La Narrativa Española de Posguerra: Del Realismo a la Postmodernidad

La Guerra Civil y sus Consecuencias

En plena guerra, algunos autores escriben al servicio de la república y en el exilio. Ramón J. Sender en Réquiem por un campesino español reflexiona sobre el ser humano en el marco de la guerra. Francisco Ayala, intelectual con gran rigor de pensamiento escribe Cazador en el alba, La cabeza del cordero y Muertes de perro; y Rosa Chacel recupera la memoria histórica publicando Memorias de Leticia Valle.

Tras la guerra, el panorama narrativo es lastimoso y el género parte de la inexperiencia y el autodidactismo. Serán narradores testigos del conflicto que hacen de la guerra y sus consecuencias el centro de su producción. Destaca Nada de Carmen Laforet, vuelta a la novela existencial en un sórdido presente de guerra y hambre.

Los Maestros de la Posguerra

Los nuevos maestros de la narrativa de posguerra parten del realismo tradicional y llegarán a nuevas formas. Camilo José Cela comienza su producción con La familia de Pascual Duarte, gran revelación como drama rural. En La colmena, más de trescientos personajes muestran la vida del Madrid de la posguerra, miseria material y moral de vidas sin sentido. Con San Camilo 1936 incorporará nuevas técnicas narrativas y en Mazurca para dos muertos retomará la guerra civil.

Miguel Delibes ofrece una producción constante y de gran calidad. La sombra del ciprés es alargada plasma la vida cerrada de las ciudades castellanas. El camino es un bello cuadro de la infancia y del paso de la juventud a la madurez. En Cinco horas con Mario, extenso monólogo interior crítico con la clase media, Carmen desgrana ante el cadáver de su marido una vida matrimonial deteriorada. Con Los santos inocentes vuelve el paisaje y la vida rural con sentido lírico y El hereje, novela histórica sobre el destino del hombre.

Gonzalo Torrente Ballester, intelectual sobre el proceso creativo, escribe Los gozos y las sombras, obra realista de cánones tradicionales; y experimenta nuevos recursos en La saga/fuga de J.B, fábula mítica en la que confluyen lo gallego y lo céltico.

La Novela Social del Medio Siglo

La novela social del “medio siglo” mostrará la realidad social en su diversidad. En primer lugar, habrá un realismo “aproblemático”, reflejo social sin que el autor tome partido y en el que la novela actúa como un espejo, como en El Jarama. Pero también habrá un realismo crítico, donde se realicen las contradicciones sociales como en Cuentos de Ignacio Aldecoa.

Hay una conciencia de grupo en esta generación de los 50 que fue respaldada por las editoriales y presentan algunos rasgos comunes: presencia de lo testimonial, lenguaje vivo y directo con un estilo sencillo, estructura lineal y tratamiento particular de los personajes, ya que desaparece el protagonista, que es sustituido por un conjunto de personajes fragmentados.

El modelo realista social se agota en los 60 por la escasa repercusión social y la crisis de los autores. Llega el “desarrollismo”, favorecido por la inversión americana en España, los tecnócratas y los miembros del Opus Dei que acceden al gobierno y una leve apertura del régimen.

La Nueva Narrativa

La nueva narrativa está influenciada por Joyce, Proust, Faulkner o Kafka. Se preocupan por la estructura de la obra, las técnicas narrativas, experimentan con el lenguaje; el tiempo y espacio se comprimen para evitar lo lineal y los personajes serán seres difusos. Entre las técnicas narrativas destaca el monólogo interior, que mostrará pensamientos y estados de ánimo de forma automática.

Destacará Luis Martín Santos con Tiempo de silencio, iniciador de la interpretación subjetiva de esta nueva realidad de España. Sin embargo, la obra, siendo social, resulta una parodia de este molde realista para dar una imagen cruel de esta nueva España desarrollista.

Juan Goytisolo indagará en la crisis de estos artistas comprometidos en Señas de identidad. Carmen Martín Gaite escribe Fragmentos de interior, aplicado al estudio social y El cuarto de atrás, estudio de su personalidad. Luis Goytisolo publica su trilogía “Antigonía” con influencias de Proust.

La Autonovela

Otros narradores evolucionarán la estructura narrativa hasta poder hablar de la “autonovela” apartada de cualquier convención. Destacará Juan Benet, que crea un universo mítico con su propia geografía imaginaria “Región”; en la que se desarrollan Volverás a Región y Herrumbrosas lanzas. José María Guelbenzu en El mercurio experimenta, pero gana en lo clásico: el hombre y sus sentimientos.

La Democracia y la Postmodernidad

La democracia consagra nuevas formas para la cultura, y la literatura es un producto comercial con circuitos y estrategias. Los narradores asumen modelos tradicionales y jóvenes que impulsan una renovación. Cuando desde los 80 se unen ambas tendencias; surge la “postmodernidad”, crisis ideológica y estética que imita los modelos modernos, pero sin intentar superarlos.

Juan Maisé en Si te dicen que caí analiza la sociedad catalana de posguerra y deleita al lector con el placer de narrar en El embrujo de Shangai. Eduardo Mendoza escribe La verdad sobre el caso Savolta, novela policiaca de nuevas técnicas, cuyos elementos serán;