1930-HOY: El teatro durante la Guerra Civil fue un medio de propaganda política. Tras la guerra, la situación es catastrófica; fallecen algunos autores (Valle-Inclán, Lorca…), otros parten al exilio (Alberti, Casona, Max Aub) y otros permanecen en España (Arniches, Benavente…). El teatro, sometido a la censura, recuperará géneros y temas propios de otra época. En la inmediata posguerra, cultivarán un teatro heroico-patriótico Gonzalo Torrente Ballester, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, José María Pemán…, se cultiva un teatro consumista que incluye la alta comedia y la comedia costumbrista, cuyos temas son los propios de la comedia burguesa: honor, celos, infidelidades, conflictos generacionales, que siempre alcanzaban un buen fin. Esta tendencia es continuada por otros autores como Luca de Tena y José María Pemán, y el teatro humorístico y la revista musical, con Jardiel Poncela y Miguel Mihura, aunque tuvieron que abandonar su originalidad inicial y acomodarse a los gustos del público. Hacia finales de los años cuarenta, la obra inicial de Antonio Buero Vallejo, Historia de una escalera (1949), ofrecía una versión no idealizada de la realidad. Posee una estructura dramática cercana al sainete (la escalera de una casa modesta). Se daba entrada a la amargura, la esperanza y las frustraciones de una sociedad inmóvil. Buero manifiesta una búsqueda de una verdad profunda. Alfonso Sastre aportará al teatro nuevos planteamientos existenciales y sociales, y un lenguaje más depurado. Tras ellos, surgirá un grupo de autores realistas que, durante los años cincuenta y sesenta, desarrollarán su labor en condiciones muy difíciles. Algunos, mediante máscaras formales y temáticas, conseguirán burlar la censura; otros verán prohibidas sus obras y no podrán ver representadas sus obras hasta la democracia. En la década de los sesenta, una serie de autores continúan el camino iniciado por Buero Vallejo y Alfonso Sastre, y desarrollan una dramaturgia que evoluciona desde unas formas realistas-naturalistas hacia nuevas orientaciones estéticas: la farsa grotesca o el sainete. Lauro Olmo, Carlos Muñiz, Antonio Gala…, muestran predilección por temas sociales, usan un lenguaje violento, directo y sin eufemismos, con predominio de un tono de amargura y desesperanza, y sus protagonistas se presentan habitualmente como víctimas, fracasados y destruidos por la sociedad alienada. La obra más destacable de estos autores es La camisa de Lauro Olmo.


Con elteatro de protesta y denuncia se designa a un grupo de autores de posguerra que por motivos políticos no pudieronestrenar sus obras. En la década de los sesenta, Luis Riaza, Francisco Nieva, Luis Matilla, José Ruibal… adoptan un estilo dramático diferente para asemejarse a los de los autores realistas, denominados teatro no realista o vanguardista. Los rasgos comunes de estos autores son: personaje-signo, acción y lenguaje simbólico, desarrollo de la acción no lineal, concepción del teatro como espectáculo y experimentación colectiva, pérdida de importancia del texto y preferencia por la farsa grotesca y satírica. Como prototipo de este teatro, podemos citar a Francisco Nieva (Pelo de tormenta) y Fernando Arrabal (Pic-Nic). En los años 70 y de la Democracia, no solo fueron importantes algunos autores como Antonio Gala (Anillos para una dama), sino que también fueron fundamentales grupos de teatro independientes como Els Joglars, Els Comediants, La Fura del Baus, Tricicle, La Cubana o La Cuadra.


A partir de la transición democrática, el panorama teatral español comienza a cambiar. Se rescatan textos dramáticos de autores fallecidos o en el exilio (Lorca, Valle-Inclán, Alberti…) o prohibidos (Sastre, Nieva, Olmo, Arrabal, Martín Recuerda…). Por otro lado, los grupos de teatro independiente se profesionalizan, formando compañías estables, y surgen nuevos autores, Sanchís Sinisterra (¡Ay Carmela!), Fermín Cabal, José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro). Este tipo de teatro incorpora innovaciones dramáticas, a veces importadas de autores y directores de escena europeos y americanos, y convive con un teatro de consumo. A partir de los años 80, crece el apoyo institucional al teatro: creación del Centro Dramático Nacional (1982), Compañía de Teatro Clásico; el impulso de festivales: Almagro, Mérida, Sitges, Festival de Otoño de Madrid… Se continúa la tradición de la comedia burguesa. Aparece un nuevo género de humor: los monólogos de humor y se adaptan comedias cinematográficas. Se realizan montajes musicales en los que España tenía poca tradición; en la actualidad, el público sí quiere asistir a ellas (Cats, Los Miserables, Sonrisas y Lágrimas, La bella y la bestia, Hoy no me puedo levantar).


Cada vez más proliferan las salas de teatro innovador y joven. Un teatro que apuesta por la combinación del texto con elementos escénicos innovadores, juegos de luces, efectos de sonido… Aparecen salas del llamado microteatro. En la actualidad, el teatro combina la palabra con nuevos medios audiovisuales, destacando el auge del teatro musical. Los temas predominantes incluyen la defensa de la libertad individual, la crítica a la violencia social, la sociedad de consumo y el desconcierto ante la globalización. Autores destacados son Paloma Pedrero, Paco Bezerra, Alberto Conejero y especialmente Juan Mayorga, cuya obra aborda la corrupción, la contaminación y el terrorismo, como su obra Cartas de amor a Stalin.


A finales del siglo XIX, las obras más representadas eran las de alta comedia de Echegaray y sus seguidores. Melodramas que buscaban la emoción del espectador. Los gustos del público, poco depurados, y el escaso interés de los empresarios teatrales, impedían cualquier intento renovador del panorama teatral. En el primer tercio de siglo: 1) la comedia burguesa (alta comedia y drama rural); 2) el sainete de ambiente madrileño o andaluz que evoluciona hacia otras formas como la tragedia grotesca o el astracán; 3) El espíritu modernista, desde el fin de siglo, el teatro realista y cultivó un teatro poético y simbólico que presentaba una visión idealizada de la historia y utilizaba el verso como vehículo principal del lenguaje dramático. Los intentos renovadores más serios vinieron de los hombres del 98 (Unamuno, Azorín y Valle Inclán en principio y en los años treinta de los poetas de la generación del 27, de García Lorca. Pocas obras pudieron ser representadas.


1.- TEATRO COMERCIAL: El teatro burgués del siglo pasado tenía como audiencia principal a la clase media alta, y su objetivo principal era entretener sin abordar conflictos morales complejos. Los argumentos de estas obras eran generalmente agradables y dirigidos a la elegancia y comodidades de la época. a) La comedia burguesa es una crónica casi siempre amable de los defectos y de las virtudes de la burguesía. El público mostraba preferencia por el costumbrismo, representado por la alta comedia o por el sainete. Su máximo representante es Jacinto Benavente (La mariposa que voló sobre el mar, Los intereses creados y La malquerida). b) En esta época se desarrolla un teatro poético de tendencias evasivas, cuyo argumento está dedicado a temas históricos, biográficos, legendarios y exóticos. Era un teatro de minorías que concedía importancia a la escenografía y a la musicalidad en detrimento del contenido. Destacan Villaespesa con El alcázar de las perlas y Aben-Humeya, Antonio y Manuel Machado con Las adelfas y La Lola se va a los puertos y Eduardo Marquina, En Flandes se ha puesto el sol. c) Por último, un teatro cómico y costumbrista que aborda temas superficiales con una trama fácil, con personajes populares y castizos. Destacan Carlos Arniches, La señorita de Trévelez y los hermanos Álvarez Quintero, La reina mora, y Pedro Muñoz Seca junto con el humor renovador de Jardiel Poncela y Miguel Mihura, cuya principal obra es Tres sombreros de copa (1932), estrenada con éxito 20 años después.


2- TEATRO DE INNOVACIÓN a) EL TEATRO DE LOS AUTORES DEL 98. Surge un / b) EL TEATRO EN LA GENERACIÓN DEL 27: Los autores vanguardistas de la Generación del 27 destacan por su enfoque social del teatro. Pedro Salinas presenta un teatro humanista centrado en conflictos éticos, mientras que Miguel Hernández, Max Aub, Alejandro Casona, Rafael Alberti y Lorca son reivindicativos y comprometidos. La obra de Lorca, poética y simbólica, aborda temas existenciales y sociales. Su producción incluye desde sus primeras obras como El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda, hasta tragedias rurales como Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba, todas con un protagonismo destacado de las mujeres y cargadas de simbolismo. Sin embargo, estas nuevas tendencias tuvieron una influencia limitada en el teatro debido a la preferencia del público por el teatro de masas y la búsqueda de rentabilidad económica por parte de los empresarios teatrales.