1. La novela española de los años 40: el realismo existencialista

Tras la Guerra Civil y el comienzo de la dictadura, el aislamiento cultural, la censura y las duras condiciones materiales de la posguerra condicionan la evolución de la narrativa española. En los años 40 se produce una vuelta al realismo tradicional1 y la defensa de los valores ideológicos de los vencedores2. Triunfa también la novela de humor3 evasivo, ajena a cualquier perspectiva crítica de la realidad.

Sin embargo, surgen obras que se alejan de estas tendencias y marcan el camino de una nueva narrativa que fijará su atención en la realidad inmediata:

  • La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela
  • Nada (1945), de Carmen Laforet
  • La sombra del ciprés es alargada (1947), de Miguel Delibes

Las tres comparten un tono sombrío y existencial, que contrasta con el tono triunfalista o evasivo de las corrientes dominantes. Plantean temas como la amargura de la vida cotidiana, la frustración, la soledad o la muerte. Sus protagonistas son seres desarraigados.

La sombra del ciprés es alargada inicia en 1947 la obra de Miguel Delibes, dentro de un realismo tradicional de tono existencial. La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, narra, en primera persona la vida de su protagonista, un joven extremeño condenado a muerte, procedente de un entorno social marcado por la miseria, la incultura y la violencia.

Carmen Laforet

Ganó, con 23 años, la 1ª edición del Premio Nadal con su novela Nada, que obtuvo un enorme éxito de público y de crítica. La novela sigue el itinerario de la joven Andrea, que recién terminada la Guerra Civil española se traslada a Barcelona, cargada de ilusiones y dispuesta a emprender sus estudios universitarios. Sus ansias juveniles y sus expectativas chocan con el mundo gris, cargado de violencia, que representan su abuela y sus tíos que la acogen en su casa. Sin embargo, en la universidad conoce a Ena, que desempeñará un papel importante en su vida, pues con ella aprenderá lo que el mundo exterior puede ofrecer. La producción literaria de la escritora no es muy amplia.

En 1950 publicó La isla y los demonios, novela ambientada en Canarias, donde se había criado. En 1955, La mujer nueva, que refleja sus propias experiencias religiosas, y que tiene como tema central la fe de Paulina. Siguió, en 1963, La insolación, primer volumen de la trilogía Tres pasos fuera del tiempo, de la que no llegó a publicar los otros dos tomos. Casi toda su obra gira en torno a un mismo tema central: el enfrentamiento entre el idealismo juvenil y la mediocridad del entorno.

2. La poesía española de posguerra. Años 40

Tras la Guerra Civil (1936-1939) se inicia la dictadura franquista. La evolución natural de la literatura de experimentación y vanguardia de las décadas anteriores se ve interrumpida por la muerte o exilio de muchos de los grandes autores y por las dificultades que imponen la represión, la censura y el aislamiento del país. En la poesía de los años 40 se vuelve mayoritariamente a las formas clásicas, con una revitalización del soneto, al estilo renacentista. Temáticamente, se aprecian dos tendencias, que Dámaso Alonso denominó “Poesía arraigada” y “Poesía desarraigada”. Ambas tendencias se articulaban en torno a dos revistas literarias, en las que los poetas de cada grupo daban a conocer su obra: “Garcilaso” y “Espadaña”.

2.1 Poesía “arraigada”. (Revista Garcilaso [1943-1946])

Agrupó a autores de estilo clasicista, los llamados garcilasistas (Luis Rosales, Leopoldo Panero) Características más destacadas:

  • Formas y estrofas clasicistas
  • Tono optimista y triunfante
  • Una poesía intimista

2.2 Poesía “desarraigada” o existencialista. (Revista Espadaña [1944- 1951])

En 1944, Dámaso Alonso publica Hijos de la ira. Otros poetas representativos serán Gabriel Celaya, Blas de Otero, ofrece una visión pesimista y angustiada de la vida, con un lenguaje desgarrado, casi violento, a veces cercano al tremendismo.

2.3 Corrientes vanguardistas: Grupo Cántico y el Postismo

3. La poesía social. Década de los 50

La poesía existencialista y desarraigada de los años 40 desemboca en la poesía social realista en los años 50. Los escritores abandonan la expresión de su propia angustia interior para ofrecer un testimonio crítico de la realidad, en el que se denuncia la injusticia y la falta de libertad. La voluntad de escribir una poesía útil y clara, que llegue a la “inmensa mayoría”, se traduce en el rechazo del esteticismo y en el uso de un lenguaje llano, deliberadamente prosaico. La literatura se concibe como un instrumento de transformación política y social que dé testimonio crítico de la realidad para agitar la conciencia de los lectores. Los principales poetas sociales del 50 son los “desarraigados o existencialistas” de la década de los 40: destacan Blas de Otero, Gabriel Celaya o José Hierro.

4. La novela social de los años 50

4.1. Los precursores

La Colmena, de Cela En los primeros años de la década, La colmena (1951) de Camilo José Cela fue la obra precursora de la corriente dominante en los años 50, la novela social, cuyos temas dominantes eran la denuncia de la pobreza, la injusticia y la falta de libertad.

Miguel Delibes aborda también con El camino (1950), la representación crítica de la realidad, aunque con técnicas narrativas más tradicionales. Ambientada en el medio rural, Delibes trata un tema frecuente en la literatura y en la vida de la España de la posguerra: la emigración del campo a la ciudad.

4.2. La novela social

La novela social será desarrollada, a partir de 1954, por otros autores, la Generación del 50: Ignacio Aldecoa, Caballero Bonald, Carmen Martín Gaite.

Realismo objetivo

El narrador-cámara se limita a reproducir la conducta externa de los personajes, de forma que sea un lector activo quien complete la información. La acción, generalmente escasa, se desarrolla a través de abundantes diálogos. La novela objetivista más importante es El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.

Realismo crítico

En muchos casos, los autores de esta corriente manifiestan expresamente su compromiso ideológico, presentando una visión parcial de la realidad para subrayar la injusticia social. La mayoría evita cualquier complicación estilística: la narración suele ser lineal, las descripciones sencillas, el estilo simple y comprensible. Los protagonistas son colectivos o, si son individuales, generalmente representan a un grupo social, a veces demasiado planos.

5. La narrativa renovadora y experimentalista (1962-1975)

A principios de la década de los sesenta se generaliza la renovación de las técnicas narrativas, impulsada por la difusión de los grandes novelistas que transformaron el género en el siglo XX, James Joyce, Kafka, y de los autores del boom de la narrativa.

Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos

Tiempo de silencio, inicia en España la nueva etapa de la novela experimental. La trama se sitúa en el Madrid y cuenta como un médico, dedicado a la investigación científica, se ve involucrado en un aborto clandestino que acaba en muerte.

El suceso truncará su vida profesional y personal. Su novedad no reside en el argumento, sino en el tratamiento innovador que el autor da a esa historia, pues su estilo lo aleja totalmente del realismo anterior: perspectivismo y contrapunto, empleo del monólogo interior y de la segunda persona narrativa, desorden temporal, estructuración en secuencias, frente a la división.

La obra mantiene una fuerte crítica social, pero también cultural y existencial. A menudo utiliza un punto de vista irónico para presentar la degradación de la realidad. Tiempo de silencio significó el final del realismo social e inició la corriente experimental, que se mantendrá en España hasta finales de los años setenta. A este proceso se unen novelistas jóvenes, pero también autores de generaciones anteriores: (vai desps das definicios)

Características de la novela renovadora y experimentalista:

  • Perspectivismo: Los relatos presentan distintos puntos de vista sobre una misma realidad.
  • El argumento tradicional se sustituye por una narración fragmentaria, de forma que el lector debe reconstruir aquello que el narrador no explicita. Son frecuentes los finales abiertos.
  • Condensación y desorden cronológico. La narración no sigue un orden temporal lineal, sino que se utilizan retrospecciones o anticipaciones. Frecuentemente, el tiempo narrativo queda reducido a unas horas.
  • Los personajes se presentan poco definidos.
  • Estructuración: Desaparece el capítulo como unidad de estructuración externa frente a la contraposición de secuencias. Se generaliza la técnica del contrapunto: varias historias que se van entrelazando, a modo de puzzle.
  • Ruptura del párrafo como unidad textual, dando lugar a largos discursos sin puntos y aparte. Ruptura también de la sintaxis convencional, con un uso libre de los signos de puntuación.
  • Técnica del collage: incorporación a la novela elementos extraños informes, anuncios, informes policiales, guías turísticas… y empleo de artificios tipográficos como dibujos, fotografías, distintos tipos de letras, etc.

Miguel Delibes se incorpora a la tendencia con Cinco horas con Mario (1966): narrador en 2ª persona, tiempo reducido, retrospecciones. A través de un largo soliloquio, la obra narra los recuerdos y reflexiones de una viuda ante el féretro de su marido durante las cinco horas en las que vela a solas su cadáver. Parábola del náufrago (1969) es su obra más experimental, en la que altera el orden lingüístico tradicional, jugando con los signos de puntuación y la tipografía.

6. La novela española a partir de 1975

En las últimas décadas del siglo XX la novela española se aleja del experimentalismo puro y del mero juego literario y cultural. Se recupera la importancia de la trama argumental y el predominio de la estética realista que, más que cuestionar la realidad social, incidirá en las preocupaciones individuales de los personajes: el intimismo y el neoexistencialismo serán frecuentes en muchos relatos posmodernos. Dentro de la pluralidad de tendencias que caracteriza el período, se produce una recuperación de la novela de género (policíacas, negras, novela histórica, fantástica…).

Blas de Otero

Es el poeta más importante de la época. La evolución de su obra refleja la evolución mayoritaria de la poesía española de posguerra, con un primer período marcadamente intimista y existencialista y una segunda etapa comprometida y social, en los años 50. Su primera etapa existencialista expresa la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia. Formalmente se caracteriza por el uso de estrofas clásicas (Ángel fieramente humano, 1949).

Blas de Otero evoluciona en los años 50 hacia la poesía social, de compromiso con los problemas colectivos, dejando de lado las angustias personales. Con Pido la paz y la palabra (1955)3, el poeta se expresa con un lenguaje directo, coloquial y alejado de todo esteticismo, en el que prima el mensaje directo sobre la forma. La palabra adquiere un valor estético y sobre todo, ético, pues sirve para denunciar el dolor y la injusticia.

1 Realismo tradicional: se refiere a la vuelta a las formas narrativas más clásicas, con una mayor atención a la verosimilitud y a la representación de la realidad cotidiana.

2 Valores ideológicos de los vencedores: se refiere a la defensa de los valores del régimen franquista, que se impuso tras la Guerra Civil.

3 Pido la paz y la palabra (1955): obra clave de la poesía social española, en la que Blas de Otero denuncia la injusticia social y la falta de libertad.