La Narrativa Española Posterior a 1975

1975 fue un año decisivo en la historia de España: con la muerte del dictador, la transición a la democracia y la supresión de la censura, se abría un período que parecía conducir a la recuperación de las libertades. La narrativa posterior a 1975 se caracteriza, sobre todo, por el abandono del experimentalismo y el regreso a la narratividad: los autores recuperan el placer por contar historias y buscan conectar de nuevo con los lectores.

En este sentido, el fin de la novela experimental está íntimamente relacionado con la aparición de dos novelas: La saga/fuga de J.B. (1972), de Gonzalo Torrente Ballester, obra cuya naturaleza irónica la convierte en la primera gran parodia de la narrativa experimental; y La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza, que recupera el gusto por la narración, empleando recursos propios de los más variados subgéneros narrativos (intriga, aventuras, ironía y humor).

A pesar de la heterogeneidad de títulos, autores y corrientes que se dieron en esta época se pueden distinguir tres grandes etapas:

  • La generación del 68
  • La narrativa de los 80
  • La última narrativa

La Generación del 68

La “generación del 68” (alusión a las revueltas sociales francesas) o “generación del 66” (promulgación de la ley de prensa de Fraga Iribarne) comienza a destacar en la década de los setenta y su irrupción coincide con el cansancio que se advierte respecto a la novela experimental. Pese a su diversidad, en la producción de sus integrantes se pueden apreciar rasgos comunes:

  • La vuelta a la narratividad
  • La importancia de la subjetividad (el “yo” como centro del relato)
  • Cuidado del estilo (se evita el prosaísmo)
  • Nuevo clasicismo con estructuras y argumentos alejados del experimentalismo

Sus subgéneros más destacados fueron la metanovela, la novela policiaca y la novela histórica.

La Metanovela

En la metanovela, el hecho literario es un tema en sí mismo y el narrador nos hace partícipes de su construcción, destacando Carmen Martín Gaite (El cuarto de atrás) y Camilo José Cela (Mazurca para dos muertos).

La Novela Policiaca

El auge de la novela policiaca fue posible gracias a la desaparición de la censura, ya que la novela negra se nutre de ambientes marginales y sórdidos en los que se presentan normalmente personajes amorales y ambiguos; destacan Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta), Andreu Martín (Aprende y calla) o Lourdes Ortiz (Picadura mortal).

La Novela Histórica

La novela histórica se clasifica según tres criterios: temas (novela pura e impura), argumento (novela histórica e intrahistórica) y narrador (novela tradicional y novela innovadora); destacaron Miguel Delibes (El hereje) y Jesús Fernández Santos (Extramuros), entre otros.

La Narrativa de los 80

En la narrativa de los 80 inician su carrera (o se consagran) nuevos autores que mantienen la tendencia narrativa iniciada en la generación anterior. Sus rasgos más significativos son:

  • La tendencia a la introspección (observación y el análisis del yo)
  • La capacidad de sugerencia y evocación (lectura polisémica)
  • La incorporación de otros géneros (periodismo, televisión, cómic, publicidad)
  • El interés por la novela de género
  • La experimentación con la voz narradora: novela (narrador desdoblado) y metanovela
  • El empleo de la ironía y la parodia

Como autores destacaron:

  • Luis Landero: en cuya obra se aprecia la influencia de la tradición literaria española y, especialmente, de Cervantes (Juegos de la edad tardía).
  • Enrique Vila-Matas: representante de la metanovela y el juego entre realidad y ficción (París no se acaba nunca o Dublinesca).
  • Javier Marías: quien reúne lirismo, narratividad y profundidad ensayística, y aborda temas como el amor, la muerte, la soledad y el paso del tiempo (Corazón tan blanco).
  • Rosa Montero: novelista y periodista que mezcla lo testimonial con la novela de tesis, combina en sus primeras obras la voluntad de denuncia con la introspección emocional (Te trataré como a una reina) y, después, gana en matices y géneros que oscilan desde la novela de corte existencial (La ridícula idea de no volver a verte) a la ciencia ficción (Lágrimas en la lluvia).
  • Arturo Pérez-Reverte: combina en la mayoría de sus obras la novela de intriga y la novela histórica, así como plantea tramas de suspense enmarcadas en episodios históricos (la saga del Capitán Alatriste, Territorio comanche).
  • Antonio Muñoz Molina: su primer éxito fue El invierno en Lisboa, novela negra, observándose tanto en este género como en otros títulos más ambiciosos (Plenilunio, Sefarad) la importancia que concede a la trama y los personajes y el interés por la historia (El jinete polaco).
  • Almudena Grandes: cultivó la novela erótica (Las edades de Lulú, donde aborda el amor, la soledad y la búsqueda de sí misma, y Malena es un nombre de tango, novela donde reaparece la mirada emocional de la primera) y, posteriormente, aborda temas como la adolescencia (Estaciones de paso), las relaciones personales (Los aires difíciles) o la memoria histórica (Episodios de una guerra interminable).

La Última Narrativa

La última narrativa la conforman autores que comienzan a despuntar desde la década de los 90 hasta la actualidad; en general, se mantienen vigentes los subgéneros y tendencias anteriores, pero se aprecia un cierto retorno a la novela comprometida y predominan los géneros que fusionan ficción y realidad.

Novela Negra e Histórica

Por un lado, la novela negra e histórica se mantienen con la misma vigencia que en los 80, pero la novela negra se vuelve más social y crítica (El alquimista impaciente, de Lorenzo Silva) y la novela histórica, ambientada sobre todo en la Guerra Civil, intenta ofrecer un análisis concienzudo gracias a la distancia personal (La voz dormida, de Dulce Chacón).

Realismo Sucio

Por otro, el realismo sucio, de existencia efímera, intentó plasmar en sus novelas el lenguaje juvenil y directo y el mundo del alcohol, las drogas, la marginalidad o la noche y, en menor medida, la violencia o el nihilismo (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas; Héroes, de Ray Loriga).

Relato y Microrrelato

Asimismo, destacan el relato y el microrrelato: por un lado, los relatos suelen publicarse en antologías y juegan con los límites entre relato y novela (Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez); por otro, el microrrelato concede gran importancia a los juegos de ingenio y la sorpresa y reduce al mínimo la acción, el tiempo, el espacio y los personajes.

Novela Comprometida

Por su parte, la novela comprometida abandona la introspección y recupera el interés por retratar la realidad actual de forma crítica, destacando Crematorio, de Rafael Chirbes, o El padre de Blancanieves, de Belén Gopegui; además, muchas novelas retratan la homosexualidad y la presentan a un receptor universal (Contra natura, de Álvaro Pombo; El charlatán crepuscular, de Antonio de Villena; o El ángel descuidado, de Eduardo Mendicutti).

Novela Intimista

Por su parte, destaca la novela intimista en la que la memoria y la identidad son dos de los grandes temas de la última narrativa, donde los autores construyen personajes que, a menudo, se convierten en espejos de sí mismos y desde los que se abordan temas como la soledad, el fracaso o la falta de motivación vital. Pueden señalarse dos líneas: la narrativa pseudoautobiográfica (Tranvía a la Malvarrosa, de Manuel Vicent) y la introspección intelectualizada (La vida equivocada, de Luisgé Martín; o Saber perder, de David Trueba).

Otras Tendencias

Por último, a todas las tendencias novelísticas anteriores, se añaden:

  • La novela fantástica, alegórica y mítica: incorpora lo irracional, lo fantástico, lo soñado y lo simbólico (El oro de los sueños, José María Merino).
  • La novela de aventuras: que utiliza intriga, suspense, sentimentalidad y ambientación histórica (La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón; La tabla de Flandes, de Arturo Pérez-Reverte).
  • La novela infantil y juvenil: (Los espejos venecianos, de Joan Manuel Gisbert; Campos de fresas o Malas tierras, de Jordi Sierra i Fabra).
  • La novela gráfica: subgénero minoritario entre la novela y el cómic (Regreso al Edén, de Paco Roca).