El teatro de Buero Vallejo: Realismo simbólico, compromiso social y búsqueda de la verdad
Claves estéticas
El teatro de Buero Vallejo se caracteriza por la constante intención de testimonio, crítica social y compromiso ético. Buero siempre buscó el camino para burlar la censura franquista que no le impidiera luchar para cambiar la sociedad desde dentro. Con el fin de sortear la censura y de que sus obras se representaran, sus críticas se mostraban mediante alegorías, símbolos, alusiones o guiños cómplices al espectador. La producción de Buero, aparentemente realista, muestra a los personajes en situaciones o ambientes cotidianos, pero detrás de la verosimilitud se encuentran símbolos escondidos. Personajes, etc. se convierten en representaciones que el lector debe desentrañar para alcanzar sus profundos significados.
El texto teatral en las obras de Buero tiene siempre elementos implícitos, no denotados sobre el escenario, a los que el espectador debe acceder. De ahí la fuerte carga simbólica que suelen tener las obras junto a una base realista: no oculta la realidad social del momento y simbólica porque se vale de argumentos que son metáforas del presente. Mediante las alegorías en los argumentos, Buero alude a una realidad presente.
Sugerir o evocar temas, situaciones, etc. mediante el recurso a la alusión indirecta o simbólica es muy frecuente en su teatro. En ocasiones podría explicarse como una manera de hacer referencia a la política evitando la censura.
El espacio dramático de carácter realista adquiere frecuentemente valores simbólicos, no es solo donde se ambienta la acción. La fundación se expresa como la falta de libertad del individuo y la sociedad.
Es llamativo el número de personajes afectados por limitaciones físicas o mentales que adquieren significado simbólico. Representan el aislamiento y la soledad del ser humano. Se hacen por eso, en ocasiones, depositarios de los secretos y las culpas de personajes normales, llegan a constituirse en la conciencia de estos. La soledad desarrolla en estos personajes un sexto sentido para ver o percibir realidades. El resultado es la paradoja de los ciegos videntes y los locos lúcidos.
En cuanto a la experimentación dramática, desde un punto de vista escénico presenta novedades técnicas: el espacio dramático, siempre de carácter realista, adquiere valores simbólicos y no es solo el lugar donde se ambienta la acción. Las acotaciones en las que se hace la descripción del escenario suelen ser detalladas y ofrecen a menudo soluciones técnicas para la representación. El tratamiento del tiempo desempeña un papel importante. La aparición de personajes-narradores constituye una novedad en la construcción del relato dramático. Actúan como mediadores entre la historia y los espectadores. Las relaciones entre el narrador y la obra pueden ser diferentes (Caimán). La investigación formal más original que hizo fue centrarse en el problema de la participación, la identificación del público con los personajes, haciendo que la obra sea percibida como la ve alguno de los personajes gracias a los efectos de inmersión.
Claves ideológicas
Buero Vallejo consideraba el teatro como revulsivo social. Su teatro siempre tuvo una constante intención de testimonio, crítica social y compromiso ético, centrado en unos temas recurrentes. Buero introduce una mirada crítica del estado del país a través de la presentación de la crisis de personajes individuales que se enfrentan a una sociedad empobrecida, desesperanzada y con signos negativos y contradictorios propios de la posguerra. Su teatro denuncia la maldad y las injusticias concretas que atañen a las estructuras de la sociedad, las formas de explotación o a los mecanismos de un poder opresivo.
Para Buero el teatro tiene una doble función: inquietar, porque plantea problemas pero no impone soluciones, lo que incita al lector a seguir reflexionando tras el fin de la obra, y curar, porque con sus obras invita a una superación personal y colectiva, a una lucha contra las fuerzas que destruyen al hombre y a una apuesta por la justicia y la libertad. La tragedia de Buero no es pesimista; a pesar de ser amarga, está abierta a la esperanza en la superación del dolor y la injusticia.
Las obras de Buero giran en torno al anhelo de la realización humana y a sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la felicidad, la verdad, la libertad, se ve obstaculizada por el mundo concreto en el que vive el hombre. Este compromiso con la sociedad ha sido enfocado por Buero en un doble plano:
Plano existencial
Con una meditación del sentido de la vida y la condición humana, en la que se entretejen ilusiones, fracasos, soledad, siempre situada en contextos muy concretos. En sus obras encontramos una reflexión sobre la situación del hombre en el mundo en situaciones de opresión, falta de horizonte, injusticias, mentira, soledad. Es un teatro existencial donde cobra importancia la dimensión metafísica del ser y de sus actos. Con frecuencia, las obras se estructuran como búsqueda de la verdad por parte de un personaje, en lucha contra las limitaciones propias o impuestas. La purificación final, catarsis, debe alcanzar también al espectador, testigo a quien la obra plantea unas interrogaciones que afectan a su vida y que debe responder.
Plano social
En el que presenta un análisis lúcido de la sociedad española con sus mentiras, injusticias, violencia; encontramos a los desheredados, los oprimidos, la guerra civil y sus secuelas. Unas obras retratan el presente, los personajes son cercanos o contemporáneos al espectador. Otros reflejan momentos históricos pasados. En algunas ocasiones, aparecen explícita o implícitamente varios momentos temporales con diferentes fragmentos de un lapso de 30 años (El tragaluz).
En la obra de Buero Vallejo también es fundamental el compromiso ético: la afirmación fundamental de la necesidad de vencer al egoísmo en sus múltiples formas. La búsqueda de la verdad, la defensa de la honradez consigo mismo y con los demás… son elementos constantes en su obra. Es esencial la idea de responsabilidad unida a la idea de libertad. Buero niega el determinismo del destino porque el hombre siempre puede intervenir para mejorar su vida y la sociedad, de modo que la tragedia deriva hacia el drama con una esperanza final: podemos mejorar.