cultivó todos los géneros literarios, destacando en la lírica y el teatro. Su producción lírica incluye composiciones de tipo popular (romances, seguidillas, villancicos, letrillas…) y de carácter culto (sonetos, estancias, etc.). En cuanto a poesía en metros cultos, Lope escribió más de 3000 sonetos de temas variados que reúnen aspectos petrarquistas, culteranos y conceptistas. Sus obras más destacadas son Rimas sacras y Rimas humanas; sus poemas están impregnados de vitalismo y espontánea sinceridad.

Luis de Góngora

(Córdoba, 1561-1627) Estudió en Salamanca y ejerció diversos oficios eclesiásticos. Fue ordenado sacerdote, pero sin ninguna vocación. En 1617 entró como capellán de la corte de Felipe III; con la caída de su protector, regresó a Córdoba, donde enfermó y murió arruinado. Su poesía es sinónimo de poesía pura, basada en las calidades formales y apartada de los sentimientos personales del autor; la búsqueda de la belleza es el principio absoluto. En su poesía se distinguen dos etapas: la de su juventud, que dura hasta 1610, en la que abundan las composiciones en metros tradicionales (letrillas, romances, etc.), y la segunda etapa, la de su madurez, que abarca los poemas mayores escritos en un estilo plenamente culterano.

San Juan de la Cruz

(Ávila, 1542-1591) A los 22 años ingresó en la orden de los Carmelitas. Santa Teresa de Jesús lo animó a emprender la reforma de la orden, lo que provocó que fuera encarcelado ocho meses. San Juan conjuga la tradición lírica castellana de los cancioneros con la tradición culta italianizante y con la tradición poética de la Biblia; concibe la poesía como medio de comunicarse con Dios. Su lenguaje poético mezcla elementos cultos con motivos de la lengua popular cuando se refiere a la naturaleza, el amor o la caza. Sus poemas más importantes son Noche oscura del alma y Cántico espiritual.

Fray Luis de León

(Belmonte, 1527-1591) Su vida está vinculada a Salamanca, donde fue profesor de hebreo. Fue fraile agustino, pero en 1572 fue encarcelado por la Inquisición, donde se le acusaba de no cumplir las normas de la Iglesia; estuvo encarcelado durante cinco años. Su obra está compuesta por 34 poemas, pero ninguno de ellos fue publicado en vida del autor. Suelen dividirse en tres grupos: traducciones de clásicos, algunas versiones de textos sagrados y veintitrés poesías originales. Adoptó las formas italianizantes en la línea de Garcilaso, pero sustituyó la temática amorosa por contenidos morales y religiosos. Fray Luis glosa pasajes bíblicos junto a temas de la Antigüedad clásica como el locus amoenus o el beatus ille, tópico que elogia la vida alejada de todo lo mundano. En su poesía funde la religión cristiana con el neoplatonismo. Su poesía gira en torno al tema del ansia de paz espiritual y de armonía, la búsqueda de una serena felicidad y paz interior y el rechazo de las inquietudes mundanas. Sus obras más importantes son Vida retirada y Noche serena.