1. El álbum y el texto. Teresa Colomer

El trasvase hacia la imagen afecta a casi todos los elementos narrativos. Un trasvase muy visual es el de confiar a la imagen la descripción de los personajes, de los escenarios e incluso de las acciones secundarias de los personajes. Otro recurso encaminado a facilitar la lectura es el de silenciar las indicaciones sobre quién habla. El uso de los bocadillos en el cómic permite atribuir nítidamente las palabras al personaje, sin alargar el texto. Claro y conciso.

En algunas ocasiones, la información aparece de forma redundante tanto en el texto como en los bocadillos. Se trata de ayudar al lector siendo claro y conciso, resumiendo las ideas principales de la historia relatada por el texto. En otros casos, la imagen ayuda a ampliar las posibilidades de complicación narrativa de las historias. Permite desdoblar el hilo argumental incluyendo una historia dentro de otra. El texto cuenta entonces la narración principal mientras que la imagen incluye la narración que cuenta uno de los personajes. Las imágenes también nos permiten establecer divergencias significativas entre otros elementos del discurso, tales como la interpretación del narrador y la historia que él mismo nos cuenta. Los álbumes han sido obras que han incorporado muy rápido algunas características de acusado carácter experimental.

2. La imaginación en la literatura infantil. Gianni Rodari

Hay dos clases de niños que leen: los que lo hacen para la escuela, porque leer es su ejercicio, su deber, su trabajo (agradable o no, eso es igual); y los que leen para ellos mismos, por gusto, para satisfacer una necesidad personal de información.

Justamente él, ese “niño-que-juega” es finalmente el verdadero vencedor. Los libros nacidos de la imaginación y para la imaginación, sin embargo, permanecen, y, a veces, hasta incluso se hacen más grandes con el tiempo. Se tornan en “clásicos”. Definir el libro como “un juguete” no significa en absoluto faltarle el respeto, sino sacarlo de la biblioteca para lanzarlo en medio de la vida, para que sea un objeto de vida, un instrumento de vida. En la escuela tendría que haber una “ludoteca”, como existe una biblioteca. El juego es tan importante como la historia o la matemática.

Para una literatura infantil que no caiga sobre los niños como un peso externo o como una tarea aburrida, sino que salga de ellos, viva con ellos, para ayudarlos a crecer y a vivir más arriba, tendríamos que conseguir relacionar íntimamente estos tres sustantivos: imaginación-juego-libro.

El educador animador cuenta entre sus tareas con la de estimular la imaginación de los niños, de liberarle de las cadenas que precozmente le crean los condicionamientos familiares y sociales, la de animarle a competir con ella misma, transformándose de imaginación que consume en imaginación que crea. Para esto también le serán útiles los libros.

3. El intertexto lector. Antonio Mendoza Fillola

4. La observación en el aula como base para la mejora de la práctica docente. Olga Esteve

El “aprendizaje reflexivo” se basa en una visión constructivista del aprendizaje (Freudenthal, 1991), según la cual el conocimiento sobre la práctica docente debe ser un conocimiento creado por el mismo sujeto en formación y no un conocimiento ya creado con anterioridad por terceros y transmitido por ellos. Es decir, la persona que se forma lo hace dando significado a unos contenidos, y no recibiendo esos contenidos ya impregnados de significado. Afirmar que se parte de la persona misma es afirmar que

5. Lectores competentes. Víctor Moreno Bayona

La mejor animación lectora existente es la que consiste en impartir unas buenas clases de lengua y de literatura. La percepción negativa que el alumnado tiene de dichas clases repercute en la desgana lectora. El gran déficit del sistema educativo actual no es la lectura, sino la escritura. La forma más adecuada para hacer lectores es, por tanto, hacer escritores, o dicho por medio de un eslogan: a la lectura por la escritura.

En la escuela, la dicotomía un lector/un buen lector se resuelve falsamente diciendo que un buen lector es el que lee muchos libros. Y de quien no lee, decimos, un tanto incongruentemente, que es un mal lector. Pero si no lee, será un no lector, ni malo, ni bueno.

La escuela es responsable de los niños que no saben leer, no de los que no quieren leer.

La lectura comprensiva debe conducir a que el profesorado hable menos y deje hablar más al alumnado.

Cuando se lee, se realizan actividades mucho más complejas que cuando se escribe, y dichas actividades son, no sólo intelectuales, sino también, psicológicas, afectivas y sociales. Aunque el acto de escribir sea mucho más consciente que el de leer, es, sin embargo, menos complejo.

La escritura debe estar muy bien organizada y, para ello, tiene que planificarse en función de la resolución de los problemas que el alumnado va a encontrar a la hora de leer textos.

El aprendizaje es significativo en la medida en que se está en contacto con el objeto de conocimiento. Se aprende a producir e interpretar textos si se tiene ocasión de interactuar con ellos, si se goza de la posibilidad de producirlos y reflexionar sobre ellos en todas las áreas.

Trascodificarlos. El citado método consiste en tratar de decir lo mismo que el texto madre, pero recurriendo a otro código expresivo. Sólo si se comprende el texto, se podrá completar con éxito dicha actividad: decir y transformar el texto leído.

Algunas sugerencias podrían ser: transformar un problema de matemáticas en un relato; transformar una pregunta de ciencias sociales en la página de un diario…