Género de los sustantivos

Una confusión muy habitual respecto al significado del género es pensar que transmite de forma prioritaria información sobre el sexo del objeto designado. Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de los sustantivos, el género es un rasgo inherente y que, por tanto, no se admite la variación. Así, el sustantivo mesa es siempre femenino, mientras que libro es siempre masculino. En estos casos, la asignación del género al sustantivo resulta ser arbitraria e inmotivada: no responde a ninguna característica del objeto designado, sino que depende de factores históricos.

Una consecuencia importante de lo anterior es que, en los sustantivos que no admiten variación de género, no se puede considerar la vocal final, sea cual sea, como morfema de género. En mesa, la -a final no es morfema de género femenino, sino que forma parte del lexema. Lo mismo se puede decir de la -o final de libro.

Solamente cuando el sustantivo se refiere a objetos o entidades sexuadas, el género puede transmitir información de tal tipo: niño / niña; gato / gata, etc. En estos casos, la lengua dispone de mecanismos diferentes para realizar la oposición entre masculino y femenino:

  • Mediante la variación de los morfemas flexivos: -o, -e, 0 para el género masculino, y -a para el femenino. Ejemplos: gato / gata; monje / monja; director / directora. Algunos nombres femeninos se forman con terminaciones especiales como -esa, -isa, -ina, -triz: abadesa, poetisa, zarina, institutriz.
  • Mediante la variación léxica: utilización de sustantivos diferentes para cada género. Ejemplos: padre / madre; toro / vaca; yerno / nuera. A estos sustantivos se les llama heterónimos.
  • Mediante la concordancia con los determinativos y adjetivos, en aquellos casos en los que el sustantivo no admite morfemas flexivos de género: el / la pianista; el / la mártir; el / la testigo. A estos sustantivos que expresan el género de modo sintáctico se les suele denominar nombres de género común. No obstante, la Real Academia Española ha incorporado la forma femenina de algunos de estos sustantivos que designan profesiones de las que se había venido marginando a la mujer. Así, tenemos: la abogada, la médica, la jueza…

Hay algunos casos más de comportamientos especiales respecto del género:

  • Ciertos sustantivos, en su mayor parte referidos a animales, no pueden marcar de ninguna forma la distinción de sexo: no admiten morfemas flexivos y establecen la concordancia obligatoriamente en uno de los dos géneros. Ejemplos: el buitre, la perdiz, la pantera, el monarca. Son los llamados nombres epicenos.
  • Un caso diferente es el de los sustantivos que admiten la concordancia tanto en masculino como en femenino sin que cambie su significado. Se conocen como nombres ambiguos: el/la mar; el/la armazón; el azúcar blanca / el azúcar moreno.
  • En otros sustantivos, la variación de género no remite al sexo del referente, sino que señala una oposición semántica relativa al tamaño o la forma, una relación de metonimia, o una relación árbol-fruto: el cesto / la cesta; el barco / la barca; el trompeta / la trompeta; el manzano / la manzana. Puede suceder incluso que no haya ninguna relación semántica entre ambos sustantivos, masculino y femenino: la vela / el velo; la cosa / el coso; el cólera / la cólera. A estos últimos sustantivos se les llama homónimos.

Finalmente, hay que señalar que la oposición entre el masculino y el femenino se establece considerando al masculino como término con valor extensivo: mientras que las españolas solo puede referirse a personas del sexo femenino, la forma masculina los españoles puede tener dos sentidos: ‘los españoles de sexo masculino’ o bien ‘todos los españoles, hombres y mujeres’. En algunos casos, este valor extensivo del masculino puede llegar a producir ambigüedades que se resuelven normalmente recurriendo al contexto lingüístico o extralingüístico: en El hombre es mortal, el sustantivo, obviamente, designa de manera genérica a hombres y mujeres; en El desarrollo del hombre es más lento, el sustantivo hombre se referirá al género masculino si se está comparando con el desarrollo de la mujer, pero se referirá extensivamente a ambos géneros si se está comparando con el de otras especies animales. En cualquier caso, el valor extensivo del masculino, como en todas las ocasiones en que la lengua utiliza una oposición entre término marcado y no marcado, contribuye a la economía lingüística.

Número de los sustantivos

El número es una variación gramatical que permite informar de si el referente del sustantivo es uno (singular) o más de uno (plural).

Los morfemas flexivos de número son -s y -es para el plural, y 0 para el singular. Las normas generales para su uso son las siguientes:

  • Cuando el sustantivo en singular termina en consonante que no sea s, se utiliza la variante -es para formar el plural: leones, árboles.
  • Cuando el sustantivo termina en la consonante s, se presentan dos posibilidades:
    • Si la palabra no es aguda, el plural no se marca con un morfema de número. Singular y plural han de distinguirse entonces mediante la concordancia con los determinativos y adjetivos que lo acompañan: el lunes / los lunes; la crisis / las crisis.
    • Si la palabra es aguda (incluidos los monosílabos), el plural se forma con el morfema -es: país / países; tos / toses.
  • Cuando el sustantivo en singular termina en vocal átona o en tónica, el plural se forma con la variante -s: mesa / mesas; libro / libros; café / cafés.
  • Cuando el sustantivo termina en vocal tónica distinta de , el plural se forma en unas ocasiones con la variante -es y en otras con la variante -s: jabalíes, tabúes, papás, mamás, sofás, alhelíes, faralaes. No hay una regla fija, y el hecho de que en determinadas palabras se haya impuesto una forma de plural u otra depende de las preferencias de los hablantes. En todo caso, las vacilaciones son frecuentes: marroquís / marroquíes; tabús / tabúes.

Algunos sustantivos no admiten la distinción de número. Unos solo pueden ser usados en singular (caos, salud, sed, cénit…), y otros, en cambio, solo en plural (gárgaras, víveres, enseres, finanzas…).

La significación que aporta el morfema de plural depende del tipo de sustantivo al que se aplica:

  • Cuando el sustantivo es contable, como por ejemplo libro, el plural significa ‘varios individuos de la especie’. Sin embargo, en sustantivos no contables el plural designa clase, tipo: el vino / los vinos; la madera / las maderas.
  • Los sustantivos abstractos pasan en plural a ser concretos: la belleza / las bellezas; la amistad / las amistades.
  • Hay sustantivos cuyo plural tiene solamente un valor enfático, expresivo: los cielos, los sudores, las aguas (del mar), las arenas (del desierto).
  • Ciertos sustantivos tienen en plural un significado distinto que en singular: seso / sesos; celo / celos. En otras ocasiones, el plural de un sustantivo puede remitir a dos significados diferentes, uno que mantiene relación con el singular y otro que designa a otro referente distinto: grillos > plural de grillo (= insecto) / ‘grilletes’; esposas > plural de esposa / ‘pulseras de hierro unidas por una cadena’.
  • Algunos sustantivos que designan objetos con estructura simétrica pueden ser utilizados indistintamente en singular o en plural, sin que haya ninguna diferencia de significado: tijera / tijeras; pinza / pinzas; nariz / narices; pantalón / pantalones.